España es uno de los países del mundo que cuenta con una mayor tasa de regadío modernizado, siendo el de la agricultura de regadío un sector que se enorgullece de su alto nivel de profesionalización y prometedor futuro, no sin grandes esfuerzos e inversiones, por lo que sin duda hay que reconocer su compromiso.
Cumpliendo con muchos y altos estándares de sostenibilidad en el uso y gestión eficiente del agua, la agricultura de regadío se adapta a duros escenarios protagonizados por largos periodos de sequía, recurrentes a lo largo del tiempo. Debido a esta dura situación, tienen que decidir sus cultivos en función de estudios y predicciones y adaptar las campañas con menos dotación para el riego y con una mayor incertidumbre para afrontarlas.
El sector sigue reclamando inversiones en infraestructuras hidráulicas necesarias y muchas de ellas pendientes desde hace décadas, para intentar paliar futuros periodos de falta de agua por nuevas sequías, siendo para las comunidades de regantes, las balsas de riego las grandes aliadas para conseguir una mayor capacidad de almacenamiento de agua para afrontar dichos periodos de escasez.
A la vez, en la actualidad se incrementa la frecuencia e intensidad de capítulos extremos de lluvias torrenciales con inundaciones extraordinarias en un escenario de contundente cambio climático.
El seguro hay que entenderlo como una herramienta eficaz que responde ante situaciones de incertidumbre, accidentales o imprevistas
Y, ¿qué papel tiene el seguro en este escenario tan influenciado por este clima extremo? El seguro hay que entenderlo como una herramienta eficaz que responde ante situaciones de incertidumbre, accidentales, imprevistas, súbitas, y muchas de ellas graves y otras muy graves. Un gran incendio, una inundación extraordinaria, vientos huracanados, la rotura de una balsa, todas ellas son situaciones que además de generar una merma económica, traen inseguridad porque se paraliza repentinamente la actividad, el riego a la comunidad de regantes, y la posibilidad de sacar adelante la campaña de sus comuneros.
Ante este escenario de retos sobrevenidos por el clima extremo que afrontar, no cabe sino contar con la tranquilidad que da un programa de seguros específico para comunidades de regantes: Seguro de balsas de riego, seguros para infraestructuras de regadío, seguros de responsabilidad para responder por daños causados a terceros o comuneros, y otras soluciones aseguradoras que conforman todo un programa de seguros específicamente pensado para los regantes y totalmente adaptado al contexto actual.
Desde estas líneas queremos destacar la excelente misión de la cobertura de riesgos extraordinarios, entre ellos de fenómenos de la naturaleza extremos, que en España ostenta el Consorcio de Compensación de Seguros. Es una de las coberturas incluidas en los seguros de daños propios del programa para regantes, que a veces pasa desapercibida, pero tiene un incalculable valor. Tienen una tramitación concreta, una peritación específica y un reglamento propio, que sin duda nuestro equipo de unregadíomásseguro conoce en profundidad.
Según nuestra experiencia en más de 35 años asegurando comunidades de regantes, los siniestros causados por fenómenos climatológicos extraordinarios gestionados con éxito ante el Consorcio de Compensación de seguros ocupan el cuarto lugar tanto por número de incidentes (frecuencia) como por intensidad de los daños provocados, solo detrás de siniestros causados por avería eléctrica, incendios y robo.
En términos porcentuales, los siniestros de fenómenos extraordinarios representan en la actualidad el 13,33% (del total de causas, por importe indemnizado), siendo el 31% por daño eléctrico, 21 % por robo, y el 20% por incendio, lo que da buena cuenta de la agresividad del gran impacto de los daños que provocan inundaciones o tornados, por ejemplo.
Todos recordamos capítulos extremos como la DANA de 2019 que afectó a muchos de nuestros clientes comunidades de regantes del Levante y otros más recientes como Gloria en 2020 que azotó con fuerza el litoral de Cataluña o Efraín, que a finales de 2022 dañó muchas instalaciones de regadío de la zona suroeste y Extremadura. Una larga lista de borrascas, ciclogénesis y DANAs con nombre propio que, lamentablemente, todo apunta que han venido para quedarse y para las que no nos queda sino grandes dosis de resiliencia y contar con las mejores soluciones para afrontar sus posibles daños.