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Sondeo ficticio: la cooperación en el agua sí, pero ¿con quién?

Sobre el blog

Colin Herron
Coordinador Global de Soluciones Hídricas para los ODS, Asociación Mundial para el Agua (GWP)
  • ¿Vivimos todos en mundos diferentes?

Artículo participante en el I Concurso del Blogs del Día Mundial del Agua

Un sondeo totalmente ficticio que inventé esta mañana para conmemorar el próximo Día Mundial del Agua, cuyo tema este año según las Naciones Unidas, al igual que todo el año 2013, es la “Cooperación en materia de agua”, muestra que 8 de cada 10 lectores de este blog considerarán (antes de leer el resto de este blog) que ya están cooperando de forma relativamente efectiva en materia de agua. De existir en realidad, este sondeo nos daría verdaderos motivos de felicitarnos. Efectivamente, en mis 13 años laborando en la cooperación internacional en materia de agua, he podido observar cómo los expertos en agua tendemos a colaborar de forma bastante voluntaria y efectiva entre nosotros, y más aún en la región iberoamericana.

Los expertos en agua tendemos a colaborar de forma bastante voluntaria y efectiva entre nosotros

No obstante, la segunda pregunta en este sondeo ficticio, cuya respuesta sería de selección múltiple, es ¿con quién estamos cooperando? No dudo que las respuestas ficticias recibidas a esta pregunta muestren que nuestra cooperación suele ser más bien entre los que se autodefinirían como “gente de agua”, o los “aguateros”, como nos suelo llamar. La realidad, en la opinión de este blogero, es que no solemos colaborar igual de bien con los actores que no forman parte de nuestra “comunidad”, pero cuyas decisiones cotidianas sí tienen un impacto de gran importancia sobre la calidad y la cantidad del recurso hídrico. Entre estos actores se pueden incluir a los siguientes, de forma enunciativa más no limitativa:

  • Los ministerios o secretarías de finanzas, los encargados de los presupuestos nacionales;
  • El sector agrícola, que es por mucho el principal usuario del agua en la mayoría de nuestros países;
  • Los representantes del sector energético, tanto por el uso de la energía en los procesos de tratamiento, potabilización y conducción de agua, como por el uso del agua en la producción energética;
  • Los encargados de los bosques y selvas, las llamadas “fábricas de agua”;
  • Los órganos oficiales y otros grupos sociales que cuidan los ecosistemas acuáticos y terrestres, mismos que requieren de cierta cantidad del vital líquido para asegurar su buen funcionamiento, además de brindar importantes servicios, y todo eso sin la necesidad de infraestructura construida;
  • Los municipios y gobiernos locales, que son los encargados de la gestión de los servicios de agua potable y saneamiento y la construcción de viviendas, entre otras tareas relevantes;
  • Sin hablar de los negociadores de cambio climático, fenómeno global que ya está afectando y afectará cada vez más a futuro la gestión sostenible de los recursos hídricos, y en donde el agua tiene un fuerte potencial para influir en los procesos de mitigación además de estar en el centro de los esfuerzos de adaptación.

Esta situación de divergencia entre la comunidad de agua y los otros sectores mencionados puede resultar algo sorprendente e incluso contraproducente, si se considera, como un servidor, que tal vez el principal reto referente al agua es su integración exitosa en otras consideraciones político-técnicas de bienestar social, económico y ambiental. En este Día y a lo largo de este Año Internacional conmemorativos de la cooperación en materia de agua, es la opinión de este blogero que no debe ser cuestión de cooperar únicamente entre nosotros los “aguateros”, sino de estrechar lazos que van mucho más allá de nuestra comunidad. Es un hecho que como resultado de importantes esfuerzos como la Década Internacional de la ONU para la Acción “El Agua Fuente de Vida” y las ediciones sucesivas del Foro Mundial del Agua, entre muchos otros, en años recientes la comunicación, la cooperación y el intercambio de experiencias y conocimiento en torno al agua se han mejorado significativamente. Paradójicamente, la mera existencia de este mismo año de cooperación en materia de agua es prueba de que ya estamos cooperando relativamente bien a la hora de tratar este tema entre nosotros. No obstante, un lema que se escucha repetidas veces en las conferencias de agua es que este recurso es un elemento esencial para el desarrollo sostenible, y queda de manifiesto que esta interrelación todavía necesita fortalecerse en los hechos en la mayoría de los países de Iberoamérica.

El principal reto referente al agua es su integración exitosa en otras consideraciones político-técnicas de bienestar social, económico y ambiental

Tal vez el meollo del asunto consistiría en definir con mayor claridad lo que queremos decir al referirnos a la “comunidad de agua”, el “sector hídrico”, el “sector agua” o incluso la “caja de agua”, entre otros vocablos que utilizamos comúnmente para designar un conjunto no muy bien definido de actores y acciones. La tercera pregunta del mismo sondeo ficticio pretendía establecer precisamente qué entendían los encuestados por estos términos, y arrojaría sin lugar a dudas una multitud de respuestas altamente relevadoras. ¿Esta falta de claridad revelaría entonces una crisis de identidad? En todo caso, me parece evidente la necesidad de ampliar esta definición de quienes conformamos la “comunidad de agua”, para incluir a otros actores relevantes. Eso implicaría que los procesos de planeación y de toma de decisiones sobre el recurso hídrico se realicen de forma más colegiada, en conjunto con una gama amplia de otros actores relevantes, y con la participación activa de los órdenes de gobierno apropiados para la problemática en cuestión. Suena fácil, pero en la práctica, no siempre es así.

En particular desde mi experiencia propia, cuando se aborda el tema de los recursos hídricos con los negociadores de cambio climático, se escuchan respuestas como “no me vengas a hablar del agua, ya tenemos suficiente que hacer para tratar el cambio climático”, opiniones extrañamente reflejadas por las de muchos gestores del agua, quienes también me han comentado en ocasiones anteriores “no me hables del cambio climático, ya tenemos suficiente que hacer con el agua”. En lo personal, me parece que en ambos casos se está perdiendo de vista el punto medular, que es que deberíamos estar buscando mejorar la integración en nuestros procesos para evitar de duplicar recursos y perder eficiencia. De hecho, en la mayoría de los casos no son procesos competitivos, sino la misma tarea vista desde diferentes ópticas. La adaptación al cambio climático en materia de agua es un excelente ejemplo del tipo de cooperación con respecto al agua que sería altamente benéfico promocionar en el transcurso de este año.

Busquemos la cooperación no solamente EN el agua, sino FUERA del agua

Por lo tanto, emito por este blog un llamado para que, este Día Mundial del Agua, busquemos la cooperación no solamente EN el agua, sino FUERA del agua, de tal forma que, si se repitiera este sondeo ficticio dentro de un año en la ocasión del Día Mundial del Agua 2014, la respuesta a la segunda pregunta mostrara que se ha logrado fortalecer la cooperación entre las comunidades de agua, de cambio climático, de energía, de agricultura, de vivienda, y de bosques, entre muchos otros temas esenciales para el bienestar de la humanidad, y que con todas estas comunidades se tuviera un entendimiento compartido y homogeneizado al referirnos a nuestros recursos hídricos.  

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