Antecedentes
Como comentábamos en el artículo anterior, el volumen de agua que se almacena en forma de nieve en los sistemas montañosos de la cuenca del Ebro es muy significativo: puede suponer hasta un 25% de toda el agua que se incorpora a la red fluvial. Por lo tanto, poder cuantificar este volumen de agua es de gran importancia para la planificación y la gestión de los recursos hídricos. También vimos cómo a mediados de los años 80 se desarrolló el programa ERHIN con el fin de acometer esta tarea.
En una primera fase, como dijimos, se obtuvo una información muy valiosa de la red de pértigas que se implantaron en las principales cuencas nivales, pero al ver los resultados obtenidos con esta metodología (recordemos que se hacen normalmente tres mediciones puntuales cada temporada nival) podemos observar que los datos son interesantes, pero, al tratarse de tres “fotos fijas” de situación, no nos permiten saber con certeza la evolución de la reserva hídrica en forma de nieve a lo largo de toda la temporada. Ni siquiera podemos estar seguros de que los momentos en los que se han realizado las mediciones corresponden a máximos o puntos especialmente significativos de cada período.
Desarrollo del modelo Aster
Así pues, el deseo de tener un conocimiento de la evolución en continuo de la reserva nival fue el origen del desarrollo de la siguiente fase del programa ERHIN: la modelización hidrológica de las cuencas nivales. Tras analizar los resultados de un informe publicado por la World Meteorological Organization en 1986, en el que se comparaban los distintos modelos existentes en ese momento, se optó por adaptar el modelo CEQUEAU (Morin et Al., 1981), que había sido desarrollado por el Institut Nacional de la Recherche Scientifique (INRS) de Canadá. Este modelo, combinado con algunas características del norteamericano NWSRFS, del Nacional Weather Service, era el que mejor se ajustaba a la tipología de las cuencas montañosas españolas. De esta forma se desarrolló el modelo hidrológico denominado ASTER, que es el que actualmente se utiliza por parte de los organismos gestores del agua en España en el ámbito del programa ERHIN.
En qué consiste el modelo Aster
El modelo Aster es una herramienta de cálculo que simula el comportamiento hidrológico de una subcuenca de alta montaña obteniendo como resultados los caudales previstos en el punto de cierre y el volumen de agua equivalente almacenada en cualquier momento en la cuenca estudiada. Los datos de entrada al modelo son temperatura y lluvia, procedentes principalmente de las redes SAIH (Sistema Automático de Información Hidrológica). También se suministran al modelo datos de caudales procedentes de los puntos de cierre de las cuencas, a efectos de contraste y calibración de resultados.
El parte de nieve
En la actualidad en la cuenca del Ebro hay 14 subcuencas modelizadas con Aster. Gracias a ello, semanalmente se publica el denominado “Parte de nieve”. En este informe, además de la reserva de agua en forma de nieve, se detallan también las “aportaciones totales” que son el volumen acumulado de agua, desde el 1 de octubre, que ha llegado al punto de cierre en cada subcuenca, es decir, en la cuenca del Aragón, por ejemplo, sería toda el agua que ha entrado al embalse de Yesa desde esa fecha.

Telenivómetros
Uno de los avances en la medición de la nieve que se han incorporado en el presente siglo XXI ha sido la implantación de telenivómetros. Estos aparatos proporcionan datos de un punto elevado, como las pértigas, pero con la ventaja de que transmiten los datos vía satélite prácticamente en tiempo real. Además aportan también temperatura, presión, etc. El único inconveniente es el elevado coste de instalación y de calibración, que hacen que hoy por hoy no se contemple su uso de forma indiscriminada sino como cotejo y apoyo al resto de elementos que componen el programa ERHIN. Actualmente hay 12 de estos equipos instalados en la cuenca del Ebro.

El Aster en el SAD del Ebro
Además de para elaborar el mencionado parte de nieve, el modelo Aster también se ocupa de simular la parte “nival” de la cuenca, al estar integrado en el modelo hidrológico global sobre el que trabaja el Sistema de Ayuda a la Decisión SAD. Esta circunstancia es especialmente relevante en determinados episodios meteorológicos en los que coinciden lluvias importantes con fenómenos de deshielo. En estos casos, el poder anticipar como van a evolucionar los ríos supone un inestimable avance en la gestión de los riesgos de inundación.