Artículo de José Ángel Losada García, Jefe de Sección SIG de la Oficina de Planificación Hidrológica de la CHE

Nada más crearse, en 1926, la entonces denominada Confederación Sindical Hidrográfica del Ebro (C.S.H.E.), se pone en marcha toda una empresa de reconocimiento e inventario geográfico de la cuenca perfectamente diseñada y programada por los prohombres de la recién nacida institución. Tal y como expresaba en 1929 C. Valentí de Dorda, ingeniero geógrafo de la Confederación, “Una de las misiones que con el carácter de máxima urgencia se presentaron a la Confederación Sindical Hidrográfica del Ebro a su constitución, fue la obtención de datos cartográficos de toda la cuenca que sirviesen de base a los estudios de las distintas especialidades”.
Efectivamente, y fiel al ánimo regeneracionista de su etapa fundacional, la Confederación dispuso, ya desde sus comienzos, de una visión integral de ordenación del territorio y del espacio geográfico de la cuenca; esta necesidad de conocer profusamente el territorio, de obtener datos físicos y socioeconómicos, se plasma en la creación de un pujante Servicio de Cartografía desde el que se impulsan importantes y novedosos proyectos cartográficos empleando las mejores tecnologías del momento; labor para la que contó con los oportunos acuerdos con el Instituto Geográfico y Catastral, antecedente del actual Instituto Geográfico Nacional, para lograr la cesión de la planimetría general a escala 1:25.000, que serviría de base para el levantamiento de los fotoplanos a escala 1:10.000.

Este es el contexto –conocimiento de las vanguardias tecnológicas y claridad en la fijación de objetivos- en el que se contrata, con la Compañía Española de Trabajos Fotogramétricos Aéreos (C.E.T.F.A.), impulsada por Augusto Aguirre y Ruiz de Alda, la realización de un vuelo fotogramétrico –llevado a cabo a partir de 1927- y su posterior restitución en positivos (fotoplanos) a escala 1:10.000 sobre una extensa zona de la cuenca del Ebro (el vuelo cubre, completa o parcialmente según las zonas, un total de 49 de las 217 hojas a escala 1:50.000 en que se inscribe la cuenca hidrográfica del Ebro: unos 12.300 km2), en lo que sería el primer trabajo de estas características desarrollado en España.
Dada su fecha de adquisición, estos fotoplanos unen, a su carácter pionero, un valor cartográfico y geográfico excepcional, lo que les convierte en una importante fuente cartográfica histórica directamente aplicada a la investigación ambiental y territorial del agua en la cuenca del Ebro (dinámicas de procesos, evolución del paisaje, cambios de ocupación y usos del suelo: espacios fluviales en estado previo a la construcción de grandes obras hidráulicas...) en estudios multitemporales.


Hasta aproximadamente mediados del s. XX, los fotoplanos de 1927 prestan el servicio para el que originariamente fueron concebidos –salvo durante el fatal paréntesis de la Guerra Civil 1936-1939, en que se convierten en un “arma para la guerra”: apoyan el trazado de múltiples acciones bélicas y estrategias militares-, pero, posteriormente, caen en el desuso y el olvido, superados por ediciones cartográficas más modernas. No obstante, su existencia nunca pasó totalmente desapercibida, pues estudiosos y científicos vinculados al estudio del agua, territorio y medio ambiente acudían episódicamente a la biblioteca de la C.H.E. para su consulta. Es a principios de la década de los 90 del pasado siglo cuando se produce el redescubrimiento, ante la comunidad científica, de tan impresionante legado; es también entonces cuando la Oficina de Planificación Hidrológica de la C.H.E., consciente de la necesidad de recuperación y puesta en valor de su vuelo histórico, inicia un escaneado “de urgencia” de la totalidad de fotoplanos a escala 1:10.000 (originales en soporte papel fotográfico, envés en tela, de tamaño aproximado DIN-A1), que se mejora recientemente, en 2014, con la aplicación de algoritmos y técnicas de escaneo más precisos y depurados.< Actualmente, desde la sección de Descargas del Geoportal SITEbro (http://iber.chebro.es/geoportal/) es posible realizar la descarga de cualquiera de los aproximadamente 600 fotoplanos originales que integran el vuelo histórico. Como reto futuro hemos de asumir la organización de un catálogo/fototeca de acceso público que gestione, de manera eficaz y moderna, todas las peticiones de información que, por parte de usuarios internos y externos a la Confederación, se realicen; es preciso para ello georrefenciar las imágenes, generando un mosaico que se constituya en una capa más de las que ya aparecen publicadas en nuestros visores, posibilitando así la integración de esta cartografía histórica con cualquier capa actual.


Las aplicaciones que posibilita esta cartografía son infinitas. Ya en 1929, el principal promotor y primer director de la C.S.H.E., M. Lorenzo Pardo, escribía que es en los datos de fotogrametría aérea “donde queda registrado cuanto pueda interesar al investigador más concienzudo, lo mismo si se aplica a las cuestiones de orden geológico que las del orden humano en sus más variados aspectos”. Abría, de este modo, un rango de campos de aplicación (desde aspectos físicos y biológicos del territorio a temas paisajísticos o socioeconómicos) que continúa teniendo una absoluta vigencia. Pero es C. Valentí de Dorda quien en ese mismo año analiza, de forma reflexiva y asombrosamente contemporánea, las posibilidades de aplicación de tan excepcional cartografía fotográfica: “Por el contrario a las fotografías terrestres de zonas extensas que presentan por lo general un carácter uniforme, las fotografías aéreas verticales u oblicuas de los mismos lugares ponen de manifiesto caracteres de indudable valor para el geógrafo, el geólogo y otros especialistas”. “Los reconocimientos aerocartográficos de cursos de aguas, espaciados convenientemente, ponen de manifiesto de una manera admirable, la extensión de los naturales cambios geográficos en un periodo definido y las erosiones son reveladas con toda claridad, proporcionando un conocimiento exacto de la línea de separación de la parte expuesta de las orillas, de la cubierta por las aguas”. No podemos reproducir al detalle todos y cada uno de los párrafos que Valentí de Dorda dedica a las distintas aplicaciones; sinteticemos añadiendo que, además de todo lo anterior, continúa nuestro autor su recorrido por las diferentes aplicaciones reconociendo el valor de estos fotoplanos en el análisis de la dinámica fluvial y litoral, en los estudios de anteproyectos de todo tipo de obras e infraestructuras civiles, en el seguimiento de cultivos, paisajes agrarios y propiedad (registro catastral) y en la arqueología. Como vemos, se trata de una perspectiva absolutamente moderna, que contribuye a la puesta en valor actual, por tanto, de tan excepcional herencia cartográfica.