Quisiera comenzar este artículo, con un llamamiento a la esperanza, y dar por hecho que es posible un mundo mejor, donde ya esté muy cerca el despertar de la humanidad, y con ello, el objetivo de salvar a esa gran parte de los pobladores que “viven” en la más absoluta miseria, pues por carecer, carecen hasta de agua, y cuando la tienen, está en mal estado. Situaciones éstas que se dan especialmente en los países pobres, provocando la muerte de un niño cada ocho segundos y son la causa del 80% del total de las enfermedades y fallecimientos en el mundo subdesarrollado, padecimientos éstos que pueden prevenirse, facilitándoles un mejor acceso al agua y una mejor gestión, y así contribuir a mitigar la pobreza, e incluso a inducir al desarrollo, pues el agua además de ser esencial para la vida, puede ser también el motor de sinergia y dinamismos social y económico.
El agua, además de ser esencial para la vida, puede ser también el motor de sinergia y dinamismos social y económico
Así pues, habría que considerar como una carga abrumadora la deuda social que tenemos los países más ricos con los más pobres, y con la necesidad de defender a esta parte de la humanidad1 y luchar por encontrar soluciones viables2 ¡ya¡ (pues no podemos olvidar que son seres humanos, que son nuestros coetáneos y que compartimos el mismo planeta). Porque de otra manera, podría entenderse como un genocidio inducido o dirigido hacia las poblaciones más desfavorecidas, por parte de las altas esferas económicas de los países ricos y tolerado por sus habitantes, que miramos a otro lado cuando nos desagrada el escenario real presenciado.
Por tanto, creo que no exagero al utilizar el término de genocidio, ya que se trata de “crímenes contra la humanidad”, dado que en la actualidad disponemos de los avances técnicos suficientes para ofrecer a nuestros contemporáneos las mismas oportunidades de las que los ciudadanos del Primer Mundo disfrutamos y porque además, no podemos negar el desarrollo económico y un aumento de la calidad de vida a los pueblos más pobres.
Ahora bien, partimos de la premisa de que el agua más que un recurso escaso, es un recurso renovable, porque fluye, por lo que hay que buscarla donde esté y desarrollar una buena gestión y conservación. Recordando, que disponemos de avances tecnológicos y científicos que nos permiten aumentar las posibilidades de exploración y captación de acuíferos, como también la de desarrollar construcciones hídricas para fomentar el progreso económico y social. En este sentido, a título de ejemplo, tenemos que recientemente en Kenia, gracias a la utilización de técnicas avanzadas, se han encontrado acuíferos cuyas reservas hídricas son tan significativas que podrían aliviar la falta de agua de esta región.
No obstante, cabe mencionar, aunque sólo sea de puntilla, la gran importancia y puesta en valor que se le está dando al medio ambiente, olvidando en ocasiones, que el hombre también forma parte integrante de él, y que nosotros, los del Primer Mundo, ya hemos transformado el paisaje natural en paisaje cultural, y disponemos de todo tipo de edificaciones para nuestro confort. Por consiguiente, resultaría irónico (como irónico fue que Hitler, fuese la primera persona en crear leyes de protección animal), que exigiéramos a estos territorios tan necesitados de transformar sus espacios para hacerlos productivos, en pro de la naturaleza, la protección del espacio natural, es decir, la no alteración, consecuentemente, la negación al desarrollo y a su prosperidad.
El problema del agua dejaría de existir si se buscaran soluciones con la aplicación extensiva de nuevas tecnologías
Así pues, resulta imperioso lograr consensos universales para orientar la solidaridad hacia los más oprimidos, los más excluidos, y movilizar las grandes economías para promover de manera más equitativa el bienestar de toda la humanidad, que pasa necesariamente por las construcciones de grandes presas, ya que representa un elemento fundamental en la planificación hidrológica. Y esto no es simplemente una opción, sino una necesidad, pues como hemos podido comprobar, los grandes embalses aportan múltiples beneficios3 no sólo en la actualidad, sino también para el futuro, ya que contamos con las metodologías más avanzadas para optimizar esta regulación y garantizar el mejor aprovechamiento de este recurso, el agua. Sin olvidar, que esta solidaridad a escala universal, lleva implícito la abolición de las vergüenzas más escandalosas y evidentes que tiene este mundo globalizado. Pues resulta inconcebible dos mundos simultáneos, opuestos, donde conviven el despilfarro y la más absoluta de las miserias, como es la carencia o mal estado de las aguas, donde la supervivencia de millones de personas exige una acción inmediata y eficaz, por lo que es obligatorio hacer un llamamiento para que se dé un enfoque radicalmente nuevo a la evaluación, al aprovechamiento y a la gestión de los recursos de agua dulce, y esto sólo puede conseguirse con una estrecha cooperación, y para que esta cooperación pueda desarrollarse sin incertidumbre, es necesario establecer un Marco Institucional estable, y no abandonarlo a merced de los intereses partidistas de los distintos representantes de gobiernos.
También quiero poner de manifiesto, que el problema del agua dejaría de existir, y esto no es una fantasía mía, si realmente se buscaran soluciones con la aplicación extensiva de nuevas tecnologías que, como la desalación, por ejemplo, entre otros muchos, representa una fuente inagotable en relación con las necesidades humanas, otra cosa bien distinta es su coste económico. Coste, que puede y debe ser asumible, ya que en la actualidad es descomunal los recursos financieros que se gastan en presupuestos militares a escala mundial, y sólo originan desconfianza y odio entre los diferentes estados, y son por tanto, campos de cultivos para nuevas guerras.
Sin embargo, a pesar de los pesares, tengo la esperanza de que los sueños, los desafíos, de la mayor parte de la humanidad puedan hacerse realidad, y para ello es ineludible una agenda de acuerdos mundiales donde la tecnología hidráulica sea considerada como el elemento fundamental para la reducir de la pobreza.
1 Pues si bien es cierto, que Occidente lleva desarrollando desde hace años una política de solidaridad, de cooperación, con la entrega de miles de millones de dólares, no parece que el problema tenga solución inmediata, ni tampoco a corto o largo plazo, entre otros factores, porque en ocasiones, las propias oligarquías apuestan por los enfrentamientos tribales y religiosos, teniendo presente además, los altos niveles de analfabetismo, la falta de preparación técnica, la avaricia, la especulación y la corrupción. Sin olvidar tampoco, a los gobiernos, tanto locales como los distantes, a los que no les preocupa la escasez o el mal estado del agua, o lo que es lo mismo, los habitantes más desfavorecidos de estos territorios.
2 Y estas soluciones, deben pasar necesariamente por una planificación macroeconómica realizable, y una mayor suma de dinero, y sobre todo, mejor gestión y distribución de los recursos financieros que llegan del Primer Mundo para mitigar la pobreza.
3 Almacenamiento de reservas, control de avenidas, mantenimiento de caudales ecológicos en tramos de río que anteriormente, en régimen natural, se secaban, mejorando las condiciones de vida con respecto a la situación natural, usos recreativos, generación de energía eléctrica, creación de zonas de especial interés para las aves acuáticas, la generación de un rico patrimonio cultural o la exportación de una tecnología en la que la ingeniería española se precia de estar en la vanguardia mundial.