En la región de Murcia, al sureste de España, se encuentra un gran estanque de agua salada del Mediterráneo conocido como el Mar Menor. Este pequeño mar de 170 kilómetros cuadrados de aguas cálidas, designado por Naciones Unidas como Zona Especialmente Protegida de Importancia para el Mediterráneo, alberga numerosas especies marinas y cinco islotes de origen volcánico.
El Mar Menor baña las costas de los municipios de San Pedro del Pinatar, San Javier, Los Alcázares y Cartagena, albergando un clima mediterráneo seco de inviernos suaves y veranos calurosos.
Sin embargo, estas aguas han sido maltratadas durante décadas por el vertido de productos químicos, por lo que en 2016 se llegó al colapso. Para comprender el origen de estos vertidos, es necesario remontarse a 1979, año en el que se inauguró el trasvase Tajo-Segura. Cuando comenzó a llegar el agua a la zona, se multiplicaron los cultivos de regadío, demandantes de abono. Tanto es así, que diez años después, 25000 hectáreas de la zona habían sido transformadas en regadío. Debido a que la red de saneamiento y minería era insuficiente, estos abonos que se aplicaban a los cultivos de regadío se filtraban hasta alcanzar el acuífero, desembocando en el Mar Menor.
El vertido de estos fertilizantes implica el crecimiento y aumento del fitoplancton, grandes consumidores de oxígeno. Este exceso de materia orgánica conlleva el proceso de eutrofización, donde se reduce la cantidad de oxígeno e incluso desaparece en algunas zonas, alterando el hábitat del ecosistema acuático. Por este motivo, es imposible que se de la vida acuática en estas aguas, dejando a su paso un rastro de peces muertos en las orillas. Además, al darse el proceso de eutrofización se produce un enturbiamiento de las aguas, haciendo que la luz no llegue al fondo marino, y resulte en la muerte de la flora.
Tras el colapso sufrido en 2016 como consecuencia del proceso de eutrofización, son múltiples las organizaciones conservacionistas que denuncian estos hechos año tras año. Tal ha sido la repercusión entre la población que se consiguió que el Congreso de los Diputados tramitase una ley con el objetivo de que el Mar Menor tuviese personalidad jurídica, es decir, un ecosistema con derechos propios.
Sin actuar sobre el acuífero, la única solución a este problema reside en la reducción de los nutrientes existentes en los fertilizantes. De este modo, se obtendría una cantidad inferior de productos químicos que desemboquen en el Mar Menor por el acuífero y la escorrentía.
FUENTES:
[1] Ambientum. (2022). El origen del problema del Mar Menor y posibles soluciones. Disponible aquí.
[2] El Diario. (2021). Las claves para entender por qué el Mar Menor está en peligro. Disponible aquí.