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Posiciones directivas en los organismos operadores de agua en México: ¿Espacios solo para hombres?

Sobre el blog

Cuauhtémoc Osorno Córdova
Licenciado en Gestión Ambiental y estudiante de la Maestría en Gestión Integral del Agua en El Colegio de la Frontera Norte (México). Áreas de conocimiento: Políticas públicas, derechos humanos, legislación, gobernanza e integridad hídrica.
  • Posiciones directivas organismos operadores agua México: ¿Espacios solo hombres?

Las desigualdades de género es otro gran reto que enfrenta el mundo y México no es la excepción. Si bien ya existe un reconocimiento sobre la problemática que afrontan las mujeres para lograr mejores oportunidades, dentro del sector del agua y saneamiento este tema todavía se podría considerar un tema tabú, en especial a nivel local. 

De acuerdo al artículo 115 de la Constitución Política de México, son los municipios los encargados de proveer a la población el servicio público de agua, alcantarillado y saneamiento. Las instituciones son llamadas Organismos Operadores de Agua y actualmente se registran más de 2 mil 300 en todo el país.

Los datos del Censo Nacional de Gobiernos Municipales y Demarcaciones Territoriales 2021 del Instituto Nacional de Estadística y Geografía (INEGI), muestran que en México existen 112 mil 353 personas ocupadas en la prestación del servicio hídrico. De esta cifra,  6 mil 718 tienen un puesto directivo o de gerencia, donde solo el 21.1% son mujeres.

Esta estadística nos puede llevar a plantear al menos tres posibles hipótesis: la primera, desde una posición misógina, creer que ellas son incapaces para atender estos puestos; la segunda, pensar ingenuamente que esta realidad es obra de la casualidad; y por último, considerar que detrás de este escenario hay un sistema estructural (sociocultural, político e histórico) que evita que las mujeres lleguen a las gerencias en la gestión del agua.


Fuente: Elaboración propia.

En 2021, los estados donde hubo una mayor proporción de mujeres en puestos directivos de los organismos operadores fueron Baja California y  Guanajuato con más del 30%. Por el contrario, las entidades de Campeche y Tabasco estuvieron en los últimos lugares, con solo una mujer gerente. En términos generales, 60% de las entidades de México incrementaron su porcentaje de puestos liderados por mujeres, con respecto al 2019.

Al analizar las anteriores encuestas del INEGI, en 2019 mil 54 posiciones directivas de los organismos operadores estuvieron ocupadas por mujeres (18.8% del total), y la estadística del 2017 fue 16.5%, que significó una cifra de 759 puestos de mando dirigidos por ellas. 

Si bien las mujeres cada vez tienen mayor inclusión en las distintas áreas laborales, las dos grandes críticas a este proceso es por una parte, la desigualdad salarial inclusive en mismos puestos, y por el otro lado, las barreras para alcanzar posiciones de alta gerencia, pues ellas han sido promovidas históricamente hacia las áreas administrativas.

Continuando con los datos del 2021, de las 112 mil 353 personas trabajando en la prestación del servicio de agua y saneamiento, el INEGI registró 30 mil 985 puestos administrativos y contables, de los cuales el 50.6% lo tuvieron mujeres. En 2019, este porcentaje fue de 49.8%.

Pero la mayor diferencia en la participación de ellas en el sector hídrico local fue en las posiciones técnicas operativas, ya que los resultados del 2021 mostraron que de las 74 mil 650 personas empleadas en esta área, solo 6.8% fueron mujeres. Sin embargo, también este porcentaje aumentó, ya que para en el 2019, la estadística fue de 5.9%.

¿Pero por qué ocurre esto?

Una de las grandes razones que explican esta situación, en especial en los puestos directivos y técnicos operativos, se debe al área profesional que ha dominado el sector del agua: las ingenierías. Diversos estudios demuestran que históricamente las ingenierías han sido sexualizadas y estereotipadas hacia los hombres (llamadas ciencias masculinas), dando una imagen de requerir mucha fuerza física, contar con liderazgo y estar en disposición a ensuciarse, todo lo contrario a lo que la sociedad establece a las mujeres.

A pesar que en muchas universidades del mundo existe una paridad de género en cuanto a matriculación general, las áreas que menos eligen las mujeres son las ingenierías, ya que del total de estudiantes de estas ciencias, ellas solo representan entre el 5 y 25%.

Problema cultural

Un ejemplo que nos hace reflexionar por qué las mujeres no escogen ingenierías tiene que ver en parte, al conocer qué tipos de juguetes se imponen desde la infancia: mientras a los niños se les dan camiones, herramientas de trabajo y actividades de fuerza física, a las niñas se les enseña a ser delicadas físicamente y en cambio,  se les establece jugar con muñecos bebés y casitas con cocina (trabajo reproductivo, de cuidado y doméstico). 

Llevar el análisis de las brechas de mujeres en el sector hídrico hasta estos puntos, es entrar a la historia de la construcción social de lo femenino y lo masculino, y por ende acercarnos a los orígenes de la división sexual del trabajo. 

Cabe destacar que las identidades de género vienen acompañadas de roles. Por ejemplo, las mujeres que en gran medida se les ha dado la responsabilidad social del cuidado de la familia y  del hogar, sumados a sus horarios laborales, conlleva a doble o triple carga de trabajo. Esto les complica poder tomar más capacitaciones, cursar un posgrado o asistir a eventos gremiales que son importantes para conseguir mejores oportunidades.

Impactos económicos

Lo preocupante del asunto es que las ingenierías generalmente son los empleos con los mejores salarios. Al no haber una relativa paridad de género en estas áreas profesionales, esto podría ser una de las múltiples razones de las desigualdades económicas entre mujeres y hombres no solo de México, sino del mundo. 

El hecho de que hayan más hombres ingenieros, y en especial en las posiciones directivas, esto significa que tienen mayor remuneración económica y poder adquisitivo, y debido al significado que se le ha dado al dinero, esto puede representar mayor autoridad, respeto y admiración social.

Impactos ambientales y sociales

Cuando las identidades masculinas basadas en la fuerza física y en la dominación tienen a cargo las posiciones de toma de decisión, condicionan nuestra relación humana con la naturaleza, y con el agua. Esto lo conoce muy bien la ingeniera y Dra. Anna Kosovac de la Universidad de Melbourne, que ha dedicado gran parte de su trabajo a la investigación de políticas públicas del agua relacionadas con la ingeniería de infraestructura:

 “Los entornos excesivamente masculinos afectan la forma en que se toman las decisiones. En particular, la dependencia de las "soluciones" tecnológicas y de infraestructura para resolver problemas está vinculada a las ideas masculinas de poder.”

“Bajo esta forma de pensar, el agua debe ser controlada, readaptada y redirigida según sea necesario. Creo que debemos reevaluar estos viejos métodos. ¿Realmente tiene que ser todo sobre el control y el poder? La gestión del agua en conjunto con la naturaleza puede ser más prudente (pues) las tuberías y los dispositivos no siempre son la respuesta.”

Si analizamos las políticas y proyectos del agua en muchas naciones, gran parte de estas son de naturaleza hidráulica que modifican las condiciones hidrológicas y ecológicas de las cuencas, por ejemplo en la construcción de grandes presas hidroeléctricas o acueductos que trasvasan el líquido desde largas distancias, a pesar de causar diversos conflictos sociales y afectaciones a la biodiversidad local.

En México podemos considerar de referencia el proyecto de la Presa El Zapotillo en Jalisco, donde los ingenieros planearon originalmente la obra inundando tres pueblos sin importar si la población deseaba abandonar sus lugares de origen. Gracias al activismo  de mujeres y hombres, el apoyo de los medios de comunicación y al compromiso político del actual gobierno federal se logró un acuerdo para solucionar el conflicto.

Otros proyectos con características extractivas son los que ahora se están planeando en Nuevo León con el trasvase Monterrey VI y en Querétaro con el Acueducto III. Esta lógica técnico masculina de “solucionar” los problemas hídricos sigue siendo regla, destacando que detrás de estas obras de infraestructura hay grandes intereses políticos y económicos a los que no les interesa respetar los límites hidro-ecológicos de las cuencas.

No hay nada intrínsecamente malo en usar la tecnología para resolver los problemas del agua. Pero cuando el pensamiento tecnocrático es ‘monolítico’ e ignora cuestiones sociales más amplias, puede convertirse en un problema”, aclara Kosovac.

Otro de los aspectos negativos de la dominación de los hombres en la toma de decisión en la gestión del agua, es que en gran medida no se consideran ni se representan las necesidades y conocimientos de las mujeres. A nivel mundial se reconoce, que en el 80% de los hogares con escasez del vital líquido, las niñas y mujeres son las encargadas de recoger el agua. En México, el INEGI demuestra que son ellas quienes dedican más del doble de tiempo que los hombres al acarreo del agua cuando falta en casa.

¿Hay solución?

Los diversos y complejos problemas del agua no solo tienen que ver con cuestiones técnicas-tecnológicas, legales o de presupuesto. También tienen que ver con cuestiones de género y las relaciones de poder que se generan bajo las divisiones sexuales de trabajo.

Pero “la solución no solo es incluir a las mujeres en puestos de trabajo. Muy a menudo, prevalece una cultura masculina”. “Un enfoque diferente incorporaría conocimientos valiosos de las ciencias sociales, como reconocer los problemas políticos y sociales en juego en la forma en que gestionamos el agua. Este enfoque diferente también puede significar pasar a modelos comunitarios de toma de decisiones o incluso a programas para aumentar la participación de las juventudes en la gestión del agua”, recomienda la investigadora de la Universidad de Melbourne.

Posiblemente muchos hombres del sector del agua y saneamiento no tengamos la culpa sobre las brechas de la mujer en estas áreas, a menos que directamente hayamos discriminado o acosado a una mujer en el ámbito universitario o laboral, hayamos omitido o minimizado sus logros profesionales, hayamos dado preferencia injustificadamente a un hombre en algún espacio, en la toma de decisiones o en la contratación. O también, no estemos contribuyendo equitativamente en las responsabilidades domésticas y familiares.

Al ser esta situación más cultural que técnica, el desafío no solo es para los centros educativos y las instituciones de gobierno, ya que desde las familias se forman identidades con estereotipos y prejuicios. Es por ello que desde nuestros espacios, podemos construir nuevas feminidades y masculinidades inclusivas, cuestionar nuestros privilegios como hombres, rechazar el machismo y desnormalizar muchas realidades del sector hídrico.

No obstante, los organismos operadores de agua y las demás instituciones públicas, pueden impulsar políticas de igualdad y equidad de género en la gestión del líquido, como por ejemplo asegurando imparcialidad en los procesos de contratación, dando salarios base iguales en los mismos puestos, fomentar espacios seguros para denunciar acoso sexual o impartiendo cursos de sensibilización sobre las problemáticas de género.

Si bien existen avances dentro de los organismos operadores de agua en México en cuanto a los porcentajes de mujeres en posiciones directivas, administrativas y técnicas operativas, también es necesario reconocer que actualmente hay una enorme cantidad de académicas, funcionarias, activistas, en el sector social y privado, de diversas edades y de diferentes áreas de conocimiento, impulsando proyectos que ofrecen soluciones para lograr una gestión sostenible e integral del agua. Seamos la #GeneraciónIgualdad.