Como contaminante emergente se entiende todo contaminante previamente desconocido o no reconocido como tal, cuya presencia en el medio ambiente no es necesariamente nueva, pero sí la preocupación por las posibles consecuencias de la misma. La detección de estos contaminantes en el medio ha sido posible sólo recientemente gracias al desarrollo de nuevas y más sensibles tecnologías analíticas.
Entre los contaminantes emergentes presentes en el agua cabe destacar fármacos, compuestos perfluorados, hormonas, drogas de abuso, y productos de cuidado y de higiene personal. En los últimos 5-7 años se ha tomado también conciencia de una nueva clase de contaminantes emergentes: los nanomateriales.
La industria asociada a la producción de nanomateriales tanto basados en carbono (fullerenos y nanotubos) como basados en metales (nanopartículas de plata y oro y óxidos metálicos) ha experimentado un gran crecimiento en los últimos años, y este tipo de compuestos se han detectado en agua residual de origen doméstico. Un nuevo problema, asociado al anteriormente descrito, lo constituyen los microplásticos. El impacto de los microplásticos era ya conocido en el medio marino, pero recientemente se ha publicado su potencial impacto en el sistema endocrino de peces de río.
En los últimos 5-7 años han aparecido nuevos contaminantes emergentes de los cuales aún se tiene poca información ambiental
La principal fuente de entrada de estos compuestos en el medio ambiente acuático son las aguas residuales, aunque también cabe destacar el papel de la agricultura y ganadería como fuentes de contaminación difusa de pesticidas y antibióticos, respectivamente. En la mayoría de los casos su eliminación en las estaciones depuradoras de agua residual convencionales no es completa. Actualmente existen nuevas tecnologías de mayor eficacia para su eliminación, desde las más conocidas como son los birreactores de membrana a otras de mayor coste como la osmosis reversa, la microfiltración o los procesos de oxidación avanzada. Sin embargo, la aplicación de este tipo de tecnologías supone un alto coste en el tratamiento del agua que aún pocas empresas gestoras de servicios del agua están dispuestas a asumir. En ocasiones, con estas tecnologías no se alcanza una mineralización completa del contaminante. En consecuencia, se pueden acumular al final del proceso productos de transformación persistentes que en algunos casos pueden ser más perjudiciales que los compuestos de partida.
Tecnologías alternativas como la recarga de acuíferos, las balsas de infiltración o la utilización de hongos en sistemas de birreactor con cinéticas de degradación mucho más lentas se están también investigando. Sin embargo, el uso de todas ellas queda restringida a pequeñas poblaciones.
El estudio del destino de los contaminantes emergentes en agua y del desarrollo y aplicación de nuevas tecnologías para su eliminación es crucial para realizar una buena gestión de los cada vez más escasos recursos hídricos que necesitan satisfacer una demanda creciente de agua, y cuya calidad se ve seriamente afectada por la presión urbana y agrícola.
Por otro lado la importancia de la presencia de estos contaminantes emergentes en el medio ambiente acuático también empieza a calar a nivel Europeo. Actualmente, el fármaco analgésico diclofenaco y las hormonas 17-alfa-etinilestradiol y 17-beta-estradiol han sido incluidas en la primera lista de vigilancia emitida por la UE, con el fin de recopilar mayor información acerca de estos compuestos para su posible inclusión en la lista de “sustancias prioriatiras” en agua. Por lo tanto, de cara a una futura legislación de la presencia de este tipo de contaminantes en agua es necesario invertir en nuevas tecnologías de tratamiento de agua, y continuar investigando
con el fin de obtener tratamientos de agua más eficientes. Finalmente, destacar el importante papel de reducir el uso de productos químicos, por ejemplo, dosis mínimas de fármacos, para proteger la salud del medio ambiente acuático y reducir los costes de depuración del agua.
Este artículo aparece en iAgua Magazine 4, y está firmado por Damiá Barceló, Director del ICRA, y Crisitina Postigo, Investigadora post-doc en IDAEA-CSIC.