A finales de agosto se adjudicaron los contratos de la última licitación de energía eléctrica de Guatemala, que nace con el objetivo declarado de abaratar la electricidad de un país cuyos consumidores pagan más del doble de lo que se paga en España.
Nuevamente, las ofertas más económicas obtenidas, incluso por debajo de los 100 $/MWh, valores que no se recordaban en muchos años, han sido presentadas por centrales hidroeléctricas, que han sido la tecnología con mayor cuota de adjudicación.
Una vez más se demuestra que la hidroelectricidad puede ser y es la más competitiva de las energías sin necesidad de subvención, siempre y cuando el entorno sea equitativo para todos y no haya ventajas o subvenciones para discriminar, ni se impongan canones o impuestos especiales como se ha optado en España (único país con impuesto al sol, agua y viento).
Y no menciono las ventajas ambientales, solo recordar que estas hidroeléctricas van a sustituir a plantas que queman diesel o un hidrocarburo llamado bunker.
Si el mercado y el recurso deciden libremente, escogen hidroeléctrica. Un campo para redescubrir por las empresas e ingenieros españoles.