He empezado el Día Mundial del Medio Ambiente con una lectura que me ha hecho pensar. Esta mañana me encontré en LinkedIn con una publicación de Ignacio Niño, Senior Advisor en EY, sobre la nueva comunicación de la Comisión Europea: NextGenerationEU – The road to 2026. Ignacio es un experto de primer orden en financiación e integración europea, pero también alguien a quien sigo de cerca porque siempre aporta contexto, criterio y visión de largo plazo.
Lo curioso es que esa comunicación —una llamada clara a ejecutar hasta el último euro del Mecanismo de Recuperación y Resiliencia— se publicó justo ayer, 4 de junio, el mismo día en que la Comisión presentó también la nueva Estrategia de Resiliencia del Agua. Que ambas iniciativas hayan visto la luz casi al mismo tiempo, en vísperas del Día Mundial del Medio Ambiente, no es casualidad. Es una muestra de que el agua y la sostenibilidad están, por fin, donde deben estar: en el centro de las prioridades europeas. Y eso, en un momento como el que vivimos, son muy buenas noticias para el sector del agua.
Una oportunidad irrepetible para transformar la gestión del agua
NextGenerationEU nació como respuesta a la pandemia, pero pronto se convirtió en algo mucho más ambicioso: una herramienta para transformar Europa sobre pilares verdes, digitales y resilientes. A través del Mecanismo de Recuperación y Resiliencia (RRF), la Comisión Europea movilizó una inversión sin precedentes —750.000 millones de euros— para impulsar reformas estructurales en todos los Estados miembros. España, uno de los principales beneficiarios, apostó desde el inicio por el agua como eje estratégico de su plan.
La comunicación publicada el ayer por la Comisión —NextGenerationEU: The road to 2026— es una llamada clara a la acción. A poco más de un año de que expire el RRF, más de 300.000 millones siguen pendientes de ejecución. El mensaje es directo: toca acelerar, simplificar y priorizar lo que aún puede salir adelante con impacto real. Y en ese escenario, el sector del agua tiene una posición privilegiada.
Nunca antes habíamos contado con tantos recursos europeos para invertir en digitalización, eficiencia, reutilización y resiliencia hídrica. Y nunca antes se había puesto tanto el foco en modernizar la gobernanza del agua. En un contexto de sequías persistentes, fenómenos extremos y exigencias normativas crecientes, el documento no solo refuerza el sentido de urgencia: confirma que el agua es y seguirá siendo una prioridad política y económica en Europa.
El agua en el corazón de la recuperación europea
Desde su lanzamiento, NextGenerationEU ha tenido entre sus ejes principales la transición ecológica. Y aunque el foco mediático ha recaído a menudo en la energía o el transporte, el agua ha estado muy presente en los planes nacionales. No podía ser de otra forma: sin gestión eficiente del agua no hay ni adaptación al cambio climático, ni seguridad alimentaria, ni competitividad industrial.
Buena parte de los Estados miembros han incluido inversiones hídricas en sus planes: mejora de redes, digitalización del ciclo urbano, depuración avanzada, reutilización o resiliencia frente a fenómenos extremos. En el caso de España, el agua ocupa un lugar destacado. A través del Plan de Recuperación, el PERTE de Digitalización del Ciclo del Agua y las distintas convocatorias impulsadas por el MITECO, se han movilizado ya cientos de millones de euros en proyectos que combinan sostenibilidad, innovación y cohesión territorial.
La modernización de regadíos en zonas con estrés hídrico, la implantación de contadores inteligentes, los sistemas de alerta ante inundaciones o los programas de reutilización de aguas depuradas son solo algunos ejemplos de cómo los fondos europeos están impulsando un cambio real en el sector. Proyectos que no solo cumplen con los objetivos del RRF, sino que sientan las bases de un nuevo modelo de gestión del agua: más eficiente, más digital y más resiliente.
La cuenta atrás ya ha empezado
El documento de la Comisión lo deja claro: el tiempo apremia. El 31 de agosto de 2026 es la fecha límite para haber cumplido todos los hitos y objetivos. El 30 de septiembre vence el plazo para presentar solicitudes de pago. Y el 31 de diciembre será el último día para que la Comisión desembolse fondos. A partir de ahí, lo no ejecutado se perderá. No es una advertencia retórica. Es un calendario legalmente cerrado.
A día de hoy, más de 300.000 millones de euros siguen sin ejecutarse. Y aunque el nivel de compromiso es alto, el ritmo no es suficiente. La Comisión lanza por ello un mensaje directo: toca simplificar, priorizar y asegurar que los proyectos incluidos en los planes son realistas y viables en el plazo que queda. Mejor enfocar en menos cosas, pero bien hechas, que arriesgarse a perder la oportunidad por intentar abarcar demasiado.
Para el sector del agua, esto representa una doble oportunidad. Por un lado, muchos de los proyectos hídricos están ya maduros técnica y administrativamente, lo que les permite avanzar sin grandes trabas. Por otro, el impacto de estas inversiones —en ahorro de agua, adaptación climática, mejora del servicio público— es evidente y alineado con los objetivos del RRF. Si se actúa con agilidad y colaboración entre administraciones, operadores y empresas, el agua puede convertirse en uno de los sectores con mayor nivel de ejecución y resultados tangibles antes de que acabe 2026.
El legado que queremos dejar
NextGenerationEU fue una respuesta valiente a una crisis profunda, pero su impacto no debería medirse solo por los fondos ejecutados o por los proyectos inaugurados. La verdadera transformación llegará si somos capaces de consolidar un nuevo enfoque: planificar a largo plazo, colaborar entre actores públicos y privados, invertir con criterio y con visión de país.
El sector del agua tiene en sus manos demostrar que esto es posible. Que no solo se trata de construir infraestructuras, sino de modernizar la forma en que las pensamos, las gestionamos y las conectamos con los grandes desafíos de nuestro tiempo: el cambio climático, la transición energética, la cohesión territorial o la justicia intergeneracional.
A poco más de un año de que termine el RRF, aún estamos a tiempo. Pero no queda margen para la complacencia. Actuar con ambición, foco y rapidez es la única forma de aprovechar una oportunidad que no se repetirá. Invertir hoy en agua es proteger mañana. Y esa, al final, es la esencia de cualquier política verdaderamente transformadora.