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Sobre embalses y teorías económicas

Sobre el blog

Eduardo Echeverria
Consultor especializado en ingeniería hidraúlica. Vocal Colaborador del Comité Español de Grandes Presas y miembro del Comité Técnico de Agua, Energía y Cambio Climático del Colegio de Ingenieros de Caminos, Canales y Puertos.

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  • embalses y teorías económicas

Paso mucho tiempo (seguramente demasiado) en las redes sociales leyendo a individuos de todo pelaje y condición. Aunque a veces me caliente un poco no soy especialmente sectario y no evito el debate. En el caso de las presas, que es a lo que me dedico en Spancold, los detractores de las mismas suelen ser personas moderadas y leídas y muchas veces aprendes algo nuevo o ves un punto de vista diferente que enriquece tu manera de pensar. También hay trolls pero suelen tener un nivel más alto que el troll medio de Twitter.

En estos momentos estamos en una sequía especialmente dura en muchas cuencas españolas y las perspectivas en el corto plazo no son halagüeñas. Vamos a pasar una temporada con escasez de reservas lo cual implica, entre otras consecuencias negativas, restricciones de agua para riego (y si sigue empeorando para el abastecimiento) descenso de la producción hidroeléctrica (electricidad más cara), aumento del riesgo de incendios y un largo etcétera de consecuencias negativas en el día a día (por ejemplo frutas y verduras más caras).

Antes de que siga con mi columna he de reiterar el hecho de que si en España no hubiera embalses únicamente podríamos aprovechar el diez por ciento de los recursos hídricos existentes. Gracias a la red de embalses y de presas existentes esta cantidad de aumenta hasta el cincuenta por ciento. Y, añado, si se hubiera hecho una red de trasvases que enlazara eficientemente las distintas cuencas (las autopistas del agua) aún se podría aprovechar un mayor porcentaje del agua existente. De hecho ahora mismo los embalses con capacidad de almacenamiento hiperanual son los que nos están salvando el pellejo. Mientras puedan.

Y he aquí, volviendo al inicio de la columna, que hace unos días leo con perplejidad como una importante organización ecologista publica un artículo indicando básicamente que las sequías se deben de afrontar reduciendo las demandas. Decían más cosas, algunas sensatas. Pero por supuesto no nombraban el papel imprescindible que están teniendo nuestros embalses en este momento crítico. Siendo optimista he de señalar que por lo menos no pedían su eliminación, al menos explícitamente. Pero vamos, que su solución para sequías futuras consiste en apretar el cinturón al señor agricultor y en nombrar como un mantra la directiva marco del agua.

No me extenderé mucho sobre esta directiva. Únicamente contaré que los principios de la misma son mucho más fáciles de poner en práctica en los países del norte de Europa, donde llueve un poquito todos los días, que en España, donde salvo en la cornisa cantábrica y cuatro sitios más, la distribución de precipitaciones es tremendamente irregular tanto espacial como temporalmente. Lo de siempre, que no es lo mismo predicar que dar trigo.

La solución a esta sequía (y a las que vengan) vendrá de varias fuentes. Reducir las demandas está bien y la política de modernización de regadíos emprendida en España en las últimas décadas ha ido en esa dirección. Pero lo que nos hará más resilientes (palabro que alude a la capacidad de las sociedades para hacer frente a las catástrofes con los menores daños posibles) es contar con una red completa de obras hidráulicas y más embalses. Las otras soluciones recuerdan a ciertos economistas que en lo peor de la crisis económica proponían como solución “imprimir más dinero”. Y no es extraño que pase esto. Muchas veces los defensores de teorías peregrinas en lo hidráulico y lo económico parecen ser las mismas personas.

Lean y difundan está columna. Opinen sobre ella. Hagan crítica. Pero sobre todo échenle un pensamiento. Necesitamos más embalses. Otra solución sería como lo de aquel filósofo que intentó que su caballo pudiera vivir sin comer reduciendo cada día una brizna de paja de su ración. Busquen el final de la historia en Google. Pero ya les anticipo que no fue feliz.