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Ahora le toca al sector del agua mover ficha

Sobre el blog

Eduardo Perero Van Hove
Dedicado al análisis de políticas ambientales, es director técnico adjunto de Fundación Conama y responsable del área de economía circular y agua.
  • Ahora toca al sector agua mover ficha

Importantes pasos de España en la adaptación al cambio climático

El pasado 22 de septiembre de 2020 se aprobó el Plan Nacional de Adaptación al Cambio Climático 2021-2030 (PNACC), después de la publicación de su borrador el 4 de mayo de 2020 para someterlo a información pública hasta el 4 de junio de 2020.

España fue en su momento pionero, siendo de los primeros países europeos en publicar un plan estatal de adaptación al cambio climático en 2006 y uno de los pocos planes en nuestro país, que teniendo un periodo de vigencia amplio (2006-2020), con varias legislaturas a sus espaldas y gobiernos de distintas orientaciones políticas, han realizado un seguimiento continuado, con evaluaciones intermedias y una evaluación final.

Sé que puede sonar paradójico agradecer que un Plan cumpla lo que mínimamente se le presupone, ejecutar las acciones en su periodo de actuación y que cuente con evaluaciones intermedias y una evaluación final, independientemente de su grado de cumplimiento. Pero esta presunción se ha convertido en una rareza en nuestra política reciente que merece el agradecimiento.

Tuve el privilegio de participar en el grupo asesor de expertos de la evaluación del plan cuyos resultados han permitido asentar las bases de este segundo plan, que gracias a un proceso posterior de construcción participativa, ha dado lugar a un Plan más ambicioso y maduro, que lo sitúa en uno de los planes de adaptación más modernos en nuestro entorno europeo.

El PNACC es uno de los planes de adaptación europeos más modernos y ambiciosos

El papel relevante del agua en el PNACC

En relación al agua, sin duda, aunque no cumple las expectativas de todos los actores, este es uno de los grandes protagonistas, además de un capítulo dedicado al sector existen numerosas referencias directas e indirectas en otros sectores y apartados, dado que el agua se reconoce como un recurso clave.

Dentro del PNACC el agua cuenta con 6 líneas de acción. Dos de las líneas están relacionadas con el aumento del conocimiento sobre los efectos del cambio climático en el agua, una de ellas evaluando los efectos en los recursos hídricos, los eventos extremos, las demandas y el estado de las masas y de los ecosistemas acuáticos asociados, conforme a los últimos modelos climáticos y escenarios disponibles. El otro por la observación sistémica en el seguimiento de los efectos del cambio climático sobre las masas de agua.

Otra línea de acción está referida específicamente a la integración de la adaptación al cambio climático tanto en la planificación hidrológica como en la gestión del ciclo integral del agua. Entre otras cuestiones, en esta línea de acción se destaca la necesidad de analizar los efectos del cambio climático a los usos del agua, a su calidad y el desarrollo de una estrategia de adaptación a nivel de demarcación que incorpore medidas (con análisis de coste-beneficio) de adaptación anticipadas, planificadas, coordinadas y contingentes, encaminadas al cumplimiento de dichos objetivos.

Las medidas que se prioricen serán aquellas orientadas al ahorro de agua, reducción del consumo, la diversificación de las fuentes de recurso y la mejora del estado de las masas de agua y los ecosistemas asociados.

También se destaca la adaptación de las infraestructuras hidráulicas (regulación, distribución, saneamiento, depuración, desalación, etc.) a los nuevos escenarios y la eficiencia energética, incorporando las energías renovables al esquema conjunto de uso de agua y energía, como medio de reducir los costes de explotación de la generación y transporte de recursos como las aguas regeneradas y desaladas. Las medidas de adaptación tratarán de desarrollarse desde una perspectiva de gestión integral de agua y territorio, potenciándose la coordinación con la planificación territorial.

Finalmente, las otras tres líneas restantes, están referidas a la gestión de los tres efectos más importantes identificados, los eventos extremos, sequías e inundaciones, y el estado de las masas de agua, especialmente a las aguas subterráneas y los ecosistemas acuáticos asociados a las mismas.

¿La decepción del PNACC o falta de implicación del sector del agua?

Podría parecer decepcionante que el PNACC, como así lo expresa el compañero José Antonio Rodríguez de la Cruz no establezca una línea específica en relación al ciclo urbana del agua, pero sí establece las bases para que dicho sector se implique de la mano de los instrumentos de planificación hidrológica para proponer las medidas necesarias, optando a los distintos instrumentos de financiación para su desarrollo.

De hecho, establece en una de sus líneas de acción que las administraciones regionales y locales promoverán trabajos de evaluación del riesgo y estrategias de adaptación al cambio climático en sus respectivos ámbitos competenciales.

¿Qué aportará el sector del agua al futuro y primer programa de trabajo del PNACC?

Aprobadas las líneas estratégicas del PNACC, toca remangarse y proponer medidas. La Oficina Española de Cambio Climático (OECC) está diseñando actualmente el primer programa de trabajo (2021-2015) donde se deben concretar las medidas operativas que desarrollen el PNACC y está abierta a recibir medidas que puedan adoptarse en ese periodo de ejecución.

Ahora es el turno de los agentes involucrados para proponer y colaborar en el desarrollo de ese Programa mediante propuestas operativas. No es momento de quejarse que nadie deja atrás a nadie, sino de colaborar y coordinar las políticas, los planes y los programas con las actuaciones.

Al sector del agua le toca remangarse y proponer medidas para incluir en el primer programa de trabajo (2021-2025) que desarrolle el PNACC

En concreto el ciclo urbano del agua, también tiene mucho que decir y hacer. Las administraciones locales y, en lo que corresponda en cada caso a los operadores de agua en su relación con las corporaciones locales, deben asumir responsabilidades en materia de adaptación al cambio climático en el sector del agua que se pueden resumir en, al menos, las siguientes:

  1. Evaluación del riesgo de las garantías hídricas, calidad del agua, afecciones en los distintos usos, objetivos ambientales, infraestructuras hidráulicas, etc. utilizando los modelos regionalizados de cambio climático.
  2. Y estrategias de adaptación al cambio climático para la reducción del riesgo que incorpore medidas de adaptación, con análisis coste-beneficio, anticipadas, planificadas, coordinadas y contingentes. Entre las medidas destacan las siguientes:
  • Medidas orientadas al ahorro de agua y la reducción del consumo.
  • Diversificación de las fuentes de recurso.
  • Mejora de las masas de agua, especialmente las aguas subterráneas, y los ecosistemas asociados promoviendo las infraestructuras verdes fluviales y la conectividad ecológica.
  • Adaptación de las infraestructuras hidráulicas (regulación, distribución, saneamiento, depuración, desalación, etc.) a los nuevos escenarios climáticos.
  • Eficiencia energética e incorporación de las energías renovables al esquema conjunto del nexo agua y energía.
  • Promover medidas de adaptación contingentes para hacer frente a la sequía, alineadas con los instrumentos de planificación hidrológica.
  • Promover medidas de adaptación contra los riesgos de inundación relativa a la coordinación del urbanismo con los mapas de riesgo, medidas de recuperación morfológica, dinámica natural de los cauces, fomento de las soluciones basadas en la naturaleza (SbN), sistemas de previsión y alerta temprana, sistemas de resiliencia en las infraestructuras de saneamiento, drenaje urbano sostenible, etc.
  • Promover y colaborar con las redes de seguimiento de los efectos del cambio climático para obtener información que permitan mejorar o reorientar las medidas.

La vulnerabilidad de las infraestructuras hidráulicas contribuye a la vulnerabilidad climática

Uno de los aspectos que quizá el PNACC no haya reflejado, es que desde el sector se está reivindicando la vulnerabilidad de las infraestructuras hidráulicas por su escasa renovación debido una a cada menor inversión por distintos motivos.

Esta cuestión, genera una vulnerabilidad estructural en las infraestructuras hidráulicas, que no sólo les hace más vulnerables a posibles eventos del cambio climático, sino también hace que los sistemas de abastecimiento urbano reduzcan sus posibilidades de resiliencia y podamos tener episodios no deseados. Quizá esta vulnerabilidad no esté suficientemente explicitada.

Es por ello, que medidas de renovación de infraestructuras que además se diseñen, no sólo a nivel funcional, sino que incorporen criterios climáticos y otros relacionados, en los casos que sea técnicamente viable, con la utilización de las infraestructuras verdes, generan cobeneficios en la aplicación de las políticas de adaptación al cambio climático, que mejoran las necesarias valoraciones coste-beneficio de las inversiones.

La vulnerabilidad estructural en las infraestructuras hidráulicas, no sólo les hace más vulnerables a eventos climáticos, sino que reduce la resiliencia de los sistemas de abastecimiento urbano

Evitar la maladaptación en el nexo agua-energía

Por último, destacar un concepto importante que este PNACC aborda de manera clara, la maladaptación.

Las acciones de maladaptación son aquellas que pueden provocar incrementos del riesgo de efectos negativos relacionados con el clima, incremento de la exposición a riesgos climáticos, aumento de la vulnerabilidad (ambiental, social o económica), reducción de los incentivos para la adaptación o pérdida del bienestar, en la actualidad o en el futuro.

Algunos ejemplos en el sector del agua serían el desplazamiento del riesgo de inundación aguas abajo por la aplicación de un encauzamiento mal diseñado, incrementando en esas áreas la vulnerabilidad o alimentando el propio cambio del clima con mayores emisiones de gases de efecto invernadero por un aumento en el uso de energías carbonizadas.

Es necesario que el nexo agua-energía se base en sistemas de eficiencia energética y energías renovables para evitar una maladaptación

Es por ello que el nexo agua-energía debe ser especialmente considerado cuando se habla de adaptación al cambio climático, dado que las necesidades de adaptación a través de la diversificación de fuentes de recursos y su transporte, como supone las aguas desaladas y las aguas regeneradas, es necesario que se asocien medidas de eficiencia energética y utilización de fuentes de energía renovables para reducir la mitigación al cambio climático.