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Amianto, agua y soluciones naturales, la historia de "Le Tripode"

Sobre el blog

Eduardo Perero Van Hove
Dedicado al análisis de políticas ambientales, es director técnico adjunto de Fundación Conama y responsable del área de economía circular y agua.

La Démolition du Tripode à Nantes - Dynamitage le 27 février 2005

Tres, dos, uno… bajo un gran estruendo y ante más de 30.000 personas, una fría mañana de febrero de 2005 se demolía “Le Tripode”, un imponente edificio de 18 pisos con forma de estrella de tres puntas, construido en 1972 a orillas del río Loira en la Isla de Nantes.

Desde 1994 la mole de cemento ya estaba desocupada. Antes había albergado a 1.000 trabajadores que acudían cada día a a las oficinas del Ministerio de Asuntos Exteriores, el Instituto Nacional de Estadística y el Tesoro Público del Gobierno francés, desplazados allí por las políticas de descentralización de los años 70.

El Tripode era un caso especial de contaminación ambiental y riesgos laborales. Jean Dumont, el arquitecto autor del gigantesco bloque de oficinas, reconocía en 2005, mientras la torre era demolida, que en su día había solicitado la proyección de amianto en los techos para ayudar a proteger las estructuras contra el fuego dadas las cualidades ignífugas de este material.

Por entonces aún no era bien conocido el daño que el amianto puede generar a la salud por una exposición prolongada. Pero pronto, las 350 toneladas de este aislante repartidas por el Tripode empezaron a inquietar a los empleados, que observaban cómo cada mañana aparecía polvo blanco en sus escritorios. Para solventarlo, se cubrieron los techos con pintura para evitar que las fibras de amianto volaran, pero la protección demostró ser ineficaz.

No fue hasta las movilizaciones sindicales de la segunda mitad de la década de los ochenta cuando se logró la clausura del edificio y la evacuación de los trabajadores, que se llevó a cabo a inicios de los noventa.

Precisamente, fue entonces cuando un electricista de 40 años que se ocupaba del mantenimiento del Tripode falleció, determinándose la relación de su muerte con la exposición al amianto, y reconociéndose que sufrió una enfermedad laboral. Desde entonces ya han sido varios los fallecidos y los enfermos pulmonares que se han registrado.

Se estima que en Tripode, un total de 1.800 trabajadores fueron expuestos a contaminación por amianto. Los estudios epidemiológicos, realizados gracias a la movilización de los funcionarios y organizaciones que les han apoyado, demostraron en 2016 que las personas que trabajaron en este edificio tienen una esperanza de vida media inferior en seis años ala de los empleados de un servicio comparable.

Aun así, el caso no está todavía solucionado y los sindicatos siguen luchando para que se determine al Tripode como lugar oficialmente amiantado, según la legislación francesa de 1997.

Esta figura legal permitiría un reconocimiento rápido de las enfermedades de asbesto y permitiría que los funcionarios aún en actividad (aproximadamente el 20% del personal de Tripode) y amenazado con las mismas enfermedades pulmonares, se beneficien de las medidas de prejubilación a los 50 años y una remuneración bruta del 65% calculada en los últimos 12meses de actividad.

A partir de 1994, cuando se desocupó el edificio, el Gobierno francés intentó venderlo a un tercero, pero no tuvo éxito. Finalmente, y por el valor simbólico de 1 euro, el Tripode fue cedido a Nantes Metropole, administración pública del área metropolitana de Nantes, que después de que el edificio fuera desamiantado procedió a su voladura.

Se estima que en Tripode, 1.800 trabajadores fueron expuestos a contaminación por amianto. Los estudios epidemiológicos realizados han demostrado que la esperanza de vida media es de seis años menos para dichos empleados

Los cimientos dieron paso a un ecosistema dedicado a la depuración

Sobre el devastado solar que antes albergó al Tripode se puso en marcha un proyecto de regeneración urbana diseñado por el arquitecto, urbanista y paisajista Alexandre Chemetoff, Se generó un nuevo espacio urbano caracterizado por la multifuncionalidad (viviendas, servicios, negocios, instalaciones públicas, dotaciones verdes, etc.), la vitalización de dicha área de la ciudad, como un nuevo vecindario, y con el agua como protagonista, dada la cercanía del río Loira, con el que se recuperó la conectividad.

La antigua zona del Tripode es ahora una de las más emblemáticas ambientalmente de Nantes, una ciudad que fue precisamente nombrada Green Capital europea en 2013 y que destaca por el esfuerzo que ha puesto en renaturalizar su tejido urbano.

El nuevo distrito está organizado en torno a dos estanquesde agua, de 1500 m² y 2000 m², donde antes estaban situados los cimientos del Tripode, que estructuran el espacio de norte a sur hasta llegar al Loira, generando en los alrededores espacios públicos dedicados a los peatones y al tráfico calmado.

Estos dos estanques cuentan con un ecosistema de especies acuáticas (juncos, lirios, colas de caballo, espadañas, Miscanthus…) y un sustrato geológico (gravas y arena) que ayudan a filtrar el agua proveniente de los espacios públicos y los edificios adyacentes sin la ayuda de ningún químico.

Es el conjunto de este sistema, como solución basada en la naturaleza, el que ofrece progresivamente dicho servicio ambiental, proporcionando una depuración biológica, física y bacteriológica.

Cuando el agua toma un tono ligeramente verde, indica el buen equilibrio biológico, debido a que muestra la presencia de algas unicelulares, que revelan la vitalidad del ecosistema puesto en marcha.

Asimismo, para que el sistema funcione, el agua se recircula permanentemente, para generar una necesaria oxigenación. Se recrea el fluir de una torrentea provechando el pequeño desnivel, que permite la circulación del agua de un estanque a otro por desbordamiento. También se procura generar un espesor delgado del agua para que pueda ser esterilizada por exposición a los rayos ultravioleta, proceso ya utilizado por los árabes y que recibe el nombre de chadar.

Este sistema de recirculación de agua es alimentado por dos turbinas eólicas ubicadas en el bulevar Louis Barthou, junto a la orilla del Loira, que aprovecha la circulación de vientos de la cuenca fluvial. Estas turbinas eólicas de tipo agrícola operan mecánicamente las bombas que producen entorno al 40% de la energía necesaria para renovar el volumen de agua, siendo el resto administrado por electrobombas.

El sistema de reciclaje está equipado con una válvula de rebose, cuya evacuación está conectada al río y también con un dispositivo de seguridad para evitar cualquier subida de las aguas del Loira a las cuencas en caso de inundaciones excepcionales.

Asimismo, el sistema se complementa con distintos soportes y pasarelas que ofrecen refugio a la vida silvestre relacionada con el sistema fluvial, conformando un espacio ecológico funcional.

Sin duda, en Tripode se conjuga el ejemplo a no repetir y aquel que debe replicarse

La experiencia del Tripode es una historia de drama, pero también de esperanza. Muestra cómo un lugar contaminado por amianto puede convertirse, gracias a la voluntad de toda una región, en un área urbana totalmente rehabilitada basada en principios de sostenibilidad. Se ha recurrido a soluciones naturales que generan servicios ambientales como la depuración y la generación de espacios de biodiversidad, además de ofrecer esparcimiento a la población cercana.

Sin duda, en Tripode se conjuga el ejemplo a no repetir y aquel que debe replicarse, utilizando las soluciones que ofrece la naturaleza para crear un nuevo espacio urbano del siglo XXI que refleja la antítesis de lo que fue el desarrollismo francés de los años 70.

Tripode representa la esperanza de que ciertas pesadillas urbanísticas puedan convertirse en ensueños, sólo aplicando lo que la experiencia y la naturaleza nos muestra. Es posible.