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Reevaluando la hidroelectricidad como energía limpia

Sobre el blog

Elizabeth León-Palmero
Investigadora postdoctoral en el Departamento de Biología de la University of Southern Denmark (SDU).

Publicado en:

Portada iAgua Magazine
  • Reevaluando hidroelectricidad como energía limpia

Desde hace siglos se han construido embalses para abastecer a las poblaciones, así como controlar el flujo de los ríos, y generar energía hidroeléctrica. En concreto, España es el país de Europa con más embalses construidos. En los últimos años se ha acelerado la tendencia en la construcción de nuevas presas destinadas a la producción de hidroelectricidad, especialmente en regiones con economías emergentes.

Por otra parte, los embalses también provocan importantes impactos: fuerzan el desplazamiento de las poblaciones y fragmentan los ríos, afectando gravemente a la biodiversidad, a la regulación del flujo natural, y al transporte de nutrientes y sedimentos. Además, son fuentes significativas de gases de efecto invernadero (GEI), tales como dióxido de carbono (CO2), metano (CH4) y óxido nitroso (N2O). Estos dos últimos con un potencial calorífico 34 y 298 veces mayor que el CO2 en un horizonte a cien años, respectivamente.

Muchas científicas y científicos estudiamos las emisiones de GEI con el fin de determinar la huella de carbono de los embalses y la energía hidroeléctrica, obtenida como la suma de las emisiones de CO2, CH4, y N2O en equivalentes de CO2. Esta tarea es compleja, ya que las emisiones de GEI no son constantes ni en tiempo ni en espacio. Por ejemplo, en los primeros años desde la construcción la emisión de C es mayor debido a la descomposición de la materia orgánica recién inundada.

Además, la relación entre producción y emisión no es inmediata. Parte de los GEI producidos se emiten a la atmósfera, generando las emisiones “primarias”, a las que se refieren la mayoría de estudios. Otra parte importante de GEI producidos se acumulan en el embalse, especialmente en las aguas más profundas, y determinan posteriormente emisiones “secundarias”. Estas últimas raramente se cuantifican. Estas incluyen las que se generan durante la mezcla de la columna de agua en otoño (al redistribuir los GEI disueltos en aguas más profundas), así como las derivadas de la desgasificación durante el turbinaje del agua, ya que suele tomarse de relativa profundidad y viene cargada de GEI. Estas últimas se producirían a la salida de la presa o aguas abajo.

Antes de planificar nuevos embalses se debe valorar su viabilidad e impacto, y considerar el coste en GEI de la energía producida

Almeida y colaboradores (2019) calcularon que las emisiones de CO2 y CH4 por unidad de hidroelectricidad generada en embalses del Amazonas son enormemente variables, pudiendo compararse a las emisiones de la energía solar y eólica o incluso superar a las de las centrales eléctricas de combustibles fósiles, dependiendo de su localización. Nuestros estudios en embalses del sudeste peninsular también apoyan la existencia de una enorme variabilidad en las emisiones de GEI, así como el importante papel de la cuenca de captación determinando estas emisiones. La litología de la cuenca determinó la emisión de CO2; mientras que la mayor temperatura, menor profundidad, y mayor grado de eutrofización (mayor crecimiento de algas como consecuencia de la entrada de nutrientes) aumentó el CH4. Por su parte, las entradas de nitrógeno que recibe el embalse aumentaron las emisiones de N2O.

Con todo ello, ante la pregunta, ¿es la hidroeléctrica una energía limpia? La mejor respuesta es que depende del embalse. Y, sobre todo, que faltan más estudios que cuantifiquen las emisiones secundarias, con lo que el balance empeorará. Antes de planificar nuevos embalses se debe valorar su viabilidad e impacto, y considerar el coste en GEI de la energía producida. Además, con una planificación estratégica se podría disminuir las emisiones de GEI de los futuros embalses. Al mismo tiempo, en casos como España, donde ya tenemos muchos embalses construidos, se podrían disminuir las emisiones de GEI (especialmente CH4 y N2O) estableciendo medidas que reduzcan la entrada de nutrientes a los sistemas acuáticos, como la mejora de los tratamientos de depuración y la reducción de la contaminación difusa por nitratos provenientes de explotaciones agrícolas y ganaderas. Así también contribuiríamos a mejorar la calidad del agua.