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Reflexiones pasadas por agua

Sobre el blog

  • Reflexiones pasadas agua

Hace unos días escuche decir en las noticias (a un hombre de uno de los pueblos del Norte del país), que este invierno, tras la tercera nevada, se habían recuperado los embalses y que ya llevábamos ocho nevadas. Inevitablemente pensé en lo afortunado que somos los seres humanos. Vivimos en un Planeta único que nos da con gratuidad cuando más lo necesitamos. Y lo hace con abundancia y generosidad. En ese momento recordé también a un profesor que tuve cuando cursé octavo de la E.G.B. Él siempre nos decía: "vivimos en un país seco.  Nos alarmamos con la sequía en España. Pero esta condición es normal. Somos un país seco. Pero no os preocupéis, las lluvias siempre regresan".  Es bonito ver como las lluvias siempre son fieles a su cita, tal y como él nos decía.

A lo largo de los años, ver todo ese conglomerado de lluvias, sequías, inundaciones, llenado y vaciado de embalses, presas a rebosar o casi secas, mostrando suelos áridos que en pocas horas son capaces de recuperarse tras un chaparrón inesperado, me sumen en un estado de tranquilidad y de positivismo. Estamos rodeados de alarmismo, intranquilidad y noticias, muchas de ellas, desgarradoras. Pero la vida es eso, vital y esperanzadora, luz en medio de oscuridad. Y es precisamente eso, la esperanza, lo que supone vivir de una manera u otra.

Desde lo antiguo, todas las culturas miraban al cielo y tenían sus propios ritos culturales para esperar las ansiadas lluvias, que harían fructificar sus cosechas. La lluvia siempre llegaba. La nieve también acudía a su cita, como un guardia inglés apostado en el Palacio de Buckingham en Londres. Este ciclo perdurable es lo mismo que ver a un hijo crecer. Por muchos temores que podamos tener, el tiempo va haciendo que vaya madurando, despertando a la vida, enfrentándose a las cosas y saliendo victorioso de los problemas. Porque el triunfo no está en obtener el premio sino en poder superar la prueba.

El agua nos da ese ancla segura, la esperanza de poder continuar. Nos mantiene siempre en nuestro sitio, por mucho que sople la tormenta o se desaten rayos y centellas. La esperanza en forma de agua ha sustentado a la humanidad por siempre y seguirá haciéndolo. Nadie puede parar esa gran verdad. Cuando atravesemos otro periodo de sequía, recordemos que tan sólo hay que esperar, sin desesperarse, esperando a la tormenta, a los vientos y a los caprichosos copos blancos que terminarán por caer para regar la tierra. Entonces, nuestros rostros se llenarán de una luminosa y poderosa esperanza eterna que se sucederá generación tras generación.