Redacción iAgua
Connecting Waterpeople
Fundación Botín
TEDAGUA
Idrica
Rädlinger primus line GmbH
Xylem Water Solutions España
Fundación CONAMA
CAF
Consorcio de Aguas Bilbao Bizkaia
RENOLIT ALKORPLAN
Baseform
IAPsolutions
Asociación de Ciencias Ambientales
s::can Iberia Sistemas de Medición
AGS Water Solutions
Barmatec
AECID
ISMedioambiente
Molecor
Hach
ACCIONA
Likitech
Saint Gobain PAM
Sivortex Sistemes Integrals
Lama Sistemas de Filtrado
J. Huesa Water Technology
TRANSWATER
Innovyze, an Autodesk company
Sacyr Agua
DATAKORUM
Confederación Hidrográfica del Segura
Centro Nacional de Tecnología de Regadíos (CENTER)
ONGAWA
FENACORE
Filtralite
Aqualia
ESAMUR
LACROIX
Laboratorios Tecnológicos de Levante
Red Control
Amiblu
Vector Energy
KISTERS
FLOVAC
TecnoConverting
SCRATS
Schneider Electric
Agencia Vasca del Agua
Ingeteam
HRS Heat Exchangers
GS Inima Environment
Minsait
ADECAGUA
Catalan Water Partnership
ICEX España Exportación e Inversiones
Global Omnium
Hidroconta
Fundación Biodiversidad
AMPHOS 21
Ministerio para la Transición Ecológica y el Reto Demográfico
Almar Water Solutions
Grupo Mejoras

Se encuentra usted aquí

Soluciones al cambio climático (II): El gasto espacial

Sobre el blog

  • Soluciones al cambio climático (II): gasto espacial

En el año 2016 se destinaron en todo el mundo la cifra de 62.200 millones de dólares al gasto espacial.

¿Qué es el gasto espacial?

Es el presupuesto destinado por las naciones o gobiernos a misiones y proyectos relacionados con el espacio exterior. Estos proyectos pueden estar relacionados con el envío de naves tripuladas, el lanzamiento de tecnología robótica para cubrir grandes distancias (como las sondas espaciales), poner en órbita satélites, la contención de asteroides o meteoritos, la búsqueda de vida extraterrestre, la exploración interplanetaria y cualquier otra cosa relacionada con el espacio.

Repasemos, en unas pocas líneas, como comenzó en el siglo pasado la denominada “carrera espacial” que dio comienzo al gasto espacial que forma parte de los presupuestos de las principales potencias mundiales del mundo.

hacia la necesidad del acceso al agua de muchísimas comunidades repartidas en el mundo. ¿Se hubiese podido costear con parte de esa inversión?  

EL 12 de abril de 1961, un nuevo concepto de explorador entró en los anales de la historia. Hasta ahora el explorador estaba vinculado a la Tierra. Pero aquel año, este concepto se amplió hasta más allá de los confines de nuestro Planeta. El cosmonauta ruso Yuri Alekseievich Gagarin fue protagonista del primer viaje del hombre al espacio exterior, es decir, fuera de los límites del Planeta Tierra, al impulsarse hacia los cielos dentro de la cápsula espacial “Vostok I”. Su viaje duró 108 minutos y recorrió una distancia de 40.900 kilómetros al permanecer en una órbita alrededor de la Tierra. De esta manera se convirtió en el ganador del primer envite entre la antigua Unión Soviética y los Estados Unidos de América, quienes estaban protagonizando una agónica carrera espacial.

Al poco tiempo de este hecho, de nuevo La Unión Soviética hizo historia al alcanzar otro gran éxito en 1963: Valentina Vladimirovna Tereshkova se convirtió en la primera mujer que viajaba al espacio dando hasta 48 vueltas alrededor de la Tierra.

Según los estudios publicados hasta la fecha, hasta 8.000 objetos se acercarán a la Tierra en las próximas décadas

Lo que ocurrió a continuación lo conocemos todos: el hombre llegó a la Luna. Pero esta vez fueron los Estados Unidos de América quien lo consiguió antes que sus competidores. Este hito eclipsó los anteriormente conseguidos y fue escrito para siempre en los anales de la historia.

Lo relevante de esta historia va mucho más allá de la famosa frase que recogen los archivos oficiales de la NASA, cuando el astronauta Neil Alden Armstrong dijo “este es un pequeño paso para el hombre, pero un gran salto para la humanidad”. Lo realmente significativo es, viendo las cosas con retrospectiva, intentar dilucidar una cuestión que aún sigue patente y sin respuesta: ¿cuál fue el coste económico para conseguir el éxito de este proyecto? ¿Realmente mereció la pena?

Desde 1959, los científicos de la NASA habían estado estudiando la posibilidad de realizar un alunizaje. Se convirtió en una verdadera obsesión para las agencias norteamericana y rusa. En el caso de la NASA, solicitaron permiso al presidente del país para construir una nave espacial a la que denominaron “Apolo” (haciendo referencia al dios de la mitología griega y romana, el hijo de Zeus y Leto, el hermano gemelo de Artemisa, la diosa de la caza. Apolo era también considerado el dios de la música y de la poesía). Y, aunque todo esto parecía muy poético, el presidente americano de aquel tiempo, Eisenhower, rehusó aprobar dicha solicitud. Seguramente le sorprendería a la NASA dicha decisión, dado que había sido el propio Eisenhower quien había fundado la Agencia Espacial en 1958.

¿A qué se debía su postura negativa en contra del proyecto? Al coste económico. El coste aproximado del proyecto rondaba los 34.000 millones y los 46.000 millones de dólares. El presidente justificó su decisión al mencionar que el proyecto Apolo no iba a revertir lo suficiente en la ampliación del conocimiento científico como para justificar la inversión económica. Así que, la única esperanza que les quedaba a los científicos de la NASA, era esperar a un nuevo presidente que sí quisiese aprobar su proyecto.

El 20 de Julio de 1969 tres astronautas norteamericanos estuvieron 21 horas y 36 minutos sobre la superficie Lunar

Entonces ocurrió. En el año 1961 fue elegido como presidente John F. Kennedy. Y con él, se cumplieron también las expectativas de la NASA. Kennedy puso ante los científicos estadounidenses la meta de enviar un hombre a la Luna antes de que terminara aquella década de los 60 y, por supuesto, hacerlo antes que sus oponentes de la Unión Soviética.

A este respecto, el señor Wendell Marley, ingeniero electricista que trabajó en el sistema de dirección y navegación del Apolo, mencionó a un medio digital: “Había un verdadero sentimiento de rivalidad contra la U.R.S.S., y para muchos de los ingenieros con los que yo trabajaba, este sentimiento también les servía de incentivo. Nos enorgullecía cumplir con nuestro deber en el proyecto de enviar un hombre a la Luna antes que Rusia. Muchos de nosotros hasta trabajábamos horas extraordinarias sin cobrarlas para poder terminar en el plazo previsto”.

Y sí, se consiguió. El 20 de Julio de 1969 tres astronautas norteamericanos estuvieron 21 horas y 36 minutos sobre la superficie Lunar.

¿Qué significó este hecho más allá de hacer historia? Este triunfo fue el pistoletazo de salida a la inversión espacial. Desde entonces el gasto espacial se ha convertido en una propuesta permanente en el mundo. Nuevas naciones como China, La India o La Agencia Espacial Europea están inmersas en este gasto y forma parte de su política presupuestaria nacional.

Según los cálculos, finalmente estos asteroides pasaron a menos de cinco millones de kilómetros de la Tierra

¿Qué beneficios ha traído la exploración en el espacio exterior?

La realidad es que debemos al gasto espacial mucha de la tecnología que ha llegado hasta nuestros hogares. La necesidad de inventar y resolver problemas por parte de la ciencia ha traído la creación de tecnologías que ahora usamos de manera doméstica. Algunos ejemplos de ello son las mantas térmicas, los audífonos recargables o el GPS, entre otros inventos.

Probablemente si Eisenhower levantase la cabeza, se retractaría de sus palabras, que insinuaban que el gasto espacial no contribuía a la ampliación del conocimiento científico lo suficiente como para justificar la inversión. O, quizás, todavía tenga algo de razón.

Para seguir reflexionando acerca de este hecho, pensemos en otra parte del gasto espacial que llama especialmente la atención. Nos referimos a aquel gasto destinado a proteger la Tierra de una amenaza exterior. Aquí ya no estamos hablando de explorar el universo sino de proteger al planeta Tierra de un ataque extraterrestre o del impacto de un meteorito.

Para entenderlo, pongamos un ejemplo.

El 29 de abril de este mismo año, mientras medio planeta permanecía confinado en sus hogares, un asteroide con una longitud lineal de 1,7 km y con una anchura de 4,1 km, pasó muy “cerca” de la Tierra. Este tipo de asteroides, por sus grandes dimensiones, se les apoda "asesino de planetas" porque su impacto directo puede provocar una catástrofe planetaria sin precedentes. Además, como si eso no fuera suficiente, esta roca venía acompañada de otros fragmentos de roca. Por ejemplo, había 2 asteroides (catalogados como el “1998 OH” y el “1998 OR2”), que también fueron clasificados como "potencialmente peligrosos" porque sus dimensiones también "son lo suficientemente grandes como para causar efectos globales si uno de ellos impactara contra la Tierra", citando de las palabras de los técnicos de la NASA.

Según los cálculos, finalmente estos asteroides pasaron a menos de cinco millones de kilómetros de la Tierra.

¿Qué consecuencias en la problemática del cambio climático han traído los residuos que hemos generado en el espacio y que orbitan alrededor de la Tierra?  

¿Cómo se pudo prever el paso de estos asteroides de manera tan exacta? Gracias al gasto espacial que se mantiene en las Agencias Espaciales del mundo.

Sobre lo que ocurrió el 29 de Abril que citamos, la primera vez que se supo de la existencia del asteroide “1998 OR2” fue hace dos décadas. Y, al parecer, su visita es recurrente cerca de la tierra por la órbita que mantiene. Ya nos saludó en el año 2011. Y se prevé que vuelva a pasar cerca en el año 2031, según el seguimiento de la base de datos del “California Institute of Technology”.

Este ejemplo muestra que existen proyectos, como los que encabezan La NASA y la ESA (Agencia Espacial Europea) para detectar y destruir asteroides antes de que estos puedan impactar sobre nuestro planeta. Según los estudios publicados hasta la fecha, hasta 8.000 objetos se acercarán a la Tierra en las próximas décadas.

Lo mencionado anteriormente pone sobre la mesa un hecho ampliamente reconocido: los miles de millones invertidos en el gasto espacial han traído beneficios que se antojan necesarios.

No obstante, preguntémonos como final: ¿y si esa inversión se hubiese dirigido hacía problemas básicos de la humanidad?

Por ejemplo, hacia la necesidad del acceso al agua de muchísimas comunidades repartidas en el mundo. ¿Se hubiese podido costear con parte de esa inversión?

O ¿qué consecuencias en la problemática del cambio climático han traído los residuos que hemos generado en el espacio y que orbitan alrededor de la Tierra? ¿Cuál es su verdadero impacto sobre la atmósfera terrestre?

Son muchas cuestiones las que podríamos sumar a las dos anteriores. Realmente, ¿qué factores habría que poner sobre la balanza para determinar en qué se debería de gastar el dinero del gasto espacial?

Quizás las consecuencias más inmediatas que sufrimos nos puedan ayudar a dilucidar como manejar dicho presupuesto en beneficio de todos. Pero eso, como pretende el artículo, permite una reflexión profunda con muchas preguntas y posibles respuestas aún sobre la balanza.