En México una tercera parte de sus 300 acuíferos se encuentran sobreexplotados, y ya casi ni uno se salva de ser inmune a la contaminación. Por otra parte la población cada vez va más en aumento, demandando mayores servicios de agua, por lo que frecuentemente suceden crisis sociales en torno a este recurso como ha ocurrido en la zona de Iztapalapa en la Ciudad de México, en donde incluso han migrado ya por los sistemas de captación de agua pluvial. Aunado a esta condición, la CONAGUA (la Autoridad Nacional del Agua) ha perdido presupuestos millonarios en los últimos años, lo que ha menguado su capacidad de acción ante el gran reto de esta importante agenda en el país.
En el mundo del agua abundan las soluciones técnicas y los perfiles profesionales altamente capaces de encontrar fórmulas para tratar las aguas residuales, recargar acuíferos o reconstituir los sistemas naturales del agua. El problema al traducir todo ello en política pública en el caso de México (como ocurre en muchos países) es la falta planeación, coordinación, marcos legales robustos, y sobre todo transparencia y participación ciudadana.
El Congreso federal mexicano que acaba de concluir dejó en el tintero la reforma para emitir una Ley General de Aguas que haga realidad el espíritu del derecho humano al agua en nuestro país. Hacemos votos por que los nuevos congresistas se aboquen a ello y construyan un marco de diálogo con la comunidad del agua y la ciudadanía en general, pensando sobre todo en una visión de largo plazo. Más allá de las fricciones post electorales, partidistas, políticas o personales, la realidad es que el agua nos hermana y nos une: sin agua moriríamos todos, por lo que lograr que ésta sobreviva se vuelve un imperativo en un trazo de agenda y más de combate a la pobreza.
Recientemente el Presidente que asumirá las riendas de México a partir del 1º de Diciembre Andrés Manuel López Obrador ha anunciado el nombramiento de la Doctora Blanca Jiménez Cisneros (Secretaria del Programa Hidrológico Internacional de la UNESCO), lo cual sin duda aporta una brisa de aire fresco al sector del agua del país, ya que muy seguramente la agenda ambiental se privilegiará, más que la política o ingenieril, asegurando que las condiciones funestas de contaminación, desperdicio y uso poco sustentable del agua se reviertan.
También un compromiso que ha asumido el nuevo Presidente es el sacar de las condiciones de pobreza a los casi 60 millones de mexicanos que viven en esta condición, y a la par hacer economías en lo que al gasto público se refiere. De ahí que el agua se convierte en un elemento clave para el buen logro de esta agenda, así como el uso de tecnologías del agua para economizar en tiempo, dinero, energía y esfuerzo.
Concluyo con el mensaje de la destacada bióloga mexicana Julia Carabias quien el último lunes de Agosto reciente ingresó a El Colegio Nacional: “Los deberes que tenemos los humanos respecto a la naturaleza y el bienestar de las futuras generaciones nos obligan a cambiar estructuras institucionales, políticas y relaciones obsoletas arraigadas en la sociedad (…). Hemos avanzado poco en este sentido porque cuidamos más el presente que el futuro. Las visiones son clientelares, de corto plazo y existen fuertes reticencias de muchos sectores…”.
Así que en este parteaguas que vive el país, es necesario que el agua se privilegie como parte del paquete de estrategias que se impulsarán desde este nuevo Congreso y la Presidencia de la República que está por iniciar el 1º de Diciembre próximo, en la búsqueda de cómo mitigar la pobreza y la inequidad en México. El agua en ello se vuelve una ecuación sine qua non.