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¿Por qué desperdiciar el agua en México?

Sobre el blog

Estrellita Fuentes Nava
Politóloga y periodista, con 21 años de práctica en el sector del agua en México. Fue Gerente de Cooperación Internacional de la CONAGUA, y actualmente es consultora privada en agua y saneamiento, así como en análisis de riesgos políticos.
  • ¿ qué desperdiciar agua México?
    Cuartoscuro, México.

"¿Por qué desperdiciar el agua?" es el lema con el que las Naciones Unidas conmemoró el pasado miércoles 22 de marzo el Día Mundial del Agua, enfocándose en esta ocasión en el desperdicio del agua y en cómo reducir y reutilizar hasta un 80 por ciento de la que se malgasta en las casas, ciudades, industrias y agricultura, y que fluye de vuelta a la naturaleza contaminando el medio ambiente y perdiendo nutrientes valiosos. También hace un llamado a la recolección y tratamiento de las aguas residuales y a reciclarlas de manera segura. Mundialmente más del 80 por ciento de las aguas residuales que generamos vuelve a los ecosistemas sin ser tratada ni reciclada; mil 800 millones de personas usan una fuente de agua contaminada por material fecal, poniéndolas en riesgo de contraer el cólera, disentería, tifus o polio; el agua no potable, y unas pobres infraestructuras sanitarias, así como la falta de higiene, causan alrededor de 842 mil muertes al año. Por ello el Objetivo para el Desarrollo Sostenible número 6 establece en la agenda mundial garantizar la disponibilidad de agua y su gestión sostenible y el saneamiento para todos, e incluye una meta de reducir a la mitad la proporción de agua dilapidada y aumentar su reciclaje.

Por otra parte, el reúso y el tratamiento del agua pueden representar oportunidades de negocios con ganancias lucrativas: el agua tratada de una forma segura es una fuente sostenible y asequible de agua y energía para procesos industriales por ejemplo, así como para obtener nutrientes y otros materiales recuperables como los fertilizantes para la agricultura; de esa manera no se tendrían por qué estar utilizando aguas superficiales limpias para enfriar turbinas, sino aguas ya tratadas. Ejemplos internacionales que destaca la ONU: en Kalundborg, Dinamarca, la estación energética Asnæs recibe 700 mil metros cúbicos de agua para sus procesos de enfriamiento por parte de la empresa Statoil cada año, y los ahorros del agua que se derivan de ello son considerables: tres millones de metros cúbicos de agua subterránea y un millón de agua superficial al año; también el aeropuerto de Schipol, en Ámsterdam, tiene su propia planta de tratamiento con una capacidad equivalente a lo que emana de una pequeña ciudad de 45 mil habitantes, y además purifica el agua a tal grado que puede regresarla limpia a los efluentes. Y desde 1977 en San Petersburgo, Florida, hay una red paralela de tuberías que se usan de manera mixta para propósitos residenciales, comerciales e industriales permitiéndoles utilizar agua reciclada para el riego, lavandería, lavado de autos, lavado de edificios o parques ornamentales.

De acuerdo con las Estadísticas del Agua en México de la Conagua, el 4.21 por ciento de los volúmenes concesionados se destina a la industria autoabastecida (equivalente a 3.5 millones de metros cúbicos) y el 4.89 por ciento a la generación de energía eléctrica. De acuerdo con este mismo documento, en 2014 la industria trató 65.6 metros cúbicos por segundo de aguas residuales a través de las dos mil 639 plantas industriales que existen en el país; de éstas, el 40.5 por ciento sólo aplican tratamiento primario; el 48.2 por ciento, tratamiento secundario, y sólo el 1.8 alcanza un tratamiento terciario (hay un porcentaje de 9.5 en categoría de no especificado en la tabla). También estima que durante 2014 se reusaban directamente 21.8 metros cúbicos por segundo de aguas residuales tratadas, e indirectamente 69.4 metros cúbicos por segundo. En Michoacán se trata el 38 por ciento de la aguas residuales que se generan (ocho mil litros por segundo) y cuenta con 53 plantas de tratamiento, 34 de las cuales están realmente activas (para poner en operación al resto se requieren 500 millones de pesos).

La reutilización no sólo incluye el aspecto industrial; en el uso doméstico, por ejemplo, cada vez hay más conciencia con respecto a la posibilidad de utilizar el agua de lluvia mediante sistemas de captación con una amplia gama de prototipos. Actualmente existen organizaciones en México sin fines de lucro que ya están trabajando desde años atrás con estos sistemas para llevar agua a los lugares donde no alcanza la red de tuberías convencionales (muchas de ellas sin la ayuda gubernamental más que con los financiamientos privados e internacionales), como la Fundación Cántaro Azul o la asociación Isla Urbana. En un análisis comparativo que hice hace un par de años los, “kioscos azules” de la primera tenían un costo de 20 mil pesos, y el proyecto “Lluvia para todos” de la segunda organización, 36 mil; las dos impactaban favorablemente a las comunidades, además de que cuentan con proyectos demostrativos y reconocimiento internacional. Si comparáramos estas cifras con el presupuesto de la Conagua para 2017, observaríamos que éste es de 26 mil millones de pesos (72 por ciento del presupuesto del PEF que se destina al medio ambiente), del cual el 40 por ciento se le va a gasto operativo y doce mil millones al Proagua para construcción de infraestructura en agua potable. ¿Cuántas localidades podrían atenderse con estos sistemas alternativos de bajo costo?

En cuanto a la responsabilidad de los ayuntamientos de México, quizá los gastos de infraestructura para el tratamiento de las aguas residuales son muy onerosos y en estos tiempos de crisis sea cada vez más difícil atenderlo (y más aún con las nuevas políticas de la Conagua de ya no invertir en plantas de tratamiento y forzar a los organismos operadores para ser “autosustentables” en fast track), pero la academia y las ONG especializadas tienen portafolios de soluciones que son económicas, de fácil acceso e implementación (aunque claro está que no son “negocio”).

Recordemos entonces en el marco de esta importante conmemoración, que el agua es vital para la supervivencia humana y la del planeta: sin comida podemos sobrevivir 30 o 40 días, pero sin agua sólo tres o cuatro días. Por ello hay que renovar cada día nuestro compromiso para que el agua sea utilizada inteligentemente y que la regresemos a su lugar de origen en las condiciones casi iguales a como la naturaleza nos la otorgó, no con el 80 por ciento cargada de nuestra basura y contaminantes como sucede habitualmente. No seamos una peste como raza humana; hasta bajo una óptica utilitaria es más rentable cuidar de estos preciados recursos.