El Rey ha muerto, viva el Rey, es la voz tradicional que señalaba el fin de un reinado y el comienzo de otro, de otra nueva etapa en el reinado, en el hacer de las cosas.
La política del agua en nuestro país, se forjó a finales del siglo XIX y comienzos del XX, según las ideas del regeneracionismo, de las que Joaquín Costa era uno de sus exponentes y con el que se la identifica. Surgió como remedio a una España atrasada, pobre, hambrienta y con baja autoestima. Y sin lugar a dudas esa política del agua, continuada con el desarrollismo de mediados de siglo cosechó notables éxitos y ha contribuido en buena medida a la España de hoy. Pero como ha ocurrido en diversas ocasiones en la historia los éxitos del pasado, lastran nuestro presente y condiciona el futuro.
Las ideas “acostistas” están profundamente arraigadas en nuestra sociedad y encuentra en muchos de nuestros políticos actuales ardientes defensores. Tratar de resolver los problemas actuales que se nos plantean con instrumento creado para resolver problemas del pasado que nada tienen que ver, es un error garrafal, los objetivos de nuestra sociedad, el contexto social y la situación medioambiental son muy diferentes.
Hurgando entre mis papeles salió la diapositiva que encabeza este blog, correspondiente a una conferencia que impartí hace 25 años y que recoge ideas entonces compartidas por muchos jóvenes profesionales, en las que se planteaba como objetivo primordial la garantía del suministro, en el nuevo contexto medioambiental y social y económico.
Pero más grave aún es que las políticas del agua, desde hace una década ha desaparecido de las agendas de los partidos políticos, diluidas en unas nebulosas políticas medioambientales.
La crisis climática en la que estamos inmersos, quizás sea el revulsivo que llame la atención de nuestra sociedad y nuestros políticos, y se replanteen abordar los problemas del agua que se vienen arrastrando en nuestro país desde hace tres décadas.