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Tenemos que reconocer que estamos fracasando

Sobre el blog

Gabriel Caldés
Consultor Senior (MBA) Gestión Hídrica, Dirigió creación ECONSSAChile S.A, Consejero del CPI Chile. Autor del libro La Industria Sanitaria en Chile. Asesor de FCh, EH2030. Consultorías en Latinoamérica y BID.
  • Tenemos que reconocer que estamos fracasando

Estamos perdiendo la pelea global del cambio climático los números y los hechos del ultimo informe de IPCC lo demuestra, frente a esto no podemos hacer otra cosa que adaptarnos y/o resignarnos a vivir en un nuevo escenario ambiental más agresivo con la biodiversidad del planeta, incluido el ser humano. Lo que hagamos hoy, dice el informe, sus efectos tendrán consecuencia en décadas o siglos después, mientras tanto continuaremos aportando toneladas de gases de efecto invernadero (GEI) a la atmósfera. Si bien es cierto que américa latina se ha visto muy impactada por el CC, aporta solo el 5% del total de los GEI., sin embargo, China, Estados Unidos, la Unión Europea, Reino Unido y la India contribuyen el 55% de las emisiones o el G20 genera el 78% del total de los GEI.

Una de las primeras advertencias política y económica de este problema, es del año 1968 del “Club de Roma”, donde científicos y políticos de 30 países se reunieron para manifestar su preocupación por los cambios medioambientales que estaban afectando a la sociedad y al planeta. Años después, en 1972, en la conferencia de Naciones Unidas de Estocolmo, se marcó un hito con la presentación del informe “Los Límites del Crecimiento” o Informe Meadows, donde se nos advertía de los riesgo del incremento de la población mundial, la industrialización, la contaminación, la producción de alimentos y la explotación de los recursos naturales. (En los años 70 había 4.000 millones de personas hoy son 7.900 millones). En esa época se formaron los primeros movimientos ecologistas.

El componente económico es tan dominante en la gestión de un gobierno, que hace de cualquier otra meta de un programa de gubernamental sea un mero elemento instrumental supeditado y prescindible. Es decir, las ganancias económicas justifican cualquier pérdida no económica, el medio ambiente es uno de ellos

En la actualidad, no cabe duda que el ser humano, a través de su forma de producir y consumir bienes y servicios es el responsable del daño del planeta, si bien es cierto, que el modo de producción de comienzo del siglo XX ya aportaba GEI a la atmósfera, sin embargo, fue a partir de la segunda mitad de ese siglo donde la producción y el consumo se expandiera en forma desaforado (consumismo), presionando los recursos naturales y el medio ambiente.

Uno de los eventos que colaboró a esta expansión acelerada del modo de producción (capitalismo), fue el “Consenso de Washington” (1989), que previendo la caída de la Unión Soviética ocurrida años más tarde (1991), marcaría el término de la guerra fría dejando el campo libre para imponer el modelo de libre mercado. Para tal efecto, definieron un conjunto de fórmulas económicas impulsadas por varios organismos financieros internacionales, como el Banco Mundial, Fondo Monetario Internacional y el Departamento del Tesoro de EEUU, iniciaron una serie de recomendaciones a los países, en especial en América Latina, sobre políticas públicas y económicas para la liberación del mercado y facilitar su expansión, donde sería el mercado quién regularía el crecimiento económico en desmedro de la facultad de regulación del Estado. Esto permitió el despliegue de un capitalismo ortodoxo de libre mercado, dando origen a una clase media precaria que aumentó la demanda de bienes y servicios, produciendo un aumento de la demanda de recursos naturales sumándose a la degradación del medio ambiente y de los recursos hídricos.

Después de medio siglo del informe Meadows, no hemos logrado comprometer a la comunidad para exigir reformas profundas o no hemos podido traducir el mensaje de las ciencias y la academia para involucrar al mundo político y empresarial más allá de los discursos y programas de gobiernos incumplidos o de una “responsabilidad social empresarial” que se transformó en una acción de marketing o un lavado reputacional, pero está lejos de ser un compromiso ambiental.

Mientras el comportamiento de las empresas con el medio ambiente no se refleje en los resultados de los estados financieros, sumando o restando a las utilidades, las empresas no se comprometerán con el medio ambiente

Hoy, varios países se encuentran en medio de exigencias de cambios estructurales en lo social y económico. Los expertos del IPCC de las ONU, nos mostraron un “código rojo” indicando que en muy poco tiempo se han causado daños que serán “irreversibles” durante “siglos o milenios” al planeta, mientras las emisiones de GEI no han dejado de crecer y no sabemos hasta cuándo y cuanto aumentaran.

Es cierto que hemos avanzado en Latinoamérica pero en forma muy precaria en información, difusión, algunas normas o leyes, sean eficaces o no y toma de conciencia ambiental de la población, aun cuando en los hechos la comunidad ha tenido una actitud pasiva sobre los efectos del cambio climático, como también se ha creado una institucionalidad minimalista que carece de recursos, liderazgo político y capacidad de gestión para desarrollar los cambios estructurales y detener el daño ambiental.

Las intervenciones que realiza el ser humano que afectan negativamente el medio ambiente, hoy tienen un carácter de seguridad nacional. Son los estados y su población las que están en riesgo

Los movimientos ambientalista, organizaciones sociales, fundaciones, academia y científicos del medioambiente, han fracasado en levantar esta causa y darle una expresión política sólida que permita dar prioridad a esta temática sobre la agenda política y hacerla exigible, pero la indiferencia interesada de los sectores políticos y la oposición de los sectores productivos y económicos han impedido avanzar con la premura que se requiere.

Temas como la escasez del agua, la conservación de los ecosistemas, la biodiversidad y la contaminación ambiental ha estado ausente en los legados de los gobierno en américa latina en los últimos 20 años, como también ha estado ausente de las principales demandas en los estallidos sociales o las grandes manifestación sociales en los últimos años. Como si el mal trato del medio ambiente no tuviera relación con la existencia de la pobreza, desigualdad social o con el desarrollo integral del país.