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No beba agua de llave o del grifo

Sobre el blog

Gabriel Caldes
Consultor(MBA)Gestión Hídrica Creó empresa sanitaria ECONSSAChile, Dirigió procesos de cambios en industria de APyS. Autor libro La Industria Sanitaria en Chile. Asesor de Escenarios Hídrico 2030 FCh, Consultorías en Latino América, BID, otros

Temas

  • No beba agua llave o grifo

Hace algunos días, un extranjero de origen italiano, comentaba que la mucama del hotel donde se alojaba en el centro de Santiago, le habría dicho, y sin que ella lo hubiera consultado, "No beba agua de llave o del grifo" y sin entregar razones o un fundamento de tal afirmación.

Es sabido en el país, que el agua potable que se bebe en Santiago en general cumple en un 98% con las normas sanitarias de calidad y está acreditada y fiscalizada por la Superintendencia de Servicios Sanitario.

Esta actitud de desconfiar de la calidad del agua potable que entregan las empresas públicas, privadas, municipales o mixtas es un tema global. Es cierto que, en algunas ciudades del país o en América Latina, incluso Europa, existen empresas o servicios de agua potable que no cumplen en su totalidad con las normas de calidad o al menos, tienen una calidad discutible. Pero en el caso del país, según la Superintendencia de Servicios Sanitarios, en los sectores urbanos, el agua potable cumple en un 99,5% con las normas exigidas y no es dañina para la salud. Esto no significa que el agua sea igual en todas partes, sin duda que, en el norte desértico y minero se consume un agua más "dura" (contiene un alto nivel de minerales, en particular sales de magnesio y calcio) que en el sur lluvioso y vegetal, donde se consume un agua más "blanda" (contiene bajos niveles de sales de magnesio y calcio). Se podrá decir que son diferentes, que un tipo de agua es mejor que la otra o que una tiene mejor sabor que la otra o que es más sana o no, pero ambas cumplen con las normas de calidad, salvo excepciones muy puntuales.

Una de las acciones de como la comunidad resuelve esta duda de la calidad del agua, es con el consumo directo de agua envasada. En general, las personas tienen confianza de la calidad del agua embotellada que adquieren, aun cuando, desconocen su contenido físico químico. La publicidad se ha encargado de realizar ese trabajo y los consumidores están dispuestos a consumir, un agua con un precio excesivamente alto (aprox. US$ 1,5 por botellas de 330 cc o US$ 3,2 por botellón de 25 litros) en relación al agua potable, cuyo precio de US$ 0,1 centavo, es bastante menor por los mismos 330 cc.

Lo anterior, de alguna manera está reflejando que el agua potable, además de la relación "técnica" con el cliente o consumidor, existe también una relación "emocional" que es más de percepción , donde las personas, por el solo hecho de ser un producto de consumo permanente, fundamental en su calidad de vida y en la salud del grupo familiar, considera que no basta que sea técnicamente un agua sana, sino que debe entregar seguridad en forma permanente y continua de la calidad. El consumidor para generar lealtades y confianzas con el operador deber tener al menosa la percepción que es así. De no ser así, basta que exista una sola denuncia, como la existencia puntual de una leve turbiedad, olor a cloro o cualquier anormalidad, aun cuando sea excepcional, para que la desconfianza se apodere del consumidor o que las dudas, que pudieran existir,se confirmen en la comunidad, dando origen a la frase de "No beba agua de llave o del grifo".

Según la consultora Euromonitor International, en Chile, el consumo de agua embotellada se duplicó, pasando de 268 millones de litros en 2009, a 523 millones durante 2016, con un nivel de ventas anuales cercana a los US$ 500 millones. Se espera, para el año 2021, un consumo de 745,6 millones de litros.

Las cifras demuestran que el consumo de este tipo de agua, está muy lejos de ser una amenaza cuantitativa o económica para los operadores. El consumo de agua potable, en Chile es 18.300 litros mensuales por cliente (18,3 m3/Cliente/mes) contra un per cápita anual de 29 litros de agua envasada.

Por su parte, las empresas que embotellan agua, tienen la ventaja de haber proyectado y posicionado su producto en el mundo de la vida sana, que colabora con mantener una silueta socialmente aceptable y acompaña a los que realizan una actividad deportiva, ofreciéndole al consumidor un "status especial". A lo anterior, se agrega un envase transparente, por lo general de plástico y desechable, donde permite apreciar un agua diáfana y aparentemente pura y sana. El envase además, le da el carácter de transportable en forma fácil y cómoda, en consecuencia, se puede consumir en cualquier momento y en cualquier lugar. Todas estas ventajas 

Descrito lo anterior, se puede determinar que la frase "No beba agua de llave o del grifo", no es producto de disputas de mercado. El tema central, es la amenaza reputacional y la desconfianza que generan los operadores ante la comunidad, por la calidad del agua potable. Es necesario reconocer que existen ciudades en América Latina, que el agua de la llave o grifo no es posible consumirlas y la comunidad debe recurrir a otras alternativas para el consumo directo.  

Se estima que, en Chile, del total del agua potable que producen las empresas al año, (1.150 millones de m3), solo un 3% corresponde al consumo directo de las personas, es decir, el 97% del agua potable se utiliza para labores de aseo que van al alcantarillado, riego de jardines y otros usos, pero no para consumo directo.

Hoy las empresas que embotellan agua y que su venta es mediante envases plástico, no solo su precio de US$1,5 dólares es excesivo en relación a sus costos, si no que su botella es altamente contaminante (ver video) aportando unos 700 mil envases de plástico anuales al medio ambiente. Sin embargo, una parte de los consumidores siguen dándole su preferencia por sobre el consumo del agua potable.

Finalmente, para darle movilidad al agua potable, se podría extraer de la llave o del grifo utilizando un mismo envase de plástico en varias ocasiones y consumir anualmente los 29 litros por cápita, evitando un importante aporte de plástico a la contaminación del medio ambiente.