En América Latina, existen sectores políticos, económicos, académicos, técnicos, movimientos sociales, ambientalistas e industriales, que tiene un diagnóstico bastante consensuado en la necesidad que, en aquellas áreas geográficas donde existan cuencas con desbalance y/o escasez hídrica, es necesario desarrollar proyectos para que se utilicen las aguas servidas tratadas como una nueva fuente hídrica. Por otra parte, en los últimos años en el mundo técnico del agua se han escrito, en este sentido, paper, informes, documentos varios y se han realizados foros, seminarios, congresos, etc. en el cual se analiza la viabilidad de "reutilizar" las aguas residuales tratadas y todos concluyen que estas aguas se deben utilizar y se destacan ventajas de todos tipos.
Por su parte, los organismos internacionales más importantes del planeta como la FAO, ONU, Banco Mundial, BID, CAF, OMS, Fundaciones, ONGs, etc., incluso algunos Gobiernos, también comparten la convicción de utilizar las aguas servidas tratadas.
Desde punto de vista técnico, el tema está resuelto. El mercado del agua, sanitario y tecnológico permiten acceder a variadas ofertas de soluciones de tratamiento de aguas dependiendo del volumen, calidad de las aguas, condiciones climáticas, actividad comercial, etc., que junto con las exigencias normativas de la calidad del agua tratada existentes, permiten asegurar una oferta que cumple con las normas de calidad de aguas para ser utilizadas, al menos, en la agricultura y otras actividades comerciales.
Sin embargo, también existen otros sectores (minoritarios) que no tienen la convicción que este proceso sea eficiente y carente de riesgos y/o que los volúmenes de agua tratadas sean significativos como para mitigar una escasez hídrica, sobre todo, que en LATAM aún falta tratar alrededor del 65% de las aguas residuales. Alguno de estos sectores, son de la salud pública por el riesgo biológico y químico de la calidad del agua, sector financiero o de hacienda pública que no priorizan inversiones de este tipo, por la falta de certeza jurídica y técnica, además del riesgo que una vez realizada la inversión, se pueda sustentar la operación y continuidad de este servicio.
También, existen interesados en que no se avance en este tema y estos son algunos sectores que se ven beneficiados con la situación actual, como son los agricultores y todos aquellos que extraen o usan gratuitamente recursos hídricos superficiales o subterráneos que están ubicados aguas abajo de donde el operador sanitario dispone las aguas servidas tratadas. Estos sectores están siendo beneficiados y subsidiados por los usuarios de la ciudad o el Estado, que pagan la cuenta de los servicios sanitarios o parte de ellas en su boleta, por las obras y operación de la conducción, tratamiento y disposición final de las aguas servidas tratadas.
Entonces ¿Qué nos falta? ¿Por qué no se avanza en el desarrollo de esta actividad existiendo un importante consenso de su beneficio?.
Algunos factores que atentan contra el utilizamiento de las aguas tratadas son:
1.- Falta liderazgo institucional que incorpore la reutilización de las aguas residuales tratadas como parte de la Gestión Integral del Recurso Hídrico y la voluntad política para regular, emitir normas y políticas públicas, que permitan e incentiven a la sociedad a desarrollar en forma sostenible y con seguridad jurídica, sus modelos técnicos, sociales o de negocios a los actores de las cuencas.
Mientras no exista un marco técnico, jurídico y económico que transparente los beneficios ambientales, sociales, de salud pública e incentivos económicos o subsidios, no será posible que se encuentre la oferta con la demanda para que llegue la inversión pública, privada o de organismos internacionales (BID, CAF).
Se debe contar con un modelo de negocio público-privado, donde se defina quien paga los costos de la inversión, operación y mantención de estos sistemas para asegurar la continuidad de servicio. Reconociendo que existen una enorme variedad de usuarios de estas aguas, que pueden ser, desde pequeñas comunidades de agricultores económicamente vulnerables que no cuentan con recursos, hasta grandes empresas eléctricas, mineras, agrícolas e industriales.
2.- Lo cultural juega un rol importante en la viabilidad de utilizar las aguas tratadas. En general, en la población de LATAM, existe un rechazo cultural fundado en la desconfianza al uso de estas aguas, como consecuencia de casos de tratamientos ineficientes, sobre todo, cuando la ciudad ha estado mucho tiempo sin tratar las aguas y se instala una planta de tratamiento. Debe pasar un tiempo para que la comunidad adquiera seguridad en el tratamiento de las aguas residuales. Hoy existen casos exitosos donde estas aguas se usan y son parte del desarrollo del país, como Israel, Singapur, algunos Estados en EEUU y Medio Oriente.
En América Latina, existe un importante déficit de infraestructura en el saneamiento de estas aguas. Hasta hace algunos años, el 20% de las aguas residuales eran tratadas eficazmente, sin embargo, existía infraestructura para el tratamiento de alrededor del 35% de las aguas residuales. Por su parte, en Europa, según datos publicados en 2013 por la Comisión Europea, de las 27 capitales europeas de los países de la CE, sólo 11 tenían sistemas de recolección y tratamiento que se consideraban adecuados y eficientes. Es decir, además de faltar infraestructura para el tratamiento, aún existen operadores que tratando las aguas, lo hacen en forma ineficiente. Esta situación, aumenta la desconfianza de la sociedad para el utilizamiento de las aguas recicladas.
3.- Existe una falta de disposición a pagar o incapacidad de pago de los eventuales usuarios por el uso de este tipo de aguas. Esta situación, afecta la viabilidad y sustentabilidad de los proyectos, por no contar con financiamiento seguro para la inversión, operación y mantención, quedando solo la alternativa de financiarse con fondos públicos y estos deben competir con otras inversiones sociales, como escuelas, hospitales, puentes, salud, etc., que tienen una mayor prioridad política que el uso de las aguas recicladas.
4.- El análisis del Cambio Climático con sus consecuencias como la escasez hídrica y la forma de enfrentarlo por parte de los Estados, también genera importantes niveles de consensos a nivel global. Sin embargo, no se refleja la urgencia o la asignación de recursos que requiere la implementación de estos planes o programas hídricos de los Gobiernos. Al parecer, existe un desacople entre los discursos de las élites técnicas y políticas, con las obras y programas relacionados con el agua que ejecutan los Estados. Es en este entorno donde el reutilizamiento de las aguas residuales tratadas se encuentra.
La “oferta” de agua reciclada ya existe, pero no ha logrado encontrarse con la “demanda”. Actualmente no hay una demanda significativa, dispuesta a correr el riesgo, como para sostener una inversión de largo plazo y que dé seguridad de uso permanente. Sin que exista algún marco jurídico que defina responsabilidades, tarifas, subsidios y financiamiento, es difícil que se desarrollen obras o un mercado robusto para el utilizamiento de estas aguas.
No es menor para los Estados, en un contexto político, fijar un precio con o sin subsidios para usar estas aguas, identificando quienes se beneficiarán y quienes pagarán o se repartirán los costos, o quiénes serán los propietarios o gestores del agua (Estado u Operadores) o los responsables de la calidad y abastecimiento, quienes serán los organismos fiscalizadores, etc. Estas definiciones exigen de un debate entre los interesados y la sociedad y para eso, este tema, se debe incorporar en los planes gubernamentales, políticas públicas o en los programas de Gobierno de los candidatos locales o nacionales.
En este sentido, la academia, organismos técnicos y operadores públicos y privados, tienen una gran responsabilidad en el liderar y levantar soluciones para realizar propuestas de modelos técnicos sustentables al mundo político, para que podamos salir del estancamiento en el que estamos.
Finalmente, es necesario insistir en el adecuado uso conceptual. Cuando utilizamos los conceptos de “reutilización” o "re uso" de las aguas, nos referimos a emplear la misma agua residual cruda, en alguna actividad. Cuando las aguas residuales son tratadas mediante un riguroso y costoso proceso técnico, tienen como resultado un “agua nueva”, con otro valor social y económico, producto de una distinta composición física, química y bacteriológica en relación a las aguas residuales crudas, por lo tanto, no se puede reutilizar, pero sí está en condiciones sanitarias de ser “utilizada” o “usada” en otra actividad productiva. El concepto de reutilizar o re usar, tienden a legitiman y colaboran con el rechazo cultural en la población por que se asocia a las aguas servidas crudas. El reutilizar o re usar significa emplear la misma agua residual cruda y volver a utilizarlas en una actividad productiva.
Sabemos que en algunos sectores de América Latina, aun se reutilizan directamente las aguas residuales crudas en el regadío agrícola no asociados al consumo humano y animal. Por otra parte, cerca del 70% de las aguas residuales crudas se depositan en ríos desde los cuales, posteriormente, se captan las aguas para ser reutilizadas o re usadas en alguna actividad productiva o para el consumo humano.
Mientras no cambiemos esta mirada y marquemos una diferencia, entre el uso y el re uso, la barrera cultural y el rechazo de la población será difícil de traspasar.