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Ya es tarde, hagamos lo que hagamos nos faltará el agua

Sobre el blog

Gabriel Caldés
Consultor Senior (MBA) Gestión Hídrica, Dirigió creación ECONSSAChile S.A, Consejero del CPI Chile. Autor del libro La Industria Sanitaria en Chile. Asesor de FCh, EH2030. Consultorías en Latinoamérica y BID.
  • Ya es tarde, hagamos lo que hagamos nos faltará agua

Se nos acabó el tiempo, no podemos seguir esperando que llueva (porque no va a llover) o que algún gobierno o grupo político haga algo (porque tampoco lloverá). La crisis del agua la conocemos hace más de 10 años, donde científicos y académicos, como organismos nacionales e internacionales nos advirtieron de las graves consecuencias de esta crisis, pero la nueva normalidad hídrica se nos instaló en casa. Ahora las prioridades y urgencias son distintas, ya no es tomar medidas solo para enfrentar este nuevo entorno, lo importante hoy es prepararnos para convivir o sobrevivir a las consecuencias hídricas que ya no podemos controlar. La falta de agua en los campos y el racionamiento o la falta de abastecimiento del agua potable en las grandes ciudades será inevitable, como lo están viviendo actualmente algunas localidades rurales del país, al igual que las inundaciones y aludes que hemos tenido donde  han muertos varias personas y arrasado localidades o de “pequeñas migraciones” silenciosas que están sucediendo desde el norte, al centro y sur del país de pequeños agricultores, arrieros, cabreros y otros.

Según el borrador de un informe clave de la ONU que se publicará el año 2022, el Grupo Intergubernamental de Expertos sobre el Cambio Climático (IPCC) pronostica que la “vida en la Tierra se alterará de forma irreversible y dramática en los próximos 30 años si no se toman medidas drásticas ahora mismo, agravando desde la escasez de agua y la malnutrición hasta los éxodos y la extinción de especies" y continúa, los impactos devastadores sobre la naturaleza y el hombre se acelerarán independientemente del ritmo de reducción de emisiones de gases de efecto invernadero que se logre obtener.

Hagamos lo que hagamos nos enfrentaremos a la falta de agua potable en ciertos períodos en las grandes ciudades, porque no será un problemas de inversiones o de eficiencia, simplemente no habrá agua. Los ciclos naturales del agua son bastante variables con mayor razón cuando hay escasez y no tienen el mismo comportamiento del consumos humano que es mas estable y permanente

En el país, los últimos antecedentes del Ministro de Obras Públicas, “este año 2021 será el más seco de la historia, incluso superaremos al año 2019 que tenía el record de menor precipitación desde que se tienen registros.” Nos demoramos solo 2 años en batir un record que tenía una antigüedad de más de un siglo y es probable que el 2023, nuevamente superemos el mismo record. Según Greenpeace, Chile es el país con la mayor crisis hídrica de todo el hemisferio occidental. Los pronósticos de la Dirección de Meteorología de Chile (DMC), dicen que “no se vislumbra un vuelco positivo” de la tendencia sostenida a la disminución de las lluvias que este año llega hasta el 80 % en algunas zonas. Todo este escenario no incluye el aumento de la temperatura, el avance del desierto, los desastres “naturales, etc.

No es fácil entender entonces por qué, frente a estos graves y evidentes efectos que enfrentamos, tanto de origen climático como de la forma en que usamos, repartimos, consumimos y tratamos el agua, sabiendo que ponemos en riesgo la vida, la salud de la población y el medio ambiente del país no avanzamos en nuestra adaptación. En los últimos 2 o 3 gobiernos (más de 10 años), no han existido iniciativas significativas o propuestas concretas para realizar planes de trabajo o de emergencia u hojas de ruta para realizar los cambios necesarios para adaptarnos a los nuevos escenarios hídricos y evitar los impactos negativos que estamos viviendo. Sin embargo, en los actuales programas de los eventuales candidatos presidenciales de las elecciones de este año, hasta el momento, tampoco existen propuestas de reformas al agua, solo títulos, algunos polarizados, ideas sueltas que manifiestan intenciones más que convicciones y no se saben cómo se implementarán y para qué, quién las realizará, cuanto costarán, etc. 

La falta de liderazgo del Estado y la oposición de algunos sectores productivos que ven una amenaza en los cambios, acompañado de la falta de diálogo, ha impedido lograr consensos básicos para poder avanzar como se requería, pero ya es tarde, las prioridades de corto plazo hoy también deben estar en prepararnos más en las consecuencias que tendrán para el país

La ausencia del Estado en el conflicto de los recursos hídricos, la falta de liderazgo y la actitud individual y productivista por parte de los dueños de derechos de aprovechamiento de aguas, han permitido que cada sector productivo de acuerdo a sus capacidades e interese busquen sus propias soluciones aun cuando afecte o impacte la cuenca, los ecosistemas, la comunidad u otros usuarios, que generalmente son los más vulnerables los que terminan más perjudicados.

Como país, sabemos de experiencias exitosas y recientes. En la década pasada el sector energético se reformó completamente permitiendo que actualmente nuestro potencial de generación eléctrica con energías renovables sea 70 veces mayor a todo lo que tenemos instalado a la fecha. Hoy el Sistema Eléctrico Nacional, está pasando del 20% de Energías Renovables al 40% a finales de esta década –explica el ministro de Energía. Todo esto a un menor precio.

La Agenda Energética y la Hoja de Ruta, donde la definición de la política pública de energía con consulta pública marcaron un antes y un después del proceso. Pero el factor crítico de éxito fue el liderazgo del Estado con el Ministro Máximo Pacheco y la participación de los sectores generadores y distribuidores de energía con una agenda común, producto del logro de llegar a los consensos necesarios para superar las diferencias y actuar.

La prolongada falta de disposición política a enfrentar el conflicto del agua de los últimos gobiernos, al igual que los grandes usuarios de agua no ha sido la esperada. Aun no se ha creado un espacio institucional de diálogo con el claro objetivo de buscar consensos para resolver la crisis del agua y hacer las reformas necesarias

El agua es un recurso distinto al energético y más complejo de resolver, a diferencia de la energía que es un producto, se amplió la oferta con nuevas tecnologías. En el caso del agua que es un recurso natural, la opción de modificar la oferta (hasta el momento) en forma significativa aún no es viable y solo queda al corto plazo intervenir la demanda. Una reforma que intervengan la demanda del agua cuando la oferta disminuye, al menos al corto plazo, no es rentable política y económicamente, con mayor razón cuando aún no existen las condiciones que permitan llegar a acuerdos suficientemente sólidos para proponer y hacer las reformas necesarias al actual modelo de gestión del agua. Mientras esto no suceda, la política seguirá esperando, el Estado seguirá ausente y los grandes usuarios oponiéndose a las reformas estructurales. Un buen ejemplo de esto son las modificaciones del Código de Agua que lleva más de 11 años en el parlamento y aun no hay acuerdo.

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