“Cada vez más violento es el portazo a los demás.
Y olvidando que somos los demás de los demás”.
Declamaba Alberto Cortes (1940-2019) ‘El Demás”. Humberto Maturana (1928-2021), filósofo chileno, preguntaba “¿Por dónde comenzar?”.
Las repuestas fueron: “terminar con la intolerancia, el desorden, el descontrol, y la pérdida del respeto merecido por el otro, y empezar por “redescubrir la empatía”, y con ello recuperar la mutua y amorosa convivencia que despierta confianza y esperanza en todos”. “RECONOCER EN EL OTRO, A OTRO LEGÍTIMO OTRO”.
EL OTRO, OTRO LEGÍTIMO OTRO, ese otro legítimo otro, es un ser al que se le reconoce su dignidad, sus derechos; el reconocimiento de la dignidad humana implica un cambio de paradigma, puesto que el que se tiene actualmente es desconocedor de la dignidad, del derecho, de la humanidad, y la naturaleza, estimándose como objetos de uso, y sujetos de abuso.
El modelo económico, basado en la explotación de los recursos naturales, y del menos favorecido, han puesto al margen a las comunidades étnicas y campesinas y alrededor de la extracción del recurso natural, el desplazamiento de las personas, existiendo una relación persistente entre el Índice de Pérdida de Biodiversidad, directamente proporcional al de Pobreza Multidimensional.
El cuidado de la vida en todas las expresiones y la defensa del territorio, son acciones de la protección de la dignidad humana, de las tradiciones que se tienen sobre el uso de los recursos y del acceso a los bienes que los territorios proveen, que en algunos casos, son desconocedores de lo otro como legítimo otro, la sobreexplotación de las aguas, de los minerales, o la implantación de monocultivos, son proyectos que a escala sistemática y volúmenes de producción están marginando al pequeño productor, no reconociéndolo como legítimo otro.
Las tasas de deforestación, y las garantías que desde lo público y lo político han puesto al servicio de las comunidades que viven dentro de los ecosistemas estratégicos, no han sido para el cuidado de la vida, ni de los bosques; dándose una falta de reconocimiento de lo otro como legítimo otro, dificultando la construcción de confianza, ante la institucionalidad, este cuidado se ha dado en las relaciones seres humanos-naturaleza y, en la provisión de bienes y servicios, existiendo en ello una relación directa de apropiación y cuidado.
En la legislación, existen audiencias públicas ambientales, está consagrado el derecho a la consulta previa en las comunidades étnicas, no en las campesinas, y con todo esto, es prevalente la falta de información pública adecuada y accesible a los mecanismos de abordaje de los conflictos ambientales, derivados de los proyectos estratégicos de interés nacional, como son los proyectos de minería, energía y de monocultivos, entre ellos los del aguacate, dan cuenta de los altos niveles de violencia y estigmatización contra los líderes sociales (ambientales y de derechos humanos) y las autoridades comunitarias étnicas (indígenas y afros), particularmente cuando expresan posturas contrarias a la instalación u operación de macroproyectos empresariales extractivos en sus territorios.
Para comprender esta situación en doble vía, es decir, que las grandes empresas reconozcan que, dentro de sus áreas de influencia, habitan comunidades que luchan por tener mejores condiciones de vida, —el otro como legítimo otro— que reconocen la importancia de los ecosistemas que habitan —lo otro como legítimo otro—, páramos, bosques y humedales, que producen agua y oxígeno, captan carbono, protegen los suelos, proveen recursos, regulan el clima, y tejen y practican relaciones sociales, culturales, comunicativas que además de comprender los conflictos, los transforman, con base en el reconocimiento del Otro como legítimo Otro, ese es el mayor cambio, cuidar la vida, defender el territorio; reconocer la diversidad, que estos ecosistemas necesitan ser salvados, que la vida allí vale y merece un tratamiento distinto, la apropiación bosquesina del territorio, con seguridad humana integral.
Una construcción en democracia de género, reconociendo el desafío creativo que supone la implementación de una propuesta que salve los páramos, los bosques y los humedales en términos de desarrollar una política cultural y una cultura política que transforme el patriarcado, que no deje que la gestión de los ecosistemas gire en torno a la geoeconomía y la geopolítica, que se expresan tanto en el ámbito de lo público como en el ámbito de lo privado.
Un reconocimiento del otro y de lo otro con derecho a derechos, en la convivencia, sin relaciones de dominación y de apropiación, que niegan al Otro, como lo impone el orden patriarcal; se propone: “una recuperación de nuestra Biología del Amor, de relaciones basadas en el reconocimiento del Otro como legítimo Otro, que siglos de patriarcado no lograron modificar genéticamente; no es la agresión la emoción fundamental que define lo humano”, como debe ser la relación con el páramo, el bosque y el humedal; cuidar la vida, defender el territorio, salvar el humedal, el bosque y el páramo.
Capacete: Celeste, el páramo, el bosque y el humedal, son nuestros últimos ecosistemas.
Cardona Arango, B. (2014). Por una Cultura no patriarcal. Manual para Facilitadores en Procesos de Promoción de Masculinidades no Hegemónicas. Bogotá, Colombia: Corporación de Servicio a Proyectos de Desarrollo – Podion.