Durante Foro Mundial del Agua, celebrado en Marsella, Francia, en 2012, se concluyó que es necesario mantener amplitud de criterios respecto a las formas de gestionar el acceso al recurso agua, de manera de considerar los costos de prestación, las economías de escala, pero, además, las implicaciones sociales y medioambientales que deben atenderse para enfrentar el desafío de universalización y de manejo sostenible del agua. Aunque se trata de un tema donde convergen distintos intereses y no existen respuestas únicas, el consenso y la corresponsabilidad constituyen mecanismos clave en la búsqueda de una gestión sostenible.
Sin embargo, “gestionar y reducir” las pérdidas del recurso hídrico, que pueden ocasionarse por el uso indebido del servicio, es una labor crucial que deben afrontar las empresas de acueducto y alcantarillado, con el objetivo de ser rentables e incrementar sus utilidades. Por esta razón, es indispensable que cuenten con herramientas tecnológicas que faciliten la toma de decisiones oportunas y que apoyen la gestión de las pérdidas, el aseguramiento de ingresos y el control de su operación.
En ese sentido, en las discusiones sobre la escasez de agua y la conservación, un tema que surge con frecuencia, es la reducción del agua sin contabilizar. El agua sin contabilizar (ANC) es uno de los problemas más persistentes en los sistemas de agua potable. Es agua que se bombea, pero que luego se pierde o no se tiene en cuenta en el sistema. Finalmente, los costos asociados con el robo, la evaporación, la medición defectuosa, la recopilación de datos deficiente, y especialmente las fugas, se transfieren al cliente. La Agencia Internacional de Energía ha estimado que el 34% de toda el agua en el mundo se convierte en agua sin contabilizar, obviamente que el problema varía según la región.
En Venezuela, en la actualidad, las ciudades y sus sistemas de agua potable y saneamiento se enfrentan a crecientes retos relacionados con la inequidad social, el manejo ambiental de la explotación del recurso, y la viabilidad de sostener económicamente su mantenimiento, ampliación y mejoras. El arreglo institucional actual, que centraliza la gestión del agua está en manos del Estado y está divorciada del manejo urbano y territorial, es anacrónico y no ofrece las respuestas adecuadas. Aunado a ello se encuentra atender el desafío de reducir el impacto del ANC, que se estima es superior al 30%. Un valor considerado muy alto para un país que atraviesa una Emergencia Humanitaria Compleja en el acceso al agua potable, ya que el problema no se centra en la escasez física del recurso, sino más bien en la débil gestión de las empresas operadoras.
Ahora bien, también es importante que los suscriptores contribuyan en reducir las pérdidas de agua de tipo residencial y/o domiciliaria, cuya sumatoria es tan grande como una avería en la red principal. De esta manera se estaría actuando en corresponsabilidad con la empresa prestadora de servicio en la mitigación de este problema.
El agua sin contabilizar es una de las metas más fáciles de lograr para mejorar la eficiencia de los servicios de agua, debido a que en un momento de aumento de la demanda de agua y disminución de los suministros, el agua sin contabilizar es una carga que la gestión del agua no puede permitirse, y satisfacer la demanda de agua requerirá la apertura a nuevos enfoques.