La dificultad de comprender el mundo va en aumento. En el tablero se establecen nuevas conexiones cuyas interacciones se intuyen pero difícilmente se pueden ponderar de forma adecuada. El efecto mariposa aparece en los escenarios más diversos, de manera que causas aparentemente pequeñas y lejanas producen efectos sensibles en nuestra proximidad. La crisis económica, o el giro inopinado de la política americana se instalaron entre nosotros sin apenas predicciones que avisaran. Por no hablar de los giros recientes de la política española.
Cuando algunos fabricantes de chocolate ofrecieron cromos coleccionables, sus ventas aumentaron. Claro que ya no estaba claro si aquel chocolate se vendía más por su calidad o por los apetecidos cromos.
Algo parecido sucede cuando diversos actores juegan en muchos tableros a la vez. En el sector del agua, la financiación ha sido cebo para muchas adjudicaciones, y ya no digamos aquellas situaciones en las que se han barajado diversos servicios en un municipio o en diversos ámbitos de una comunidad autónoma.
Los intereses cruzados se expresan en función de planteamientos estratégicos que escapan del ámbito local o de un servicio concreto. Los actores privados del mundo de los servicios, por su tamaño, actúan en función de planteamientos en los que a veces prima la rentabilidad, a veces la reputación, o simplemente las expectativas de futuro con la vista puesta en su estrategia de conjunto. En una economía globalizada, el trato que recibe una determinada administración tiene aspectos ajenos a la lógica directa de la actividad que se propone. La comprensión de esos contextos es esencial para la mejor defensa del interés público.
Pero esa complejidad natural de los intereses cruzados que se expresan en nuestro entorno tiene elementos añadidos que, a la manera de la tinta del calamar, añaden confusión y ocultan la realidad. Así se crean relatos publicitarios que ocultan la aversión al riesgo y las formas de condicionar al poder. Ya no es sólo el efecto mariposa, una concatenación azarosa -por poco predecible- de acontecimientos, sino decisiones programadas que, por no explicadas, aparecen como incomprensibles para el no iniciado.
Se pueden aportar ejemplos:
- Una vez establecido que alguna empresa donó importantes cantidades a determinados entornos políticos[1], ¿cómo no preguntarse cuál era la contrapartida? Pero en el momento en que pudo aparecer la contrapartida buscada, esa relación no era conocida.
- La hostilidad con los municipios que deciden recuperar el gobierno del servicio se muestra más allá del simple debate de las ideas. Judicialización de conflictos mediante recursos directos o inducidos, campañas mediáticas cuidadosamente dirigidas a desacreditar esas iniciativas – o a quien las promueve, o a quien participa en ellas-, iniciativas de imagen para prestigiar la gestión privada-, obstruccionismo informativo. La batería de iniciativas es grande y variada.
- Algunas personas del entorno de las administraciones públicas se han prestado a una especie de ventriloqüismo mediante el cual voces ajenas a la administración pública adoptan esa apariencia. La cuestión es más sorprendente si se observan las formas comunicativas, que no son la propias de la administración; pueden ser llamadas telefónicas o cartas, que casualmente son conocidas y publicitadas por algún medio de comunicación.
Esa es la cara oculta de la luna, la que no se publicita pero que deben soportar los que se atreven a tomar decisiones responsables. Eso se sufrió y se sigue sufriendo en Valladolid, donde paradójicamente, en vez de dar a conocer todo el calvario que debió soportar el ayuntamiento y que tan bien ha explicado su alcalde, lo que se publicita son las dificultades no naturales con las que necesariamente se ha debido lidiar en un entorno hostil, interesado y desleal.
¿Cómo puede un municipio hacer frente a todo eso? En términos económicos, es un bote de remos que se enfrenta a un portaaviones. En términos políticos es un poder privado que se enfrenta a un poder democrático. En términos de relación, alguien debería explicar por qué hay que confiar en quien te maltrata. Y es que el maltrato no sólo se da en las cuestiones de género. Para el maltratador, es su forma de estar en el mundo.
En términos de relación real, la desproporción de fuerzas equivale a una situación de monopolio privado sobre un servicio público. Y su corrección requiere la imposición democrática del interés público sobre cualquier otra consideración.
Las personas deseamos explicaciones incluso de aquello que no comprendemos. Ese es el terreno de las creencias, con las que completamos nuestra visión del mundo. Ahí encontramos simplificaciones que tranquilizan, extrapolaciones de lo conocido a lo desconocido.
Si es difícil comprender, no es extraño que sea más difícil explicar. Muchos de los que deberían explicar ya no alcanzaron a comprender. El populismo, la propuesta de salidas fáciles a situaciones muy complejas, no nace sólo de la dificultad de comprender. Algunos de los que comprendieron tienen, precisamente por ello, demasiado interés en oscurecer y desviar la atención.