Si alguien me pidiera nombres de gente que sepa de agua y saneamiento, con seguridad Alejandro Jiménez, el protagonista de la séptima conversación en azul y marrón, saldría en los primeros lugares. Alejandro es ingeniero de caminos por la UPM, doctor por la UPC y especialista en gobernanza del agua. Hemos sido compañeros en ONGAWA, donde trabajó durante 8 años, y actualmente trabaja en el Stockholm International Water Institute (SIWI).
Os recomiendo que no os perdáis su entrevista.
Pregunta: ¿Qué ha cambiado con el reconocimiento del agua y el saneamiento como Derechos Humanos?
Respuesta: El reconocimiento del agua y saneamiento como derechos supone un avance importante de la comunidad internacional. ¿Por qué? Porque el reconocimiento del derecho lleva implícitos algunos elementos fundamentales: primero, que son universales, es decir para todos y cada uno de nosotros; segundo, el derecho también nos dice cómo se debe prestar ese servicio: de un modo transparente, participativo, sin discriminación, con una efectiva rendición de cuentas, y con una mirada hacia las generaciones futuras, con sostenibilidad; y además, nos fija unos parámetros para la calidad del servicio, su disponibilidad, su precio, y su adecuación a las necesidades de todos los usuarios. Como ves, este marco del derecho es muy completo, y te dice dónde tienes que llegar, y cómo tienes que hacerlo.
En el sector del agua nos hemos pasado mucho, demasiado tiempo, discutiendo muchos de estos aspectos, muchas veces sin llegar a consensos que permitieran desarrollar una agenda global con unos estándares claros.
El reconocimiento del derecho nos aclara este problema. Sin embargo, la limitación de los derechos es que su reconocimiento se hace efectivo en el ámbito de cada país, por lo que hay muchos gobiernos que pueden querer aún mirar hacia otro lado, para no verse sometido a estas obligaciones.
P: ¿Qué opinas sobre los Objetivos de Desarrollo Sostenible en general y del número 6, el de agua y saneamiento, en particular?
R: Bueno, los Objetivos de Desarrollo Sostenible para 2030 suponen un avance muy importante respecto a los Objetivos de Desarrollo del Milenio, vigentes hasta 2015. Por varias razones; primero, porque han sido producto de una consulta global a la ciudadanía muy extensa (probablemente la más extensa jamás habida); segundo, porque constituyen una agenda mucho más completa y ambiciosa que la anterior, incluyendo muchos más aspectos (ahora hay 17 objetivos y 169 metas), y con objetivo claro de universalidad, “sin dejar a nadie atrás”.
Por ejemplo, en cuanto al agua y saneamiento, incluyen muchos más elementos, como la conservación de los ecosistemas, el tratamiento de las aguas residuales, o la promoción de la eficiencia a través de la reutilización de aguas tratadas. Por tanto, constituyen una agenda inspiradora y muy ambiciosa. Y quizá el riesgo esté ahí; en que los objetivos pueden ser demasiado ambiciosos para muchos países en solo 15 años (precisamente los que más necesitados de avanzar están). Uno de los grandes logros de los ODM, pese a sus limitaciones, es que lanzaron a un gran número de países a una carrera que podían terminar con éxito, y muchos realizaron un gran esfuerzo para alcanzar las metas. Si los ODS se convierten en algo tan lejano, que no sirven de inspiración ni a los gobiernos, ni a los ciudadanos, ni a los donantes de esos países, la agenda ambiciosa se puede volver en nuestra contra. Este para mí es el riesgo.
P: ¿Qué deberían hacer los gobiernos del Norte para alcanzar el acceso universal al agua y el saneamiento? ¿Y los del Sur?
R: Bueno, me gustaría contestar esta pregunta no solo en lo referido al acceso universal, sino al cumplimiento del derecho humano, que aporta elementos fundamentales en la calidad del servicio que se presta. En ese sentido, el trabajo de los Relatores especiales para el Derecho Humano al agua y saneamiento han sido muy útiles, ya que no solo han visitado países del Sur, sino también otros del Norte, como Estados Unidos o Japón, ofreciendo casos concretos de las deficiencias en países del Norte. Desconexiones por impago a familias sin recursos, la discriminación hacia población indígena, o en situación irregular (por ejemplo, barrios marginales sin acceso a servicios), la falta de transparencia y participación en la presentación del servicio son algunos de los desafíos más grandes que se han resaltado. En el Sur, y dependiendo de la situación y característica de cada país, el desafío es descomunal. Me gustaría resaltar dos aspectos en concreto: el primero, es que, si bien está claro que hay que acelerar el ritmo de acceso a nuevos servicios, es igualmente importante conseguir que los servicios sean duraderos, y sostenibles. No nos podemos permitir que un tercio de los puntos de agua en zonas rurales dejen de funcionar en menos de 5 años, como pasa en muchos países de Africa Subsahariana. Segundo, el "acelerón" en servicios necesita de mucha más financiación de la que hasta ahora se ha dedicado al agua y saneamiento. La Ayuda al Desarrollo será sin ninguna duda insuficiente; un mayor acceso a otras fuentes de financiación, desde una mejor política fiscal, al acceso mercados de capitales a nivel nacional, y mejores estructuras tarifarias, serán necesarias si queremos lograr el objetivo.
P: Las estadísticas mundiales muestran un considerable avance en materia de acceso al agua desde 1990. Por ejemplo, en 2010 se alcanzó la meta de los Objetivos de Desarrollo del Milenio y el dato más reciente muestra que las personas sin acceso se han reducido hasta los 663 millones. ¿Cuál debería ser entonces el principal reto para los próximos años?
R: Bueno, los ODS proponen un reto más ambicioso, que las personas tengan acceso al agua dentro de casa, o en su parcela. Si tomamos esto en cuenta, y usando los últimos datos, solo el 58% de la población mundial tiene acceso a agua en su casa o en su parcela; es decir, tienes que dotar o mejorar el servicio a nada menos que al 42% de la población, unos 3.000 millones de personas. Y no solo es tener acceso a agua en casa, es la calidad de la misma. Un estudio reciente estimaba que cerca de 2.000 millones de personas beben agua contaminada cada día. Además, de la gente sin acceso a agua, el 80% vive en las áreas rurales, donde es más difícil dotar el servicio.
El reto del agua es, por un lado, extender el servicio a todas las personas del planeta, y por otro mejorar la calidad de ese servicio hasta unos estándares aceptables.
P: Cuando se habla de la triada agua – saneamiento – higiene, éste último componente –la higiene- parece el menos relevante de los tres y en numerosas ocasiones queda eclipsado por los otros dos. ¿Es realmente menos importante? ¿Cómo contribuye la promoción de higiene al desarrollo y la lucha contra la pobreza?
R: Está demostrado que la promoción de la higiene es una de las intervenciones de salud pública más eficientes que existe, muy por encima de vacunas y de muchos otros tratamientos. Por eficiente me refiero a la relación entre su coste y su efecto. La promoción de higiene es muy barata, y funciona muy bien en la prevención de enfermedades. Es claramente una gran herramienta en la lucha contra la pobreza. Más bien, la pregunta es: ¿por qué la promoción de higiene no recibe la atención que merece? Hay muchos factores, pero algunos son los siguientes: por un lado, la promoción de higiene está relacionada con la salud, y suele ser competencia del Ministerio de Salud, que en muchos países centra la mayor parte de los esfuerzos en la vertiente más clínica y curativa, y no tanto en lo preventivo. Además, en muchos casos no existe personal preparado a nivel descentralizado para realizar campañas de promoción, que requieren otras cualidades. En un estudio que realicé hace unos años con algunos colegas de la Escuela de Higiene y Medicina Tropical de Londres, usando datos del Informe de evaluación del sector agua y saneamiento de ONU Agua de 2012 (GLAAS), comprobamos que solo está disponible alrededor del 40% del personal requerido para la promoción de higiene a nivel mundial, que la mayoría son mujeres (más del 80%), y que en general son trabajos voluntarios o muy mal pagados y escasamente reconocidos. Es decir, cientos de miles de mujeres están realizando estas labores esenciales de promoción de higiene en las comunidades rurales y zonas periurbanas de muchos países en desarrollo, con escaso o nulo reconocimiento. Esto debería cambiar radicalmente, dada la importancia de la promoción de higiene para la salud y la lucha contra la pobreza.
P: Desde diferentes ámbitos, incluido Naciones Unidas, se viene hablando desde hace años de romper el silencio sobre el saneamiento, de visibilizar la problemática como primer paso para alcanzar soluciones. ¿Qué se puede hacer para contribuir a este objetivo?
R: Bueno, yo creo que se ha avanzado muchísimo en la visibilización del saneamiento. No hace tanto, en el 2000, en la formulación de los objetivos del milenio, no había una meta de saneamiento. Se incluyó después, en 2002, después de la Cumbre de Desarrollo Sostenible en Johannesburgo, y tras una importante campaña sobre la importancia de este tema. El Objetivo 6.2. de los ODS habla del acceso a saneamiento, y del fin de la defecación al aire libre. Hoy en día, en casi cualquier evento del sector, se habla del saneamiento, y de la defecación al aire libre, con ministros y autoridades, e incluso presidentes han tomado el testigo. Algunos países, como la India, han hecho del saneamiento una prioridad nacional.
Por lo tanto, se ha avanzado mucho en ese aspecto. Se tiene que seguir trabajando en la visibilización, pero al mismo tiempo no hay que olvidar el propio contenido del problema. ¿Logramos que la población acceda a soluciones durables y aceptables de saneamiento? ¿Se almacenan, transportan, y tratan adecuadamente los desechos fecales? La respuesta es no. Hay que seguir trabajando en el desarrollo de soluciones técnicas, y de gestión para el saneamiento, sobre todo en zonas rurales y periurbanas, donde las hasta ahora típicas soluciones de alcantarillado y tratamiento centralizado no son viables.
Para terminar, os dejo la imagen que ha elegido Alejandro para ilustrar este post. Se trata del edificio principal del ministerio de agua y saneamiento de Níger:

Gracias, Alejandro.