Con este post inicio una serie de entrevistas con expertos en agua y saneamiento que he llamado “Conversaciones en azul y marrón”. Mi objetivo es ampliar la mirada, compartiendo ideas y opiniones que completen lo que escribimos en los blogs de ONGAWA en general y en el mío en particular.
La protagonista de la primera de estas conversaciones es Paloma García – Moreno, compañera de batallas en ONGAWA donde trabaja como coordinadora del programa en Nicaragua, y gran conocedora de todo lo relacionado con el Derecho Humano al Agua y el Saneamiento.
Pregunta: ¿Qué opinas sobre los Objetivos de Desarrollo Sostenible en general y del número 6, el de agua y saneamiento, en particular?
Respuesta: Los derechos humanos al agua y al saneamiento tienen un contenido (definido en la Observación General 15 del Comité de Derechos Económicos Sociales y Culturales de 2002) que supondría un compromiso mayor que el ODS correspondiente, tanto en amplitud como en profundidad. Por eso en mi opinión es un retroceso, aunque en el texto de la Declaración de los ODS se nombren esos derechos, el 6 no obliga más que una pequeña parte de lo que describe la Observación General 15.
P: Las estadísticas mundiales muestran un considerable avance en materia de acceso al agua desde 1990. Por ejemplo, en 2010 se alcanzó la meta de los Objetivos de Desarrollo del Milenio y el dato más reciente muestra que las personas sin acceso se han reducido hasta los 663 millones. ¿Cuál debería ser entonces el principal reto para los próximos años?
R: Hablar de acceso no significa que la gente esté bebiendo agua potable todos los días, ni que la tenga más de cinco horas al día, ni todas las épocas del año, ni que sea agua salubre, ni más de 50 litros por persona y día, ni a menos de media hora de distancia en un camino seguro, ni pagando menos que el 3% de los ingresos familiares, ni que lo tenga garantizado en su lugar de estudio o trabajo o en los puestos de salud, ni muchos aspectos más que recoge el derecho,… Parece que eso no es posible en todo el mundo, pero en materia de derecho la obligación es planificar teniendo en cuenta a los grupos más vulnerables y hasta el máximo de recursos disponible. No inventaría nuevos retos, insistiría en recordar las obligaciones pendientes de los estados que firmamos el PIDESC, aunque no parezca muy atractivo. Es más fácil que nos compren una invitación a asumir nuevos retos que un recordatorio de lo que tocaba hacer… pero a las ONGD, en mi opinión, nos toca ser “pepito grillo”.
P: Cuando se habla de la triada agua – saneamiento – higiene, éste último componente –la higiene- parece el menos relevante de los tres y en numerosas ocasiones queda eclipsado por los otros dos. ¿Es realmente menos importante? ¿Cómo contribuye la promoción de higiene al desarrollo y la lucha contra la pobreza?
R: Hay muchos estudios que vinculan el lavado de manos con la prevención de enfermedades respiratorias y diarreicas, así como en ventajas económicas para la productividad de un país o los sistemas de salud. La información está, lo que cuesta es hacer llegar esa información a quien lo necesita, proporcionar los medios y apoyos para cambios de hábitos. Es un trabajo casi individualizado o artesanal que requiere habilidades de los profesionales del trabajo social más que de la ingeniería. Los cambios de hábitos y tener de manera sencilla agua y jabón, requieren más esfuerzo y medidas complementarias, según nuestra experiencia. Y como decía la anterior Relatora en su último informe, la ausencia de estos derechos obedece a patrones sistémicos de exclusión que es contra los que hay que luchar, y eso es más estructural y hay que asumir ese reto.
P: Desde diferentes ámbitos, incluido Naciones Unidas, se viene hablando desde hace años de romper el silencio sobre el saneamiento, de visibilizar la problemática como primer paso para alcanzar soluciones. ¿Qué se puede hacer para contribuir a este objetivo?
R: No se trata solo de visibilizar el problema que vive la gente, sino también el poco cumplimiento de los compromisos en materia de Ayuda al Desarrollo (más y mejor), de coherencia o incoherencia de políticas, las obligaciones extraterritoriales de los Estados en materia de Derechos Humanos, etc. y así una lista de caminos que se han venido poniendo en marcha pero en los que aún falta por recorrer.
P: ¿Qué podemos hacer como ciudadanía para contribuir a que los derechos humanos al agua y al saneamiento sean una realidad universal?
Una vez más, no se me ocurre nada nuevo, nada que no esté ya inventado. La ciudadanía tiene en su mano la exigencia de políticas, la participación democrática y la vigilancia de compromisos. Esto exige un compromiso de activismo personal, y por supuesto también está la contribución directa a proyectos con la intención de demostrar, como decía Galeano, que la realidad es transformable aunque éstos no acaben con el subdesarrollo.
P: ¿Podrías destacar alguna campaña, acción o iniciativa relacionada con los derechos humanos al agua y al saneamiento?
Me cuesta encontrar campañas que hablen a la vez de derechos humanos y de agua o de saneamiento con la misma profundidad. Hay mucho sobre cada parte por separado. ¿Queda mal decir que mi favorita es We Love Saneamiento de ONGAWA?
Para terminar, pedí a Paloma que me enviara una foto que pudiera ilustrar la entrevista y/o su vinculación con el agua y el saneamiento. Eligió una de su participación en la acción Planta un pino por el Derecho Humano al Saneamiento:
Muchas gracias, Paloma.