Hay decenas de maneras de referirse al objeto en el que hacemos nuestras necesidades. Desde “ese sitio” que utiliza la suegra de una de mis compañeras, hasta el toilet que todavía hay en algunos carteles en bares, pasando por WC, váter, retrete, letrina, sanitario, urinario, taza, aseo, servicio o incluso Señor Roca.
En ONGAWA nos gusta llamarlo Derecho Humano. Porque, a pesar de las escandalosas cifras de falta de acceso (2.400 millones de personas) y de la práctica de la defecación al aire libre (casi 1.000 millones de personas), el saneamiento fue reconocido como tal por Naciones Unidas en 2010. Es decir que toda persona debería tener disponible, desde el punto de vista físico y económico, una instalación inocua, higiénica, segura, aceptable desde el punto de vista social y cultural, que proporcione intimidad y garantice la dignidad.
Si miramos las cifras en términos relativos no son menos escandalosas: la cobertura de saneamiento a nivel mundial sólo alcanza al 68% de los habitantes del planeta y ese porcentaje baja hasta al 62% en los países en desarrollo y al 37% en los denominados Países Menos Adelantados. ¡Poco más de un tercio de sus ciudadanos y ciudadanas!
En los últimos años (no todo es malo) se han realizado considerables avances en esta materia, de manera que entre 1990 y 2015 casi 2.100 millones de personas han conseguido acceso al saneamiento. Sin embargo, como os decía, queda mucho por hacer y lo peor es que el ritmo de avance actual en materia de saneamiento no es suficiente para alcanzar el acceso universal en 2030 y eso que los Objetivos de Desarrollo Sostenible recogen como meta lograr para ese año “el acceso a servicios de saneamiento e higiene adecuados y equitativos para todos y poner fin a la defecación al aire libre, prestando especial atención a las necesidades de las mujeres y las niñas y las personas en situaciones de vulnerabilidad”. Las últimas estimaciones, en este sentido, indican que para erradicar la defecación al aire libre sería preciso duplicar los esfuerzos actuales.
Las consecuencias del problema las hemos comentado en numerosas ocasiones, pero no por ello quiero dejar de pasar la oportunidad de recordar una de ellas: la defecación al aire libre es una de las principales causas de diarrea, que supone cada año unas 750.000 muertes de menores de 5 años.
Y, ¿cómo solucionamos este problema? Lo primero sería, como decía el año pasado Jan Eliasson, Vicesecretario General de la ONU, romper el silencio, intentar que el saneamiento deje de ser un tema tabú. Mientras no pongamos el problema sobre la mesa no acabaremos con él.
Durante todo el año en ONGAWA trabajamos para contribuir a este objetivo y lo hacemos especialmente en torno al 19 de noviembre como ya os he contado en otras ocasiones en este blog. Este año, te retamos a que plantes un pino en pleno centro de Madrid. ¿Te atreves?