Estaba leyendo el suplemento de Negocios de El País de este domingo, 10 de diciembre de 2023, cuando me encontré este apasionante artículo: “El agua y el alto precio de la mala economía”.
Por fin alguien (Informe Stern sobre la economía del cambio climático y el Informe Dasgupta sobre la economía de la biodiversidad, la Comisión Mundial sobre la Economía del Agua) iban a abordar el problema del Ciclo Integral del Agua (CIA) y que, como todos sabemos, se centra en la mayor parte del mundo en:
- Las tarifas no cubren los costes del servicio.
- Los costes en el tratamiento del agua potable suben cada día por el deterioro de las fuentes de agua
- Las pérdidas en las redes de distribución van en aumento.
- Las inversiones en las redes de saneamiento se limitan al mantenimiento preventivo.
- Se invierte en Estaciones Depuradoras de Aguas Residuales (EDAR) con procesos insostenibles para los usuarios y que se abandona o se infrautilizan deteriorando las fuentes de agua.
- El control de la operación y mantenimiento de las EDAR se limita a unos cuantos análisis de agua anuales, ignorando que si no se produce fangos no se depura.
Y la solución que proponían eran un nuevo pensamiento que se basa en tres pilares:
- En primer lugar, debemos tratar el ciclo mundial del agua como un bien común que se gobierna colectivamente y en interés de todos. El agua no sólo está cada vez más entrelazada con el cambio climático y el agotamiento del capital natural del planeta; también es una fuente importante, aunque subestimada, de interdependencia entre países.
- En segundo lugar, debemos ir más allá de un enfoque reactivo de fijación del mercado hacia uno proactivo de configuración del mercado que catalice la inversión en agua y fije adecuadamente los precios de las externalidades negativas. Sólo con una nueva mentalidad económica podrán los gobiernos valorar, gobernar y financiar el agua de una manera que impulse la transformación que necesitamos.
- En tercer lugar, abordar nuestros desafíos interrelacionados requiere “combinaciones de políticas” holísticas, intersectoriales y orientadas a resultados, en lugar de las intervenciones aisladas que han caracterizado la formulación de políticas económicas hasta ahora. Las estrategias económicas orientadas a una misión pueden movilizar a todos los ministerios, sectores y partes relevantes en torno a objetivos específicos relacionados con el agua, y los instrumentos e instituciones orientadas a los resultados pueden ayudarnos a alcanzarlos.
A lo mejor, lo que quieren decir es:
- Aplicar tarifas que cubran los costes del servicio.
- Implantar unas tarifas únicas a nivel nacional.
Aunque no estoy muy seguro.