Ahora que esta tan de moda, porque no pasa de ser una moda la huella del CO2, a lo mejor nos interesaría apuntarnos a este carro para mejorar tanto el diseño de las estaciones depuradoras de aguas residuales (EDAR) como la operación y el mantenimiento (O&M).
Hagamos unos números: una EDAR de 10.000 habitantes equivalentes operada como aireación prolongada y suponiendo, para el mix eléctrico, un ratio de 321 gr CO2/kWh, tiene una huella de carbono anual de 200 Tn de CO2.
La misma EDAR operada con procedimientos convencionales (incluyendo la reducción de nitrógeno y fósforo) y con una estabilización anaerobia tendría una huella anual de 150 Tn de CO2 al año.
Si la EDAR dispone de reutilización de las aguas depuradas y opera el 50 % de su tiempo sin necesidad de reducir nutrientes, la huella del carbón sería de 125 Tn de CO2 al año. Y si fuera el 100 % del año se reduciría a 55 Tn CO2 al año.
Todo ello sin aprovechar el potencial energético del biogás que se generaría en la estabilización anaerobia, y sin evaluar la reducción de la huella de CO2 que se produciría en la fabricación de los nutrientes que los agricultores, en caso de reutilizar el agua regenerada con los nutrientes propios de la misma, se ahorrarían.
No se si estos números son suficientes para hacer recapacitar a las administradores responsables de la construcción de las EDAR para hacer unos diseños funcionales, versátiles y eficientes. Generalmente ellas no operan y los costes les traen “al pairo”.
Pero a lo mejor, entrando por la huella del CO2, que “mola mazo”, dejan de dar mas peso a los costes de construcción que a los costes de O&M, o mejor aún, a la huella de CO2 de la vida útil de la EDAR.
Todavía creo en los milagros.