“Mientras que el cambio climático es una amenaza cada vez mayor, los principales motores de la disminución de la biodiversidad siguen siendo la sobreexplotación de especies, la agricultura y la conversión del suelo.
Los ecosistemas marinos y de agua dulce también están enfrentando grandes presiones. … Los hábitats de agua dulce, como lagos, ríos y humedales son fuente de vida para todos los humanos; sin embargo están entre los más amenazados, principalmente afectados por diversos factores, incluyendo la modificación, fragmentación y destrucción de hábitats; especies invasoras; pesca excesiva; contaminación; enfermedades y cambio climático.
Los ecosistemas de agua dulce albergan al menos 126 000 especies – casi una de cada 10 especies– identificadas de peces, moluscos, reptiles, insectos, plantas y mamíferos a pesar de cubrir menos del 1 por ciento de la superficie de la Tierra.
Estos ecosistemas son también los más amenazados, estando fuertemente afectados por la modificación, fragmentación y destrucción de los hábitats; especies invasoras; pesca excesiva; contaminación; prácticas forestales; enfermedades; y cambio climático.
Las 3358 poblaciones –que representan 880 especies de mamíferos, aves, anfibios, reptiles y peces– en el IPV de Agua Dulce presentan una disminución del 83 por ciento, equivalente a un 4 por ciento por año desde 1970”.
Ahora entiendo porque las empresas que se dedican a la gestión del Ciclo Integral del Agua (CIA) tienen esos altos índices de calidad en su servicio. Los anfibios, reptiles y peces, que son los que podrían poner reclamaciones, están desapareciendo a pasos agigantados. Incluso en nuestro ríos y masas de agua.
A ver si nos enteramos de una vez y dejamos de planificar para actuar.
Debemos de modernizar nuestras fábricas (EDAR), ponerlas a plena producción de fangos y no engañarnos con las cantidades de agua residual que decimos que depuramos.