No salgo de mi asombro. Esta semana ha aparecido, en portada de iAgua, los problemas económicos de la capital de Zimbabue para realizar las obras hidráulicas necesarias para garantizar el suministro de agua.
En España llevamos, desde el año 2008, con un problema similar en numerosas poblaciones. Y no veo tanta preocupación.
Es cierto que hay que mirar al futuro y hablar de Smart Water, del Big Data, Depuración, 4.0, etc. y seguir mirando al pasado para ver qué bien lo hemos hecho con las Confederaciones, lo fantástico que es que la competencia del servicio del Ciclo Integral del Agua (CIA) estuviera en manos municipales, el gran trabajo de las Diputaciones etc.
¿Pero del presente quién se encarga? No basta con que los operadores estén haciendo, diariamente, milagros para mantener la calidad del servicio de abastecimiento con éxito dispar. Operando instalaciones obsoletas o sin capacidad para procesar aguas con calidades en claro deterioro. Suministrando agua en condiciones no aptas para el consumo pero que sirven para poder tirar de la cadena de inodoro y evitar un levantamiento popular.
Mirar para otro lado no sirve. Discutir sobre si la factura debe de incluir este o aquel concepto, si quien contamina debe de pagar, hacer planes de inversiones sin dotación presupuestaria es hablar, hablar, hablar, bla, bla, bla.
Es hora de hacer y lo primero es buscar la financiación. Sin ella no hay nada.
Y a la nada vamos o peor, estamos.
