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Confederaciones Hidrográficas: Sin dinero, no hay medio ambiente

Sobre el blog

José Antonio Rodríguez de la Cruz
Ingeniero de Caminos, Canales y Puertos; especialidad Hidráulica y Energética. Máster en Políticas Públicas; energía, medio ambiente y gestión de recursos hídricos. Vocal del Comité de Asuntos Rurales del Instituto de la Ingeniería de España.
  • Confederaciones Hidrográficas: dinero, no hay medio ambiente

Hace bastantes semanas que no escribo en este blog. De un tiempo a esta parte nuestra vida ha cambiado de manera drástica. Esto va para largo y no se sabe ni cuándo ni de qué manera volveremos a algo a lo que poder llamar “normalidad”. Yo tengo la suerte de estar bien y de tener ánimo, tiempo y ganas para escribir unas líneas. ¿Pero cuántas personas habrá que ahora lo estén pasando mal?

Llevamos muchos días hablado de una “curva”, como si fuese algo abstracto. Da la casualidad que esta “curva” se parece bastante a la que se emplea para ver el efecto que tienen las presas en los cauces de los ríos cuando hay una avenida. Gracias a las presas, esa curva hidráulica, consigue “aplanarse”; evitando males mayores. De esta forma, las presas consiguen proteger lo que tienen aguas abajo, de la gran acumulación de agua que viene de aguas arriba.

Lo que no hay que olvidar es que, detrás de la famosa “curva” de estos días, no hay hectómetros cúbicos, hay personas, personas fallecidas. Los datos oficiales asustan bastante, en el momento en que se publique este artículo, iremos camino de las 25.000 personas fallecidas, sin contar todas las que lo hayan hecho sin un test previo que indique “positivo”. Mi respeto y mi oración por cada una de ellas y por todas sus familias.

Mientras todo esto ocurre, hay cosas que siguen funcionando y personas que hacen que funcionen. Entre esas cosas que no paran está el agua, ya sea para el riego, para el abastecimiento humano o para lo que sea necesario.

La Administración se ha adaptado para seguir activa durante este tiempo. De esta manera, el Ministerio para la Transición Ecológica y el Reto Demográfico (MITERD), a través de la Dirección General del Agua, ha organizado una serie de webinar para exponer los Esquemas provisionales de Temas Importantes (EpTI) de las Confederaciones Hidrográficas.

Con los plazos suspendidos –pero no anulados- estas reuniones a distancia, no sustituyen a las presenciales, que han quedado pospuestas. La ventaja es que, con este sistema, puedes enterarte de los problemas hidrológicos de buena parte de España, sin moverte de tu casa.

De estas reuniones telemáticas, se deduce fácilmente que, el problema principal que tienen las Confederaciones Hidrográficas en España es el dinero. Y no, no es algo nuevo, ni provocado por la actual crisis sanitaria que -casi con total seguridad- se convertirá en económica, sino que viene de tiempo atrás.

La “unidad de cuenca” es un invento español del que podemos y debemos sentirnos orgullosos. Después de distintos acercamientos en el siglo XIX, en 1926 se crea la primera de las Confederaciones Hidrográficas, la del Ebro. La idea ahora parece sencilla, pero en su momento fue revolucionaria. Todas las aguas que convergen en un único cauce, serían gestionadas por una única entidad pública: el curso de la naturaleza por encima de cualquier división administrativa.

Las Confederaciones españolas, han sido y siguen siendo un maravilloso invento, que se ha exportado a muchos otros países. Lo que ahora se ve como “lógico”, en su momento fue toda una revolución. Democráticas en su funcionamiento interno (con sus más y sus menos a lo largo de más de 90 años) y supervivientes a muchas formas de funcionamiento del Estado: dictadura, dictablanda, república con múltiples gobiernos, guerra, otra vez dictadura, transición, y democracia con hasta 7 presidentes distintos.

El caso es que, estas entidades han cambiado mucho en los últimos años. Han pasado de ser casi una “oficina de obras”, cuando se construían un gran número de obras hidráulicas en España, con proyectos de los propios ingenieros del Estado, a ser las garantes, entre otras cosas, del “buen estado” de las distintas masas de agua del país.

Desde que en 1961 se creara la última de ellas, la Confederación Hidrográfica del Norte de España, haciendo un total de 10, junto con las 9 ya existentes (Ebro, Júcar, Segura, Guadalquivir, Duero, Tajo, Guadiana, Sur de España y Pirineo Oriental), mucho ha cambiado la historia. Con la entrada en vigor de la actual Constitución Española, las aguas que transcurren íntegramente por una única comunidad autónoma, pueden ser gestionadas directamente por la misma; por lo que el mapa de estos organismos autónomos, se ha redibujado en estos últimos años.


Mapa comparativo de los Organismos de Cuenca de España. 1961 (izquierda) vs actualidad (derecha)

Por otro lado, la entrada en vigor de la Directiva Marco del Agua (DMA) a nivel europeo, y las distintas evoluciones de la Ley de Aguas a nivel España, entre otras muchas cosas, nos ha llevado a la situación legislativa actual. Y es que, estas instituciones, clave para nuestro país, básicas para el correcto mantenimiento ambiental y aprovechamiento hidrológico de nuestros recursos, están infra-financiadas. No alcanzan, por mucho, ni tan siquiera a la “recuperación de costes” que se les exige. Mientas esto siga así, el medio ambiente tendrá un muy importante talón de Aquiles.

En este sentido, los Organismos de Cuenca claman para cambiar la tendencia de su escaso presupuesto y su alarmante falta de personal. La recuperación de costes sólo se cumple, de media, en un 68 % en estos organismos hidráulicos estatales. Esto supone, que las partidas presupuestarias que pueden destinar a sus necesidades son, a todas luces, insuficientes.

Sin ánimo de ser exhaustivo, algunos asuntos que hay que afrontar son: caudales ecológicos, deterioro hidromorfológico, legislación desfasada en ciertos aspectos, realidad demográfica de las cuencas y problemática específica de las zonas con menor densidad de población (sobre todo ahora que su Ministerio se denomina “para la Transición Ecológica y el Reto Demográfico”), mantenimiento de infraestructuras existentes, lucha contra las especies invasoras, falta de depuradoras y/o obsolescencia de algunas de las existentes, reconfiguración de las “zonas vulnerables”, aguas subterráneas, falta de consenso político para la actualización del último Plan Hidrológico Nacional (PHN), derechos concedidos que superan a las posibilidades de explotación de las masas de agua, falta de entendimiento y/o colaboración entre administraciones públicas, renaturalización de cauces, repercusión de los costes ambientales, gestión del riesgo de inundación, sequías, invasión indebida del Dominio Público Hidráulico (DPH), gestión forestal, falta de elementos de control (caudalímetros en pozos autorizados, etc.), incumplimiento de plazos de los objetivos medioambientales, infraestructuras en desuso (antiguos azudes, tomas con concesiones caducadas, etc.), minería, contaminación difusa y puntual, futuro de las concesiones hidroeléctricas, usos lúdicos, asentamientos y urbanizaciones ilegales y alegales, masas de agua consideradas “muy modificadas” y muchos otros temas que si se mencionaran aquí, harían este listado casi infinito.


Masa forestal en la ladera el Embalse de Búbal, río Gállego, Pirineo oscense. Fotografía propia 26/10/19

Mención aparte merecen zonas especiales como: Doñana, Delta del Ebro, Mar Menor, Bahía de Portman, Albufera de Valencia, Cabecera del Tajo y la problemática específica del Trasvase Tajo-Segura, problemática específica de los tramos transfronterizos de los ríos, Ceuta, Melilla y las islas, etc.

Otro punto que requiere un análisis pausado es la falta de personal en todas las Confederaciones. Como ejemplo se pone que, en no pocas ocasiones, un “vigilante” tiene que vigilar (valga la redundancia) una extensión de más de 1.000 km2. También falta personal técnico superior (principalmente con estudios de ingeniería) en gran número.

Los problemas son múltiples y de calado. Pero no se podrán solucionar o al menos afrontar, por mucho que se planifique, si no hay un respaldo económico suficiente.

El conjunto de las Confederaciones Hidrográficas, que dependen del Estado, se han puesto de acuerdo para tener como EpTI, uno específico que haga referencia a la recuperación de costes y a la financiación, es decir, al dinero disponible para intentar solucionar –o al menos afrontar- los problemas expuestos anteriormente.

Algunas propuestas tratadas en las reuniones de las pasadas semanas y que pueden considerarse, si se quiere, como “tormenta de ideas” son:

  • Modificar los artículos 111 bis a 115 de la Ley de Aguas vigente, que son los que hacen referencia al régimen económico-financiero de la utilización del DPH. Pero para esto es necesario el consenso político, ya que ha de proponerse y aprobarse en Congreso y Senado.
  • Buscar financiación en los impuestos generales (por ejemplo, a través del IRPF o buscando cualquier otra fórmula).
  • Usar las tasas/tarifas del “agua urbana” para recaudar (bajo la fórmula de canon u otra que se considere) de forma directa para los Organismos de Cuenca.
  • Que todas las obras que tengan un grupo concreto de beneficiarios, sean ejecutadas con cargo a los presupuestos de la Sociedades Estatales (AcuaEs y AcuaMed).

Las Confederaciones necesitan muchos cambios para desarrollar su función:

  • Por un lado está la adaptación a su nueva realidad (que ya no es tan nueva), ya que siguen arrastrando muchas de sus antiguas funciones (de cuando se dedicaban más a construir) que no han quedado encajadas claramente en el actual marco administrativo e institucional.
  • Por otro está la reforma de su funcionamiento interno –a nivel operativo- que es reclamado por no pocos de antiguos máximos dirigentes de las mismas, entre las que cabe destacar la necesidad de estudiar nuevas formas de contratación para el aumento del tamaño de sus plantillas.
  • También influye la política, puesto que son entidades que se miran con no pocos recelos desde las comunidades autónomas, por ser instituciones que aun estando en su territorio, no pueden controlar (aunque si participan en sus órganos de decisión), por ser compartidas con otros territorios y depender de forma directa del Ministerio.
  • Y por último y principal está el tema económico. Si no hay una financiación adecuada, estas instituciones casi centenarias, estarán atadas de manos. Sin dinero, no hay medio ambiente.

Es obvio que nos encaminamos a una situación económica muy complicada. Ante este panorama, la pregunta obligada que se repitió en las reuniones telemáticas de todas las Confederaciones, hacía referencia a la afección de los presupuestos para estas instituciones en el futuro. La respuesta –lógica- era siempre que aún es pronto para saberlo.

Pero una pista clave es la que se conoció con el Real Decreto-ley 11/2020, de 31 de marzo, por el que se adoptan medidas urgentes complementarias en el ámbito social y económico para hacer frente al COVID-19, que indica en su artículo 49 Disponibilidades líquidas de los organismos autónomos y otras entidades integrantes del sector público estatal; lo siguiente:

“Con la finalidad de atender los gastos para combatir la crisis sanitaria provocada por el COVID-19, se dispone la transferencia a la cuenta del Tesoro Público que se determine, de las disponibilidades líquidas de los organismos autónomos y otras entidades integrantes del sector público estatal […]. Se autoriza a la Ministra de Hacienda para requerir el ingreso en el Tesoro Público de la totalidad o parte de las disponibilidades líquidas […] con el fin de paliar los efectos de la misma en el empleo, en las personas y sectores más afectados, o para atender cualquier gasto que sea necesario […]”

Por tanto, llegados al extremo, los organismos autónomos, entre los que se encuentran los Organismos de Cuenca, podrían sufrir esta reducción presupuestaria, este mismo año.

Aunque es obvio que hay que atender primero lo urgente y más cuando hay vidas en juego, otros asuntos importantes no deben ser postergados indefinidamente y más cuando se trata de instituciones que arrastran problemas, no sólo económicos, desde hace años y que son las que tienen que velar por el medio ambiente.

Como no hay política ambiental, sin política económica que la acompañe, esperemos que los criterios se cambien y las Confederaciones Hidrográficas gocen pronto de los recursos necesarios, para volver a ser instituciones de referencia, recordando que, como ya se ha indicado, “sin dinero, no hay medio ambiente”.


Panorámica de la Presa de Grandas de Salime (Saltos del Navia). Fotografía propia 27/08/19