Afortunadamente, después de los últimos análisis efectuados in situ, podemos decir que el Embalse de Ordunte, se encuentra libre de larvas del tan temido mejillón cebra. En la imagen se puede observar a los técnicos, tomando muestras para analizar. No es por alarmar , pero la vecina provincia de Vizcaya está teniendo graves problemas para controlar la plaga, que según parece ya está amenazando el Embalse del Ebro. Supongo que para ello, habría que implementar mayores medidas de vigilancia de pescadores y embarcaciones que pudieran contaminar las aguas.
La amenaza de especies invasoras se cierne de nuevo sobre el territorio vasco y zonas limítrofes- El enemigo, en este caso, no es nuevo. Se trata del «Dreissena polumorpha», comúnmente conocido como «mejillón cebra». Un molusco bivalvo no comestible que reside en aguas dulces y salobres y que, en los últimos años, ha hecho de los ríos del norte su nuevo hábitat. Según el Ministerio de Medio Ambiente, la expansión de este tipo de organismos es considerada la segunda causa de pérdida de biodiversidad a nivel global, solo por detrás de la destrucción o la alteración de los hábitats naturales.
Bien lo saben en Estados Unidos, donde la presencia de este molusco llegó a ocasionar pérdidas por valor de 1.600 millones de euros en la pasada década. Su origen, sin embargo, se encuentra en los mares Negro y Caspio, desde donde colonizó otras tierras a través de la navegación fluvial y el transporte marítimo de mercancías. La opinión más aceptada, según se recoge en un informe elaborado por Medio Ambiente y aprobado en 2007 por la Comisión Nacional de Protección de la Naturaleza, es que su transporte se inició en 1803 a través del Canal Oginskii del río Neman. Dos décadas después se encontró en Londres y Potsdam, en Alemania: «El patrón fuertemente invasivo podría ser esperable en la Península Ibérica tanto por la ocupación de ambientes ecológicamente nuevos por «Dreissena polumorpha» como por las condiciones climáticas favorables», sostiene el estudio.
El mayor peligro es su rápida capacidad de reproducción, que se lleva a cabo, generalmente, en dos periodos concretos. El primero, a la postre el más intenso, tiene lugar de mayo a julio, y es originado por los individuos fijados en los sustratos el año anterior. El otro acontece a finales de agosto y mediados de octubre, y surge de las larvas nacidas en primavera.