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Inundaciones, crecidas y futuro

Sobre el blog

Jose Luis Soler Martinez
Empresario. Director General de Imabe do Brasil Ltda. , Fundador de Grupo Oceánica Maroc, Turalter, Srl. , Technoymar Soluciones, S.L. y Ecowater Technologies, S.L. Ecowater Innova/Zequanox en Europa y América Latina
  • Inundaciones, crecidas y futuro

En ocasión anterior, ya expuse mi punto de vista sobre las consecuencias del aumento del nivel de las aguas provocado por fenómenos relacionados con el cambio del clima. En esta ocasión voy a incidir sobre los riesgos de crecidas e inundaciones provocados por una meteorología extrema, también fruto de este proceso ambiental y las decisiones para enfrentar esta situación, cara a un futuro sostenible.

Los desastres debidos a inundaciones o crecidas alcanzan aproximadamente a un tercio de entre todas las catástrofes naturales ocurridas en el mundo, en relación con otros fenómenos naturales, como los terremotos y los huracanes. al menos en cuanto a valores de pérdidas económicas y son responsables de más de la mitad del número de víctimas mortales. Los daños por crecidas han sido extremadamente severos en recientes décadas y es evidente que tanto la intensidad como la frecuencia de las inundaciones es creciente. En los diez últimos años, las pérdidas suman más de 200 mil millones de euros.

Las mitigaciones de los desastres por inundación no dependen sólo de acciones que pueden desarrollarse durante las inundaciones, sino el producto de una combinación de acciones previas de prevención, manejo operacional y reconstrucciones y revisiones posteriores al paso de las aguas. Hay un debate abierto sobre si es eficiente seguir invirtiendo en restaurar daños y proteger infraestructuras construidas en zonas inundables. Los expertos abogan por retirarse allá donde sea posible. En Gran Bretaña se prepara un plan para devolver al Támesis sus llanuras de inundación. Y un informe de la Agencia Europea de Medio Ambiente propone extender esa práctica a todos los países.

Al César lo que es del César...

Qué ocurre con las crecidas: el río se sale del cauce y reclama terrenos que le pertenecen. No en vano, cada vez que un río va cargado de agua muerde las orillas y arrastra grandes porciones del terreno aluvial. Los mapas hay que cambiarlos cada cierto tiempo, en muchos casos, cada año, porque es un ser proteico de difícil domesticación.

Los ríos, son sistemas dinámicos, que cambian constantemente. Los intentos por encauzarlos con infraestructuras rígidas chocan con la terquedad de la naturaleza por volver a su sitio. Los humanos medimos la vida en años y lustros, y los ríos con un reloj geológico de siglos y de milenios. Tarde o temprano, el río adopta la más destructiva de sus caras.

¿Sirven los modelos para predecir?

El cambio climático, como es demostrado, añade una incertidumbre más a la gestión hidrológica. Las precipitaciones se hacen más erráticas e impredecibles y los modelos de previsión pierden fiabilidad. Las tablas de aportes, crecidas y periodos de retorno que hasta ahora se han manejado para dimensionar las infraestructuras al más grave de los escenarios se quedan obsoletas.

Si el clima cambia, muchas cosas deben cambiar para evitar que los riesgos derivados del cambio climático se concreten en los peores impactos. Una adaptación adecuadamente planificada, apoyada en el mejor conocimiento disponible y en una buena estructura de gobernanza, puede facilitar mucho esta tarea imprescindible. Es necesario adoptar una aproximación más flexible y mejor preparada en la gestión de infraestructuras ante el cambio climático. En determinadas situaciones, no tiene sentido seguir invirtiendo para proteger inmuebles y activos que tarde o temprano serán destruidos.

Durante los últimos años se ha producido un importante cambio en la legislación europea y nacional que aboga por un cambio en las políticas de prevención de las inundaciones. Históricamente estas políticas se habían basado en la construcción de infraestructuras hidráulicas para controlar el funcionamiento de los ríos y prevenir daños a bienes y personas A pesar del enorme esfuerzo inversor y de la gran cantidad de infraestructuras construidas, los daños se siguen produciendo. Por lo tanto, la nueva legislación aboga por la recuperación de la laminación natural de las avenidas en las llanuras de inundación, recuperando así tanto los procesos naturales como los valores ecológicos dependientes de éstos, al tiempo que se previenen los daños causados por las inundaciones.

Gran Bretaña ha puesto en marcha una iniciativa pionera como es devolver las lagunas de inundación a parte del Támesis. Con 346 kilómetros de longitud y, tras su paso por Londres, aún tiene un largo recorrido hacia el mar. Fluye aguas abajo por un paisaje muy humanizado, con barrios suburbiales y zonas de recreo con numerosas edificaciones que han invadido la zona inundable. En 2010, Sir David Attenborough, científico británico, uno de los divulgadores naturalistas más conocidos de la televisión y patrocinador de la Thames Landscape Strategy, propuso una nueva forma de restaurar la llanura aluvial perdida. El TLS ha estado trabajando con comunidades, planificadores, legisladores y profesionales desde que estableció formas de adaptarse y ser más resilientes al cambio climático a medida que evoluciona el paisaje del río. La primera fase en la implementación de este objetivo estratégico de TLS (restaurar la llanura de inundación perdida) se completó en 2017. Desde el año pasado, está en marcha la TLS, un consorcio de 15 entidades públicas y privadas y 200 administraciones y asociaciones locales que pretende renaturalizar el terreno de la comarca de Arcadia, al sur de Londres.

Para ello compensarán a propietarios de tierras que haya que retirar y recrearán el antiguo ecosistema de pantanos, lagunas y marismas de esa zona cercana al estuario, convirtiéndola en una infraestructura blanda contras las inundaciones, un lugar de ocio y recreo y un parque natural. No es el único proyecto de restauración de áreas inundables que está ahora mismo en marcha. Son una respuesta a la alerta social causada por las inundaciones de los últimos años en Inglaterra y un modelo a seguir.

Recuperar las orillas

Coincidiendo con esta preocupación por las zonas inundables, la Agencia Europea de Medio Ambiente (EMA), ha presentado un informe que recomienda restaurar las llanuras aluviales como medida de adaptación al cambio climático y de prevención de riesgos. El informe asegura que las llanuras de inundación tienen un papel clave en la mejora de la mitigación y adaptación al cambio climático, la biodiversidad, el agua y el agua.

El trabajo de la EMA recopila estudios que muestran que hasta el 90% de las llanuras de inundación se han degradado ambientalmente como resultado de la protección estructural contra inundaciones, el encauzamiento de ríos, la desconexión entre ecosistemas fluviales, el uso de tierras agrícolas y la urbanización en los últimos siglos. Un enfoque basado en los ecosistemas para el manejo de las llanuras de inundación ayudaría a conservar y restaurar la biodiversidad y reducir la contaminación química y de nutrientes en ríos, lagos y humedales, además de aumentar la retención de agua.

Las inundaciones siguen siendo uno de los desastres naturales más costosos. La restauración de las llanuras aluviales, centrada en soluciones basadas en la naturaleza y en un enfoque de gestión del ecosistema, aumenta en gran medida el papel que pueden desempeñar estas áreas para lograr beneficios ambientales positivos, al tiempo que reduce los impactos negativos de las inundaciones.

Las llanuras de inundación cubren el 7% del área total de Europa. Pero en determinados países, esas áreas son el principal polo de actividad humana. Por ejemplo, más del 25% de la población en Liechtenstein, Bosnia y Herzegovina, los Países Bajos y Eslovaquia vive en zonas de llanuras aluviales.

Actualmente, el 17% de los hábitats protegidos de Europa asociados con las llanuras aluviales logran una buena estación de conservación. Sólo el 40% de los cuerpos de agua de Europa logran un buen estado ecológico. Mejorando los servicios del ecosistema proporcionados por las llanuras de inundación estos resultados podrían ser más favorables.

El futuro de la gestión de las crecidas ha de pasar por restablecer los procesos naturales del sistema fluvial y devolver a los ríos su función, su territorio y su dinámica. Solo de esta manera podremos reducir los riesgos que conllevan las inundaciones y convivir con las crecidas como corresponde a una sociedad avanzada e informada de manera congruente. Si queremos garantizar la protección frente a las avenidas, proteger la calidad de las aguas, conservar las comunidades biológicas nativas controlando la invasión de las exóticas, y conseguir la estabilidad del cauce y el mantenimiento de la vegetación de sus riberas, es necesario recuperar mayor espacio para los ríos, mayor naturalidad en su régimen de caudales y mayor libertad para su movilidad y equilibrio geomorfológico.