1 de enero de 2019: Empiezo el año a tope. Mi nuevo trabajo consiste en encargarme del área educativa y divulgativa como responsable de dicha área. Mucha faena, pero tengo mucha ilusión. Me dan un despacho desde el cual veo el río que abastece mi ciudad. Como responsable del área mis funciones son: la realización y participación en jornadas, atender las visitas educativas (colegios, FP, universidades, público general, ayuntamientos, etc.), cursos de formación, encargarme del aula, del blog educativo, etc. Me agobia tener tantas funciones y no sé por dónde empezar. Abro la ventana. Miro por la ventana y veo el río. Lleva agua, fluye y todo se me pasa.
20 de enero de 2019: Por fin se ha aprobado el presupuesto para mejorar el tratamiento de agua. Lo celebro porqué me encargan la campaña informativa con los usuarios. Es una gran oportunidad. Aunque me siento abrumado ante tanto trabajo y responsabilidad. Miro por la ventana y veo el río. Lleva agua, fluye y todo se me pasa.
8 de febrero de 2019: Sigo liado con la campaña informativa, además del trabajo habitual. Está siendo muy gratificante pero bueno, la dedicación que me exige es brutal. En una jornada para público general sobre el ciclo integral del agua de mi ciudad, una persona de mediana edad me ha estado exigiendo de malas maneras información sobre la telelectura. "Que eso quita trabajos y no sirve para nada" me decía. Le he explicado lo mejor que podía en qué consiste y sus ventajas. Parece que se ha quedado convencido. Aun así, me ha puesto nervioso. Miro por la ventana y veo el río. Lleva agua, fluye y todo se me pasa.
15 de febrero de 2019: Hoy he tenido reunión con mis superiores, en la cual, he presentado la campaña informativa que he diseñado para informar a los usuarios de la mejora en el tratamiento y calidad del agua. El presupuesto lo ven excesivo, así que tocará recortar el presupuesto, apretar a los proveedores… en fin, mucho lío. En el almuerzo, mis compañeros me dicen que me relaje, que es lo normal. Deben de tener razón, pero me enfada igualmente. Así que vuelvo a mi despacho a ajustar la campaña de acuerdo al nuevo presupuesto. Miro por la ventana y veo el río. Lleva agua, fluye y todo se me pasa.
1 de marzo de 2019: La empresa tiene una gran iniciativa: charlas donde los distintos departamentos de la empresa explican su trabajo. El objetivo de dichas charlas es para dar a conocer a los propios empleados la empresa los distintos departamentos que la forman y así fomentar la colaboración. La iniciativa puede ser interesante, pero me toca prepararme una presentación de mi área y no sé la fecha. Me agobio. Pero
nada, con trabajo y dedicación saldrá. La ilusión y ganas me pueden. Necesito inspiración y motivación. Miro por la ventana, veo el río y me inspiro. Lleva agua, fluye y todo se me pasa.
9 de marzo de 2019: Asisto a la primera charla. Ha sido una gran decepción. He salido de allí con mala onda. Parece que lo único importante de la empresa sea ese departamento y ese sea el motor de la empresa. Además, me acabo de dar cuenta de la gran complejidad y permisos que requiere cualquier cosa que debería ser simple. Sigo sin saber qué día tendré que ir a dar mi charla. Llego al despacho. Tengo más de 20 correos por leer. La agenda no da para más. Un poco entristecido, miro por la ventana y veo el río. Lleva agua, fluye y todo se me pasa.
31 de marzo de 2019: Miro por la ventana el río. Lo veo distinto. Sigo asistiendo a las charlas, y estas siguen siendo una pérdida de tiempo. Todos los departamentos tienen el mismo mensaje: mi departamento es el corazón de la compañía. La campaña informativa empieza y está siendo un éxito. Las obras de mejora cada vez van cogiendo forma y me piden que me encargue de hacer visitas con los ayuntamientos dentro de la campaña. Miro por la ventana y veo el río. Lleva agua, fluye y me quedo con una extraña sensación.
15 de abril de 2019: El nivel del río ha bajado. No sé si alguien más se ha dado cuenta, pero todo sigue igual: sigue la campaña, siguen las charlas de los distintos departamentos, sigue el proyecto de mejora del tratamiento de potabilización… Parece que nada cambia. En las charlas, todos los departamentos siguen vanagloriándose de su labor, su importancia, sus grandes aportaciones a la empresa. Cada departamento ES la empresa. Temo el día de mi presentación. Sin embargo, el río tiene menos agua. Me asomo a la ventana. Miro por la ventana y miro el río. Lleva agua, fluye y me quedo preocupado.
4 de mayo de 2019: Sigue sin llover. El nivel del río sigue bajando. Ya se empieza a ver cierta preocupación en algunos compañeros, especialmente los que trabajan en la potabilizadora. En dirección, el problema no existe y debaten temas como la ciberseguridad. Sigo con la campaña informativa a los usuarios y hago la primera visita con alcaldes. Una concejala me pregunta sobre el estado del río. Sonrío y le respondo lo más positivamente que puedo, pese a que interiormente estoy francamente preocupado. Vuelvo al despacho y miro por la ventana. Me viene la pregunta de la concejala. Miro por la ventana y miro el río. Lleva menos agua, fluye. Me entra cierta ansiedad y preocupación.
31 de mayo de 2019: Veo mucho movimiento en la sede. Los jefes de departamento se reúnen con la dirección para hablar de algo importante. Nadie sabe sobre qué es. Pero miro el río por la ventana. Ha vuelto a bajar el nivel. Espero que la sequía sea el contenido de la reunión. Sigo trabajando en mi día a día. Cada vez me hacen más preguntas en las jornadas sobre el nivel del río. Sigue sin llover, la gente se preocupa. Veo cierta sensibilización por parte de la gente. Me gusta. Quiero ser positivo. Llega la hora de comer y me voy a casa. Pero antes, miro por la ventana y veo el río. Lleva menos agua.
15 de junio de 2019: Mi jefe me llama al despacho. Me comenta que se ha tratado en la reunión entre los distintos jefes de departamento junto con la dirección la sequía. Según él, la reunión fue un caos. Todos barriendo para sus departamentos, intentando llevarse méritos y glorias. No hubo consenso. Me dice que prepare con urgencia una campaña de sensibilización para todos los públicos sobre la sequía explicando las medidas de ahorro de agua. Además, tengo que participar junto a otros compañeros en la realización de las medidas de ahorro de agua. Tengo 15 días para prepararla. Le pregunto si la situación es tan mala como parece. Su cara es un presagio de lo peor. Vuelvo al despacho a trabajar a contrarreloj. Miro por la ventana. Veo el río, me motivo y me pongo a trabajar.
1 de julio de 2019: Empiezo la campaña de sensibilización. Muy ilusionado y con ganas. Espero aportar mi gota de agua. La verdad que va estos meses van ser complicados. ¿Conseguiré concienciar a la gente? ¿La respuesta será la adecuada? ¿Las medidas propuestas serán suficientes para que el usuario tenga servicio? Estas dudas me asaltan en mi despacho mientras leo que estamos ante la sequía más importante en los últimos años. Miro el reloj y se me hace tarde, me esperan para la primera de las sesiones de la campaña. Me asomo por la ventana y miro el río. No parece el mismo.
28 de julio de 2019: La campaña está funcionando. Pero no es mérito mío. Los ayuntamientos se han comprometido mucho en potenciar el ahorro de agua, yo sólo soy un instrumento más. Además, los compañeros de Redes están haciendo esfuerzos y horas en minimizar las fugas más allá de lo económicamente viable, mientras que en marketing están trabajando en llegar mediante todas las vías (aprovechando la campaña) para que todos los usuarios estén informados, etc. Al final, el trabajo conjunto de todos parece que está ayudando a garantizar el consumo de agua para los usuarios. Si bien es cierto que se han tomado medidas como por ejemplo el prohibir el llenado de piscinas municipales y privadas. La mayoría de los usuarios se lo han tomado bien. En el despacho, me asomo por la ventana y miro el río. Veo que el nivel se mantiene. Hay esperanza.
15 de agosto de 2019: El nivel del río se mantiene. Las medidas son duras pero efectivas. La respuesta de la gente y su nivel de implicación me ha sorprendido. El trabajo de todos en un objetivo común ha sido eficaz. Las reuniones que en su momento supusieron un problema donde cada cual se presentaba como el corazón de la empresa han tenido su fruto. En épocas de crisis, se ha trabajado de manera conjunta. Para mí ha sido un cambio muy grande, ya que al llevar la campaña de sensibilización he estado muy ocupado trabajando, con muchas reuniones y apoyando a compañeros de distintos departamentos. Miro al río y sonrío. Lleva agua, poca. Pero parece que se mantiene. Ya no puedo hacer más, depende de que llueva. Miro al cielo. Espero que llueva pronto o todo el trabajo realizado no servirá de nada. Pero en este momento de crisis, todos hemos trabajado unidos remando en la misma dirección y por el bien común.
23 de septiembre de 2019: Lleva lloviendo de manera continuada desde hace varios días. Empezamos a eliminar las restricciones de uso de agua. El río vuelve a tener el nivel de meses atrás. Los más agoreros ahora temen una inundación ante la crecida del nivel brusca ante tantos meses sin precipitaciones. Pero parece ser que la Confederación y los Ayuntamientos habían hecho los deberes y estaba todo preparado ante el posible riesgo. En la empresa el ambiente es más tranquilo. Todo ha vuelto a la normalidad. El trabajo conjunto ha sido muy eficaz y se ha garantizado el consumo pese a los problemas. En los despachos vuelvo a ver a los departamentos intentar ponerse medallas porqué fueron sus actuaciones las que más ayudaron a resolver la crisis. Bueno… que digan lo que quieran. Mientras el río lleve agua no habrá problema. Miro por la ventana. El río lleva agua. Sonrío, lleva agua, fluye y todo el trabajo realizado ha valido la pena.
