No por el hecho de usar la ropa, esta se convierte en ropa residual. Ni por el hecho de usar la vajilla y los cubiertos (en casa, bares o restaurantes), estos se convierten en cubiertos residuales. Ropa, vajilla, cubiertos (y tantas y tantas otras cosas), se limpian y se siguen empleando, sin ningún tipo de rechazo social.
Entonces, ¿por qué por el hecho de usar agua en las diferentes actividades humanas, esta ha de convertirse en agua residual?
¿Por qué por el hecho de usar agua en las diferentes actividades humanas, esta ha de convertirse en agua residual?
Acudiendo a la fuente habitual, la RAE define “residual” como: perteneciente o relativo al residuo, y a este último como: aquello que resulta de la descomposición o destrucción de algo. En otra de las acepciones de la palabra residuo se recoge: material que queda inservible después de haber realizado un trabajo u operación.
También la RAE recoge la siguiente definición del agua residual: agua que procede de viviendas, poblaciones o zonas industriales y arrastra suciedad y detritus.
Como se puede comprobar, el adjetivo “residual” confiere a las aguas un marcado carácter peyorativo, que las estigmatiza de por vida, y que se graba a fuego en la memoria colectiva, aflorando en forma de rechazo social cuando se pretende reutilizar estas aguas, tras “limpiarlas”, al recordar su denigrante origen “residual”.
El adjetivo “residual” confiere a las aguas un marcado carácter peyorativo, que las estigmatiza de por vida, y que se graba en la memoria colectiva
Si analizamos el uso del adjetivo “residual” en la normativa sobre el tratamiento de las aguas, la Directiva europea vigente, en su versión española, ya recoge el adjetivo “residuales” en su propio título: “DIRECTIVA DEL CONSEJO de 21 de mayo de 1991 sobre el tratamiento de aguas residuales urbanas (91/271/CEE)”, y luego lo repite en más de cincuenta ocasiones en todo su articulado, veinte de ellas en el Articulo 2, correspondiente a las Definiciones.
En el campo de la reutilización, y para minimizar el rechazo social antes aludido, se vienen haciendo esfuerzos para hacer desaparecer el adjetivo “residual” y así se habla de la reutilización de las aguas tratadas, depuradas o regeneradas, y en la normativa al respecto, el adjetivo “residual” tiene una presencia mucho más limitada. Así, en el “Real Decreto 1620/2007, por el que se establece el régimen jurídico de la reutilización de las aguas depuradas", como puede comprobarse, el adjetivo “residuales” no se recoge en su título y tan sólo aparece siete veces en todo su articulado y, la mayoría de ellas (4), en el Artículo 2, correspondiente a las Definiciones.
Igualmente, si analizamos la versión española del “REGLAMENTO (UE) 2020/741 DEL PARLAMENTO EUROPEO Y DEL CONSEJO, de 25 de de mayo de 2020, relativo a los requisitos mínimos para la reutilización del agua”, el adjetivo “residuales” tampoco se recoge en su título y aparece de nuevo en siete ocasiones pero, en este caso, todas ellas en su Artículo 3, relacionado con las Definiciones.
Por otro lado, de un tiempo a esta parte, en el mundo del tratamiento de las aguas asistimos a un cambio de denominaciones que, aparte de recoger conceptos novedosos, tiene también, por qué no admitirlo, algo de “dulcificación de la realidad” (biofactorías por depuradoras; biosólidos por lodos). Entonces, ¿por qué que no atajar el problema de la denominación de las aguas en su origen, dejando de usar el adjetivo “residuales”?
¿Por qué que no atajar el problema de la denominación de las aguas en su origen, dejando de usar el adjetivo “residuales”?
Si admitimos que no por el hecho de usar las aguas, estas se convierten en residuales, ¿qué nombre le podemos dar a las aguas usadas?
A mi juicio, esta cuestión la tienen ya resulta nuestros vecinos franceses (siempre tan cartesianos), que simplemente suelen emplear la denominación obvia de “aguas usadas (eaux usées)".
Como vengo haciendo, de un tiempo a esta parte, con los humedales para el tratamiento de las aguas, en los que he ido eliminando progresivamente el adjetivo “artificiales”, siguiendo las tendencias reinantes, intentaré a partir de ahora de hablar de aguas usadas y de ir erradicando paulatinamente el adjetivo “residuales”. No será fácil, pues son muchos años de memoria colectiva, pero…
Y, no olviden que: “El valor de agua debe juzgarse por su calidad y no por su historia”.