Las lluvias acaecidas estas últimas semanas nos han recordado la importancia de llevar a cabo una buena gestión de las aguas pluviales dentro de lo que se ha venido en llamar el ciclo del agua.
Porque la verdad es que, en general, y especialmente en los municipios pequeños, no existe tal gestión. La mayoría de municipios disponen de algunas conducciones ejecutadas sin planificación ni visión global integrada, y aprovechando alguna de las múltiples subvenciones que periódicamente se adjudican desde el Gobierno, Govern, o Consells. En otros casos, ni eso.
Las aguas pluviales urbanas son resultantes de los episodios de lluvia que dan lugar a escorrentía superficial, al no evaporarse o poder ser infiltradas al terreno. Estas aguas recogen importantes cantidades de contaminación, en algunos casos de grave impacto sobre el medio si no son adecuadamente canalizadas y tratadas, y generan episodios de inundaciones y alteración del proceso de saneamiento de las aguas residuales de origen doméstico. Porque no podemos desvincular las pluviales del saneamiento de las aguas residuales. Efectivamente, en la mayoría de los casos las aguas pluviales acaban en las conducciones de aguas residuales, provocando un importante incremento de caudal de llegada a las depuradoras, y una grave afectación a los procesos de tratamiento si no son adecuadamente separadas.
La gestión de las aguas pluviales toma importancia con la urbanización y la constitución del entorno urbano, que altera sustancialmente las condiciones de drenaje, incrementando la superficie impermeable y dando lugar a la escorrentía. De hecho, las conducciones de pluviales fueron previas a las del alcantarillado, ya que inicialmente las viviendas disponían a lo sumo de pozos negros o vertían directamente al medio, mientras que en las calles ya se habían dispuesto canales de pluviales para recoger el agua de lluvia.
Las afecciones sanitarias motivaron que se construyeran desagües de residuales en los edificios e inicialmente se conectaran con las redes abiertas de pluviales, constituyendo las primeras redes unitarias de alcantarillado.
Con posterioridad, en el siglo XIX empezaron a proponerse redes separativas de pluviales y residuales.
No obstante, todavía a día de hoy, la gestión de las aguas residuales y la de las pluviales se lleva de forma funcionalmente separada. Incluso, vemos como el alcantarillado y la depuración son gestionados por entidades distintas y separadas administrativamente.
Las demandas actuales de bienestar y calidad ambiental deberían conducir a una gestión integrada de todo el ciclo del agua, con organismos que regularan y controlaran de cerca dicha gestión al completo.
El aumento del tamaño de las poblaciones, y el incremento de espacios urbanizados, ha conducido a un importante incremento de superficie impermeabilizada, que da lugar a un aumento de la cantidad de agua de escorrentía, y un incremento de la velocidad de la misma.
La contaminación que se encuentra en nuestras calles en forma de hidrocarburos y toda clase de residuos, es arrastrada por la escorrentía, dando lugar a una primera fase de agua altamente contaminada, que posteriormente, si persiste la lluvia, va disminuyendo en su contenido de contaminantes.
Si la red es separativa, esa agua de escorrentía inicial acaba en los puntos de vertido previstos, contaminando torrentes o terrenos, si no se ha previsto tratamiento previo de las aguas recogidas.
Si la red es unitaria, dará lugar a reboses en los aliviaderos por exceso de caudal, y por tanto una dispersión de la contaminación sin tratamiento. Además, el aumento de caudal se transfiere en parte o en todo a la depuradora, alterando su propio proceso de tratamiento y generando nuevos vertidos incorrectamente tratados.
En términos normativos, la Directiva Marco del Agua es la actual norma inspiradora de los modelos de diseño en ingeniería de saneamiento y drenaje, con el objetivo fundamental de protección del medio.
A la vista de lo anterior, se ha iniciado una ingeniería urbana de actuaciones previas, en el momento de la planificación, dando lugar a las técnicas de drenaje urbano sostenible, con el objetivo de mitigar los efectos descritos. Así, los depósitos de tormenta, la selección de los pavimentos más porosos que permitan la filtración del agua, el control y gestión de los reboses en los episodios de lluvia importantes, la gestión de los elementos naturales relacionados con el agua para que cumplan su función de forma óptima están incluidos en dichas técnicas.
No obstante, por desgracia nos encontramos en general bastante alejados de esos planteamientos, y la actual penuria de inversiones públicas no parece que permita esperar grandes actuaciones en el corto plazo.
Por tanto, siendo realistas, se hace necesario inicialmente tomar conciencia del problema y proceder a elaborar o introducir planes sencillos para diseñar y ejecutar infraestructuras de recogida de pluviales, fundamentalmente conducciones y sus elementos anexos, que permitan evacuar el agua pluvial de forma ordenada y evitando en la medida de lo posible la alteración de los sistemas de depuración y los vertidos descontrolados.
También es importante establecer en las ordenanzas municipales criterios de actuación en las viviendas y futuras urbanizaciones o reformas de las existentes, tendentes a la separación desde el origen de las pluviales respecto de las residuales, las tipologías de pavimentos a utilizar preferentemente y otros aspectos relacionados con la gestión de pluviales.
Asimismo, consideramos muy importante llevar a cabo actuaciones de mantenimiento de aquellas infraestructuras existentes. Así, las limpiezas periódicas de los imbornales y conducciones facilitaran su óptimo funcionamiento en los momentos en que sea necesario.
Por último, integrar la gestión de las pluviales en el ciclo del agua. Esto significa que se incluya ese apartado en los contratos de concesión o bien en los contratos de servicios con las empresas privadas del ciclo del agua, o en el caso de gestión directa, incluirlo en los servicios del agua con responsables que tengan una visión global de todo el ciclo.
(Artículo publicado en Diario de Mallorca).