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Cómo es vivir sin tener un grifo de agua potable a mano

Sobre el blog

Laura Bachiller Soria
Ingeniera química estudiando ahora mismo el máster, con gran interés por la sostenibilidad y el medio ambiente
  • Cómo es vivir tener grifo agua potable mano

En nuestra sociedad, un gesto tan sencillo como abrir el grifo de la ducha y que salga agua es algo tan común que ni nos lo planteamos. O abrir el grifo de la cocina y que salga agua limpia y transparente para llenar tu vaso y poder bebértelo sin preocupaciones. Sin embargo, aunque todos, o al menos la mayoría, somos conscientes de que somos afortunados y en otras partes del mundo no ocurre esto, no es lo mismo saberlo que experimentarlo.

México es un país de contrastes y de desigualdad, y esto también se refleja en el agua. Durante 3 meses estuve viviendo en el estado de Puebla, colaborando con una fundación, alternando entre una vivienda en la capital del estado, Puebla de los Ángeles, y una en una comunidad indígena de la sierra llamada Xaltipan. Es una comunidad que no aparece en Google Maps, algo que realmente me chocó porque no pensaba que hubiera algo que se le escapara a Google.

Se calcula que el 10% de la población mexicana no tiene acceso a agua potable, y que el 43% carece de instalaciones sanitarias mínimas (estos datos se han obtenido del Consejo Consultivo del agua). Estos datos se deben coger con pinzas, porque probablemente ese 10% signifique que no llega agua a través de tuberías, sin embargo, del 90% restante, es muy probable que, aunque les llegue agua, en ocasiones la calidad de esta no sea suficiente.

Comparando la legislación de nuestro país con la mexicana a nivel características del agua de consumo se encuentran algunas diferencias:

  • Respecto a microorganismos, en la legislación española no se permite ninguna cantidad de cualquier organismo coliforme, mientras que en la mexicana se permite 2 UFC/100 ml de coliformes totales, si bien si restringe a 0 los coliformes fecales.
  • En el caso de propiedades físicas como la turbidez en España se permite 1 UNF frente a los 5 UNF en México.
  • Respecto a propiedades químicas como la concentración de arsénico, en la legislación española el límite es 10 μg/l mientras que en la mexicana es 50 μg/l.

A pesar de que teóricamente toda el agua que llega por las tuberías es potable, según las regiones y debido al mal estado del sistema de distribución, muchas veces el agua del grifo tiene mal sabor o provoca enfermedades gastrointestinales, lo que lleva a los mexicanos que pueden permitírselo a consumir agua embotellada.

Durante mi estancia en Puebla, cuando vivía en la capital, tenía todos los servicios de lo que puedo disfrutar en mi casa de España, una ducha, un baño y grifos que abres y sale agua, alcantarillado...

En Xaltipan teníamos una vivienda en cuyo exterior se encontraba el baño y un aljibe donde se acumulaba el agua. Mis costumbres cambiaron mucho durante esa época. Para ducharte tenías que llenar un cubo de agua del aljibe y utilizar otro más pequeño para lavarte. La ducha consistía en un agujero en el suelo en el baño. Eso para ducharte con agua fría, si hacía frio y era necesario ducharse con agua caliente había que calentarla previamente en la cocina de gas que utilizábamos para cocinar. Respecto al retrete, no había cadena de la que tirar, había que utilizar también un cubo de agua. Estaba conectado a una tubería que llevaba a una fosa séptica que había construido la fundación con la que iba. No teníamos lavabo, solamente una pila en la que te lavabas la cara, los dientes y lavabas los platos. El agua para cocinar, beber y lavarnos los dientes teníamos que comprarlo en el pueblo más cercano, al que se tardaba 1 hora en llegar en el único medio de transporte, aparte de tus piernas, disponible, una camioneta de frutas reconvertida en autobús que hacia parada en todas las comunidades. Otra opción era encargar un bidón a alguna de las personas con “tienda” en la comunidad. El agua del aljibe venía en parte de una tubería y en parte del agua de la lluvia, por lo que su nivel era muy variable y en una ocasión en la que no llovió durante una semana se vació considerablemente.

Sin embargo, en comparación con el resto de la comunidad, teníamos una situación bastante privilegiada. En algunas viviendas el baño consistía en un agujero en el suelo, no tenían espacio para lavarse y habitualmente lo hacían bajo un techo a un lado de la vivienda utilizando el agua de un depósito bastante pequeño, de unos 150 litros, que se rellenaba al igual que el nuestro en parte por una tubería y en parte por agua de lluvia. El agua para cocinar y beber también salía de ese depósito. Además, la cocina consistía en una fogata que mantenían viva todo el día para hacer la comida o calentar el café y no tenían otro recipiente en el que calentar agua, por lo que siempre se lavaban con agua fría.

En Xaltipan, al igual que en otras comunidades cercanas, jamás vi a nadie beber agua como tal, sino otras bebidas como café o atole. El agua se hervía y luego se añadían granos de café y caña de azúcar, obteniéndose un café muy suave que era su bebida principal. Esto incluye a los niños, los cuales a partir de que dejan de tomar leche materna empiezan a consumir esta bebida. El atole es una especie de agua de arroz que cocinaban hirviendo agua y añadiendo arroz, caña de azúcar y canela. Cuando nos veían beber agua, se sorprendían, porque para ellos el agua no tiene buen sabor y puede provocar enfermedades. Lo habitual para ellos es tomar café igual que nosotros tomamos agua.

Debido a que teóricamente se cumple la legislación, desde el gobierno no se plantean ninguna solución al problema de estas comunidades. La buena noticia es que desde universidades o fundaciones en ocasiones se desarrollan proyectos para ayudar a solucionar estos problemas en las múltiples comunidades indígenas repartidas, ya no solo en el estado de Puebla, sino en todo México. Sin embargo, los habitantes de Xaltipan están tan habituados a su estilo de vida que creo que, aunque tuvieran un grifo con agua potable, les costaría mucho cambiar sus hábitos y empezar a beber agua en su día a día.