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La cerveza, un ejemplo de economía circular

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Ahora que la economía circular en el sector del agua está en el centro de la agenda (o al menos debería), y aprovechando que ya es tiempo de sol y terrazas, lanzo una pregunta: ¿de qué está hecha la cerveza que bebes?

La cerveza se fabrica con granos de cebada germinados u otros cereales cuyo almidón se fermenta en agua con levadura y se aromatiza a menudo con lúpulo, entre otras plantas. Durante todo el proceso de fabricación, el agua juega un papel fundamental, representando entre un 85 y un 92% de la composición de la cerveza. Actualmente, se consumen aproximadamente 3 Hl de agua por cada Hl de cerveza producido, y por esta razón la tendencia del sector es reducir el consumo de agua, es decir, la huella hídrica.

El agua juega un papel fundamental, representando entre un 85 y un 92% de la composición de la cerveza

La economía circular es un concepto que ha irrumpido con fuerza en los últimos tiempos. Existe una imperiosa necesidad de la utilización eficiente de los recursos, especialmente de los hídricos, y ya que, según datos de la Federación Española de Industrias de la Alimentación y Bebidas (FIAB), la industria de alimentación y bebidas representa aproximadamente el 1,8 % del consumo de agua total en Europa, ¿por qué no mirar a la reina de las terrazas y los chiringuitos?

PU:REST, la cerveza basura sueca

Pese a que el agua reciclada puede ser tan pura y segura como el agua del grifo normal, gran parte de la población todavía se muestra escéptica sobre la posibilidad de beber agua reutilizada. Para romper con este estereotipo, y colaborar a su vez con la problemática ambiental y de escasez de agua, maestros cerveceros suecos han logrado convertir el agua contaminada con desechos humanos en una bebida ecológica "con malta y lúpulo orgánicos".

El desafío no es tecnológico, sino psicológico

Esta cerveza ecológica pasa por una gran cadena de etapas de purificación y exhaustivas pruebas de laboratorio, demostrando que el uso de agua residual puede salirse de la línea agrícola y otras tareas técnicas, y haciendo hincapié en que el desafío no es tecnológico, sino psicológico.

Una nueva cerveza, del mar a la mesa

Si el 97,5% del agua en la tierra se encuentra en los océanos y mares de agua salada, ¿por qué desperdiciarla? Eso es lo que debió pensar Gonzalo Campero hace tres años, ingeniero industrial boliviano reconvertido a maestro cervecero, mientras miraba la basta extensión del Océano Pacífico y cuyo acceso al litoral se disputan estos dos países en el Tribunal de La Haya.

Así, Campero y sus socios, trataron, filtraron, hirvieron, desalinizaron y balancearon con malta tostada el agua salada recogida en las costas de Antofagasta, para conseguir una cerveza “5,8% de alcohol, ligeramente salada, con gusto a ahumado, a caramelo, alguna sensación cítrica y rica en minerales”, llamada "Pacífica". Según Campero, de los 8 litros de agua marina que cogió, produjeron 240 litros de cerveza, sin embargo, es necesario aclarar que la cerveza no tiene 100% agua de mar. Cifra arriba, cifra abajo, con esta elaboración no solo consiguieron una manera más eficiente de fabricar cerveza, sino que demostraron que el agua del Pacífico puede compartirse.

Seguro que hay más ejemplos, pero estos dos sobre reutilización y desalinización me han parecido los más curiosos para poner en valor la necesidad de una puesta en marcha de medidas para transformar el modelo económico lineal y convertirlo en circular.