Si el ser humano es incapaz a veces de ponerse de acuerdo consigo mismo, como para hacerlo con el tiempo y la meteorología (o por lo menos en España): cuando hay escasez de agua, se queja por la falta de lluvia; y cuando llueve mucho, se queja de que es demasiado porque se producen inundaciones. ¿No sería mejor hacer algo en ambas situaciones en lugar de quejarnos?
“No hay agua, tiene que llover”
España ya va por su tercer año hidrológico en situación de sequía, y parece que no aprendemos. La falta de agua hace a muchos mirar al cielo, pero ya lo dijo Gonzalo Delacámara en este artículo: “Creer que la sequía termina (solo) con la lluvia es tan temerario o ingenuo como creer que se explica (solo) por la falta de precipitaciones significativas”, porque recordemos que España se seca, y no es solo debido al tiempo. Pero de la sequía ya se habló (y mucho), así que pasemos a la otra cara de este asunto.
Gonzalo Delacámara: “Creer que la sequía termina (solo) con la lluvia es tan temerario o ingenuo como creer que se explica (solo) por la falta de precipitaciones significativas”
“Queremos que llueva, pero no”
La temporada de lluvias en España (que parece haber llegado más tarde de lo habitual), ha traído consigo inundaciones y desbordamiento de cauces, poniendo a varias Comunidades Autónomas en alerta y dejando las (casi) ya conocidas imágenes, tan espectaculares como devastadoras, de la crecida del Ebro (no os perdáis esta fotogalería).
Pero esto no es nuevo. De igual forma que parecemos incapaces de tomar medidas para conservar el agua en periodos de escasez, parece que no somos capaces de ver que evitar las inundaciones (sobre todo en áreas urbanas), está en nuestras manos: es hora de volver a hablar de “zonas inundables” y de la legislación vigente en materia de gestión del riesgo de inundaciones. ¿Lo estamos haciendo bien?
Las autoridades españolas cuentan con legislación suficiente en materia de inundaciones para prevenirlas y hacerlas frente
Las inundaciones son la catástrofe natural que mayor daño genera en España. Según el Consorcio de Compensación de Seguros y el Instituto Geológico y Minero de España, en nuestro país, los daños por inundaciones se estiman en total en una media de 800 millones de euros anuales. En 2015, y enmarcado dentro de la reforma del Reglamento del Dominio Público Hidráulico, el Gobierno decidió endurecer los criterios para construir en zonas inundables. Pese ello, seguimos viendo las mismas imágenes de agricultores y ganaderos sufriendo pérdidas, familias en alerta por si la crecida alcanza sus hogares y carreteras cortadas.
Las autoridades españolas cuentan con legislación suficiente en materia de inundaciones para prevenirlas y hacerlas frente, sin embargo, parece que aún está pendiente su correcta aplicación en determinadas zonas. Según las cifras de agua registradas, la crecida del Ebro de este año parecía similar a la que causó destacadas inundaciones en los años 2015 y 2003, pero las previsiones meteorológicas apuntan a que finalmente no será así en cuanto a pérdidas económicas. Pese a ello, mi pregunta es: si esto ya lo hemos pasado, ¿por qué dejamos que se repita?