Ahora que ya ha quedado inaugurada oficialmente la temporada de baños con la apertura de las piscinas (los afortunados residentes en zonas de playa habrán soltado una carcajada), el agua nos espera, cristalina y brillante, más fría o más caliente, hasta que otro líquido que también forma parte de nuestro cuerpo hace acto de presencia. ¿Orinas dentro u orinas fuera?
El nadador Michael Phelps admitió haber miccionado dentro de la piscina de los JJ.OO de Londres 2012
Todos sabemos que orinar dentro de una piscina es un acto muy feo (que tire la primera piedra el que no lo haya hecho alguna vez siendo niño). Y también todos hemos sido “amenazados” por nuestros padres con que si lo hacíamos, el agua de nuestro alrededor adquiriría un color amarillo, rojo o marrón y seríamos delatados. Lejos de la realidad, se trataba de una de las tantas mentiras piadosas que nos decían para que no hiciésemos algo que no deberíamos; y además es un hecho que dejó claro el nadador Michael Phelps cuando admitió haber miccionado dentro de la piscina de los JJ.OO de Londres 2012. Sin embargo, nuestros padres tenían sus motivos para decírnoslo. Veamos por qué.
Para empezar, nuestra orina está compuesta por un 95% de agua, un 2% de sales minerales y un 3% de urea y ácido úrico (Wikipedia, 2016). Se sabe que la orina es estéril y que, por lo tanto, no presenta ningún riesgo. De hecho, es considerada como una fuente de nutrientes que en la actualidad se usa como fertilizante natural. ¿Quéééééé? Que no cunda el pánico, la orina por sí sola no es una solución nutriente completa que pueda utilizarse; hay que tratarla. Pero ese es otro tema.
El problema no es la orina en sí, sino la mezcla de ésta con las sustancias químicas que contienen las piscinas
El problema no es la orina en sí, sino la mezcla de ésta con las sustancias químicas que contienen las piscinas: hablo del nitrógeno (N) contenido en nuestro fluido con el hipoclorito sódico (NaClO) utilizado en la desinfección de piscinas. Un estudio publicado en Environmental Science & Technology por un equipo de ingenieros de la Universidad de Purdue, determinó que el cloro (Cl) se combina con el ácido úrico (C5H4N4O3) para originar al menos dos sustancias tóxicas nocivas para la salud: el cloruro de cianógeno (CNCl), incluido en el cuadro 3 de la Convención sobre las Armas Químicas; y la tricloramina (NCl3), que perjudica al sistema respiratorio y produce irritaciones en la piel y en los ojos. ¿No suena muy bien, no?
El estudio señala que el 93% del ácido úrico presente en las piscinas procede del pis. Es más, cada vez que alguien se orina (ya sea adrede o no), deja en el agua una media entre 30 ml y 80 ml de orina. Aclarar que, es muy difícil que en las piscinas se acumulen cantidades suficientes de orina y cloro como para generar unas reacciones que afecten gravemente a la salud, sin embargo, algunas personas sí que pueden sentirse afectadas por la pequeña mezcla (picor de ojos, irritaciones en la piel, etc.).
En cualquier caso, orinar en una piscina no solo es perjudicial para la salud, sino que no es nada agradable; y no creo que ninguno de nosotros nos guste bañarnos en una “sopa amarilla” aunque esta no se vea.