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¡Cada gota cuenta!

Sobre el blog

Leandra Díaz Ríos
Licenciada en Ingeniería Medio Ambiental. Responsable de Huella Hídrica en la empresa consultora Servicios Ambientales S.A. Con experiencia en el desarrollo de inventarios y Planes de Acción de reducción de Huella en 14 ciudades de Latinoamérica.
  • ¡Cada gota cuenta!

Amalia es una mujer de 54 años de edad, tiene ocho hijos, el más pequeño con tan solo un año. Vive en una comunidad rural del sur de Potosí en Bolivia. Cada día Amalia recorre 1 km desde su hogar para recoger agua de un manantial. En su casa cada gota cuenta…

En las ciudades la visión acerca del agua es muy diferente a la de Amalia. Las redes de agua potable que nos permiten, con tan solo abrir el grifo, tener acceso ilimitado, y algo más, es tan barata que realmente lo último en lo que nos vamos a ocupar es en arreglar tubos rotos, reducir el tiempo de baño o evitar desechar aceites, pinturas y otros por el alcantarillado sanitario.

Aunque no lo parezca, el agua es un recurso finito, de hecho se encuentra severamente amenazado por el cambio climático. De acuerdo a datos de la NASA, la temperatura media global ha incrementado 1,1 ºC desde la época industrial. Por su parte, en la región Latinoamericana, en este mismo periodo, se ha experimentado un incremento de entre 0,7 y 1 ºC [1]. Estas variaciones han sido atribuidas a la incidencia de actividades humanas, como el uso de combustibles fósiles, los cambios de uso del suelo, los residuos sólidos y otros, que generan Gases de Efecto Invernadero (GEI) en la atmósfera.

Una de las consecuencias más importantes del cambio climático es el deshielo de los glaciares, nuestra principal reserva de recursos de agua dulce. Groenlandia, el segundo depósito más grande de la Tierra después de la Antártida, ha reducido en 30% su capa superficial de hielo en tan solo 20 años [2]. Si las emisiones de GEI mantienen las tendencias actuales, se ha proyectado que para el año 2050 la temperatura media de la tierra incremente 2°C o más, lo que supondría, además de importantes impactos sociales y medioambientales, significativas pérdidas de recursos naturales y el aumento en la vulnerabilidad hídrica, lo que conlleva problemas de sanidad, suministro y crecimiento económico [3]. Como menciona el actual Secretario General de Naciones Unidas António Guterres, “El cambio climático todavía se mueve mucho más rápido que nosotros”, llamando al fenómeno “la mayor amenaza que enfrenta la humanidad” [4].

Pero la amenaza no es solo visualizada a futuro, actualmente Latinoamérica tiene aún importantes desafíos que superar. Aproximadamente 77 millones de personas no cuentan con acceso a agua potable, y 100 millones (47% de la población) [5] no tienen acceso a servicios sanitarios, lo que ocasiona la muerte de 150 mil personas al año[6], por enfermedades atribuidas a la carencia de agua limpia. Únicamente el 20 por ciento de las aguas residuales recibe tratamiento, lo que genera un Huella Hídrica de 26 litros por cada litro de aguas residuales, entendido como el volumen de agua limpia que se requeriría para diluir la carga contaminante y alcanzar una calidad óptima. Sumado a esto en 2050 la demanda de agua aumentará en al menos el 50%.

Los grandes problemas conllevan grandes soluciones. La seguridad hídrica se ha convertido en un tema de vital importancia que se ve reflejada en las políticas, programas y proyectos de los países en LAC. En el marco del Objetivo de Desarrollo Sostenible 6 “Agua limpia y Saneamiento” que promueve la gestión sostenible de agua para todos, existen muy buenas experiencias que vale la pena remarcar y replicar:

  • La ciudad de Cuenca en Ecuador es un ejemplo exitoso de gestión integral de agua. Los ríos cristalinos que atraviesan la ciudad, en los cuales se puede pescar, son el resultado de eficiencia y respeto a la naturaleza. El 95% de efluentes residuales son tratados. Se están implementando proyectos de conservación en el parque natural Cajas por ser la fuente de agua del Cantón para mantener su disponibilidad para las futuras generaciones. El monitoreo periódico de la Huella Hídrica de la ciudad como un indicador de gestión hídrica ha permitido la elaboración de un Plan de Acción de reducción de la Huella mediante la implementación de proyectos como: mecanismos de gestión de agua en industrias y comercios promoviendo el trabajo público – privado, el desarrollo de aplicaciones de celular que te permiten medir tu huella hídrica personal, entre otros, demuestran el compromiso del gobierno municipal y sus ciudadanos para mantener sus recursos hídricos intactos.
  • La ciudad de Tarija en Bolivia, está formando ciudadanos que respetan su entorno y valorizan el agua. Mediante la implementación de un programa de eficiencia en escuelas, se trabaja para educar a ciudadanos que valoren los recursos naturales. Cada unidad educativa municipal realiza una auditoría hídrica para determinar el consumo de agua y determinar su uso en las distintas actividades, lo que les permite implementar medidas de eficiencia en puntos críticos identificados. El programa acerca a los estudiantes a la naturaleza, para generar empatía y entender la importancia de cada árbol, de cada gota de agua.
  • La ciudad de Quito en Ecuador implementa el fondo de agua más exitoso en la región. El FONAG es un mecanismo que trabaja en la protección, rehabilitación y conservación de las cuencas hídricas y sensibilización de la comunidad para el manejo integrado del recurso. Actualmente trabaja en la reforestación de 2100 hectáreas en páramos, actividades de educación ambiental, y otras acciones que contribuyen a la conservación del recurso. Un importante logro, fue el haber incluido en la factura de agua de los ciudadanos un monto de dinero direccionado a este fondo, de esta forma el ciudadano paga no solo por la potabilización del agua, sino también se hace cargo de la presión que se ejerce en la naturaleza y en las cuencas hídricas.

Estas son solo algunas de las muchas acciones que se están desarrollando en LAC para garantizar la adecuada gestión de los recursos hídricos y su disponibilidad para las futuras generaciones.

Es claro que nos enfrentaremos a un nuevo mundo, muy diferente al que estamos acostumbrados a vivir, en el que el despilfarro de recursos nos cobrará factura al corto plazo. Las poblaciones más vulnerables serán las que enfrenten con mayor intensidad el problema. Pero aún estamos a tiempo, hay mucho por hacer, y si algo hemos aprendido de la historia es que la “unión hace la fuerza” y que, en este camino de reflexión, acción y contribución, no dejaremos a Amalia atrás, no dejaremos a ninguno atrás.

Redacción iAgua