Verano de 2006. Vacaciones de coche, tienda de campaña y excursiones por los Dolomitas, las montañas más bellas de la tierra, en palabras de Reinhold Messner. Un paraíso de macizos rocosos de hasta 3.400 metros de altitud, tapizados por prados alpinos y surcados por numerosos cursos de agua, que descienden siguiendo la excavación de los valles iniciada miles de años atrás por los glaciares. Ruta al azar hacia el este, en la región de Friuli-Venezia Giulia, a lo largo de la SS52. Un cielo cargado, entre morado y negro, nos dice que la elección de hoy, coche en vez de montaña, es acertada. Al llegar a Tolmezzo, en el norte de la provincia de Udine, cruzamos un larguísimo puente sobre la rambla del río Tagliamento, donde varias corrientes de agua azul turquesa discurren como venas en un brazo entre nacarados cantos rodados. Desde el puente, el río, ya manso, parece asomar de entre altas paredes, dejando atrás los tramos más salvajes y veloces. Sin embargo, la anchura del cauce y la gran cantidad de piedras de muy distintos tamaños que lo conforman son indicadores de que en el río Tagliamento sucede algo especial, diferente.
¿Y qué es ello?
Pues que el río Tagliamento es el único río en todos los Alpes y uno de los pocos de Europa de cierta entidad que no está regulado. Gracias a ello, en su cauce medio conserva unas anchuras poco frecuentes hoy en día en los ríos europeos y presenta una singular morfología de canales trenzados. Por ello y por lo que representa en cuanto a grado de naturalidad, unicidad y continuidad del ecosistema fluvial, es también conocido como el rey de los ríos alpinos. Los canales trenzados son indicadores de la gran carga de sedimentos que el río es capaz de arrastrar, entre los cuales se generan pequeñas islas que son colonizadas por la vegetación en el período entre riadas. Lo que en una primera impresión parece un desierto de gravas es en realidad un ecosistema muy dinámico, en el cual se establece la vegetación pionera, preferentemente herbácea, y que coloniza temporalmente dicho sustrato hasta que la siguiente inundación lo devuelve a la casilla de salida. Su valor naturalístico es remarcable por su singularidad y por su escasez actual, una vez el resto de ríos alpinos han sido alterados por el hombre.
El río Tagliamento tiene 170 km de longitud y recibe las escorrentías de una cuenca de 2.917 km2, en la cual viven unas 165.000 personas. Su existencia, tal como la conocemos hoy, es una afortunada anomalía, ya que lo largo del siglo XX ha habido diversos proyectos de represamiento que no han fructificado, en parte por la dificultad de manejo de la gran cantidad de sedimentos que el río lleva y, más recientemente, también por la presión de entidades conservacionistas que han luchado por conservar el alto grado de naturalidad del que consideran el río más bonito de Italia. La parte final, sin embargo, ha sido sometida a la domesticación humana y presenta algunos tramos canalizados y otros en que se han recortado los meandros, que aún se adivinan en las fotografías aéreas. A pesar de ello, el estado de conservación de la mayor parte del cauce del río es extraordinario, lo cual lo convierte en una auténtica joya geográfica y biológica de la Europa alpina.
La asociación "Assieme per il Tagliamento" (Juntos por el Tagliamento) tiene una galería de imágenes en su página web (http://www.assiemeperiltagliamento.org/galleria.html) en la que se puede degustar la belleza de los paisajes que genera este río en su viaje desde los Dolomitas hasta el delta con el que se adentra en el mar Mediterráneo. Estas imágenes y muchísimas otras que se pueden ver en la red sirven para confirmar que no hay río en Europa como el Tagliamento. Y esperamos que así siga siendo por mucho tiempo.
Para saber más sobre el río Tagliamento se puede visitar la página sobre él en la Wikipedia en italiano (https://it.wikipedia.org/wiki/Tagliamento), así como la página web de la asociación "Assieme per il Tagliamento" (http://www.assiemeperiltagliamento.org).
