El 7 de mayo de 2015 es un día que ha entrado a formar parte de la historia discreta, que no en minúsculas, del Bajo Ter, un territorio que abarca el tramo inferior del río Ter desde el municipio de Celrà hasta su desembocadura al mar, en Torroella de Montgrí, en la provincia de Girona. Su singularidad principal en tema de aguas es que recibe los volúmenes sobrantes (escasos en épocas de pluviometría inferior a la media) una vez se han trasvasado las aguas que se utilizan como principal fuente de abastecimiento al área metropolitana de Barcelona, cuya concesión permite captar hasta 166 hm3/año de la cuenca alta y media del río Ter. Ha sido en esta fecha y ante la presencia del director de la Agencia Catalana del Agua, Jordi Agustí, cuando ha quedado formalmente constituida la Junta Central de Usuarios de Aguas del Bajo Ter, mediante la celebración de la asamblea general en la que se han escogido los miembros de sus órganos de gobierno.
Veinticinco años después de los primeros intentos de creación de un órgano similar, y después de un esfuerzo importante que se aceleró a raíz de la grave sequía de 2007-2008, en el último bienio la paciente labor de tejer consensos entre los distintos grupos de usuarios del agua de la zona ha fructificado en forma de esta entidad que agrupa a treinta y ocho municipios, cuatro comunidades de regantes de aguas superficiales de la zona, dos asociaciones de usuarios de aguas subterráneas y más de mil usuarios con concesiones a título individual, entre los cuales figuran representantes del sector industrial, hotelero y de cámpings. El ámbito de jurisdicción es de 230 km2 e incluye 9.000 ha de regadío, además de la potente actividad turística de municipios como Palafrugell, Pals, Begur y Torroella de Montgrí, lo que supone unas necesidades hídricas anuales de unos 120 hm3/año.
Gracias a la creación de esta Junta Central, los usuarios de agua de la zona podrán participar directamente en su gestión y vehicular los trámites y las reivindicaciones a realizar con la Agencia Catalana del Agua. Ello significa que el territorio del Bajo Ter ha apostado por la autogobernanza de sus recursos y por la actuación coordinada ante situaciones de crisis como las vividas en las sequías recientes, en las que las menores precipitaciones y el abastecimiento del área metropolitana de Barcelona menguaron de forma grave los recursos de la zona, en especial el caudal del río y las dotaciones de las comunidades de regantes.
La asamblea constituyente ha escogido a la junta directiva formada por el actual alcalde de Torroella de Montgrí, Jordi Cordón, como Presidente; Narcís Illa, actual presidente de la Comunidad de Regantes de Sant Julià, Cervià, Sant Jordi Desvalls, Colomers y Jafre, como Vicepresidente, y a Francesc Camps, técnico de la Fundació Mas Badia, como a Secretario. En la misma asamblea se han nombrado los trece miembros de la Junta de Gobierno, que será el órgano gestor de la junta y tendrá funciones ejecutivas, estando integrada por cinco vocales en representación de los usos de abastecimiento (ayuntamientos de Torroella de Montgrí, Gualta, La Tallada d’Empordà, Celrà y Forallac), cinco en representación de los usos agrícolas (tres representantes de los usuarios de aguas superficiales y dos de los usuarios de subterráneas) y tres en representación de los usos industriales y turísticos. En la sesión también se han escogido los dos vocales del Tribunal del Agua, organismo mediador y sancionador en caso de conflictos entre los miembros, mientras que su presidente será escogido en la primera reunión de la Junta de Gobierno.
La constitución de esta Junta Central de Usuarios de Aguas del Bajo Ter significa una nueva forma de entender las relaciones entre el agua y las personas, sus intereses e actividades, el territorio y las administraciones responsables del recurso, tal como corresponde al siglo XXI en las sociedades democráticas. Los usuarios del agua de la zona, tanto si son municipios como comunidades de regantes o industrias, han entendido que la forma más adecuada de gestionar las aguas que comparten es haciéndolo desde la proximidad, la corresponsabilidad y la transparencia. Desde ahora, el manejo de los recursos hídricos en el Bajo Ter será reflejo de lo que esta Junta Central sea capaz o decida hacer a nivel técnico y de los recursos económicos que logre movilizar para desarrollar sus planes de actuación, quedando la Agencia Catalana del Agua en un nivel superior y más alejado de la realidad cotidiana. La proximidad y el vecindaje son elementos que parecen aumentar las posibilidades de una gestión más precisa y responsable, aunque como en todo será el paso del tiempo quien dirá si es así. Sin embargo, en el caso del Bajo Ter ya hay un ayer y un hoy claramente diferenciados en cuanto a su modelo de gestión del agua.