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Los espacios fluviales y los ejecutivos del agua

Sobre el blog

Lorenzo Correa
Webmaster en futurodelagua.com Practitioner PNL. Master en Coaching con PNL. Executive & Life Coach.
  • Si preguntamos por el espacio fluvial, poca gente sabría definir con exactitud de qué se trata.

Si preguntáramos a los habitantes de cualquier municipio mediterráneo cuál es su opinión sobre el estado en que se encuentran los cursos fluviales de su entorno, la gran mayoría se referiría al estado del agua: cantidades escasas durante casi todo el año y una calidad aceptable si disponen de colectores y depuradora (que por otra parte al derivar las aguas residuales antes de llegar al cauce, provocan que circule menos caudal por él). Casi todos nos darían su opinión sobre si la gestión del agua habría de ser pública o privada en esta agria coyuntura en la que los “ejecutivos del agua” están ganado la partida (o así lo parece) a los administradores públicos del patrimonio hídrico. Oí por primera vez utilizar en primera persona este calificativo a un ingeniero de multinacional que se atrevió por un tiempo a hacer de administrador público del agua, y con ella me refiero a aquellos profesionales que pretenden conjugar los negocios financieros con los del agua… ejecutivos del agua, sí

Pero si preguntamos por el espacio fluvial, poca gente (quizás también pocos ejecutivos del agua), sabría definir con exactitud de qué se trata. Un río no es un canal sino que es un sistema abierto en el que confluyen la hidrología (agua que entra al sistema), la morfodinámica (equilibrio del terreno frente a la erosión, debido al agua que circula por el sistema) y la preservación de la vida (si existe cantidad y calidad suficiente en el flujo circulante y adecuada vegetación de ribera cuando no circula). Además hay salidas del sistema, que son las diversas derivaciones existentes. Para algunos ejecutivos parece ser otra cosa, algo parecido a un canal por el que circula una materia prima susceptible de salir a concurso y dar beneficios o pérdidas a los accionistas de las empresas para las que trabajan. ¡O tempora o mores!... cuanto se echan de menos las catilinarias de Cicerón.

Para algunos ejecutivos un espacio fluvial es algo parecido a un canal por el que circula una materia prima susceptible de salir a concurso y dar beneficios o pérdidas

Como Dios no me llamó por el camino de los ejecutivos, sigo a lo mío: si el sistema está equilibrado, es decir si hay suficiente agua, con calidad suficiente, si entra más de lo que sale y los márgenes y el lecho son bastante estables frente a la erosión producida por los sólidos que lleva el agua en suspensión, la vida está asegurada, es decir obtenemos el buen estado ecológico que marca esa norma legal europea tan citada hasta por los ejecutivos, que ha supuesto una revolución en la gestión hídrica. Si alteramos cualquiera de los elementos que constituyen el sistema, todo se desequilibra y obtenemos un canal artificial, más o menos sucio por el que circula un recurso más o menos necesario para la industria, el campo o el abastecimiento, o no circula nada: sin vida . Para conseguir todo esto hay la colaboración activa de los terrenos adyacentes al río, o sea del espacio fluvial.

Por lo tanto, el espacio fluvial es el terreno ocupado por el agua habitualmente más la zona adyacente en la que se ubica la vegetación de ribera, que de vez en cuando es visitada por el agua cuando llueve considerablemente. O sea que el río, ocupa más de lo que suponemos (sobre todo cuando está vivo) y esta es la componente más importante de la seducción ambiental que los seres humanos, ejecutivos incluidos, experimentan ante un cauce en condiciones: estética de la ribera autóctona (alisos, sauces...), del agua con nutrientes (macro y microorganismos) y calado de agua suficiente para que vivan los que habitan en el agua, auténticos fusibles del sistema, que demuestran si está o no equilibrado. Además, el espacio fluvial es el pulmón del río, indispensable para su libertad y respiración. Por otra parte, el río es el laboratorio de la sociedad que la rodea: si está sano, la sociedad también. Si no... empiezan los problemas para todos y se acaba la seducción del bienser (supeditar lo que somos a lo que hacemos), para comenzar el convencimiento del bienhacer (supeditar lo que hacemos a lo que somos).

Algunas administraciones españolas del agua iniciaron hace una década (cuando aún no habían florecido tanto los ejecutivos), los trabajos de definición, protección y restauración de los espacios fluviales, que resultan imprescindibles para lograr una calidad de vida "ambiental" en sintonía con la que ya habíamos logrado desde el punto de vista económico la mayor parte de los ciudadanos. En estos trabajos se efectuaba un diagnóstico hidráulico y ambiental de la cuenca que permitía definir las tres zonas que delimitan el espacio fluvial, indispensable para poder gestionar de manera adecuada nuestros ríos.

Por poner un ejemplo, la definición catalana del espacio fluvial abarca esas tres zonas a las que me acabo de referir (fluvial, sistema hídrico y zona inundable) en las que se ordenan los comportamientos y los usos del terreno, sobre todo desde que el reglamento de la ley de Urbanismo de la Generalitat catalana ha incluido esta zonificación dentro de la normativa legal. Por lo tanto los nuevos planes urbanísticos deben tener en cuenta que en la zona fluvial, la más cercana a los márgenes, no está permitido más uso que la restauración, preservación o recuperación de la vegetación de ribera, mientras que en las otras dos zonas los usos permitidos deben ser compatibles con la ausencia de riesgos de inundabilidad. Las nuevas edificaciones son permitidas entre el sistema hídrico y la zona inundable, pero con garantías de protección frente avenidas. El objetivo es proteger la zona fluvial, el gran activo ambiental, social y económico de todas las poblaciones con río.

Merece la pena fijarse en la importante franja de zona fluvial definida en los meandros. Hay que tener en cuenta que el por tantos deseado renacer de nuestros ríos es una tarea de todos y que por esta razón debemos respetar y hacer respetar el espacio fluvial como reflejo de la sociedad moderna y avanzada a lo que todos nos enorgullecemos de pertenecer. Al ser uno de los principales activos ambientales, sociales y también económicos de las poblaciones ribereñas, es responsabilidad de todos su conservación. Pero este activo ambiental, no veo que acabe de tener todo el protagonismo que merece. Porque su gestión es cara y costosa, aunque espero que, siguiendo el signo de los tiempos, tenga oportunidades de negocio para ejecutivos acuáticos del futuro, ahora que ya los funcionarios del agua en las modernas administraciones hídricas son una especie en vías de extinción

Mi siempre leída con interés Isabel Caro-Patón, acaba su último post con una frase dedicada al interesante y oportuno libro de otro maestro veterano como es Joan Gaya: desea Isabel que la historia que Gaya narra pueda “servir a las jóvenes generaciones para alcanzar instrumentos de gestión y dirección de los recursos hídricos más expertos y adecuados a los retos que éstos presentan”

Añado a la historia que Gaya cuenta la mía de los espacios fluviales, compartiendo el deseo que Isabel expresa y ampliando el foco para que se vea todo el paisaje, que la materia prima que se bebe, se usa para regar y fabricar y para la industria, es modelada en el espacio fluvial: ¿Serán un reto los espacios fluviales para los ejecutivos del agua que vienen? ¿Veremos algún día el desembarco de los ejecutivos del agua también en los espacios fluviales?