El 24 de Febrero de 2016 el régimen venezolano publicó en Gaceta Oficial N°40.855, el decreto número 2.248 creando la “Zona de Desarrollo Estratégico Nacional Arco Minero del Orinoco (AMO)”; destinando una superficie de 111.843 km² para la minera de bauxita, coltán, diamante, oro, hierro, cobre, caolín y dolomita en la margen sur del Río Orinoco. Esta área tiene una extensión más grande que la de algunos países como Panamá, Costa Rica, Bélgica o Suiza.

Arco Minero del Orinoco. Fuente: Ministerio de Desarrollo Minero Ecológico, 2018.
El AMO esta dividido en 4 áreas:
- Área 1: ubicada al oeste, hasta el río Cuchivero, donde predominan bauxita, coltán, tierras raras y diamantes.
- Área 2: entre el río Cuchivero y río Aro, con predominancia de hierro, minerales no metálicos y oro aluvial.
- Área 3: entre el río Aro y el límite este del Arco Minero, predominan oro, hierro y bauxita.
- Área 4: extensión del Arco Minero en la zona de Imataca, donde predominan oro, cobre, caolín y dolomita.
El AMO es el segundo megaproyecto extractivista en el Orinoco, es precedido por la Faja Petrolífera del Orinoco que está ubicada en la margen norte. La zona afectada por este nuevo megaproyecto está rodeada de áreas protegidas y parques nacionales de gran belleza escénica y ecosistemas complejos con el 70% de los bosques del país altamente sensibles a la minería, con una gran variedad de especies vegetales y animales característica de un país megadiverso de acuerdo a la reciente publicación de Explora Nature Projects “Una Mirada al Soberbio Sur del Orinoco: Entendiendo las Implicaciones del Arco Minero”. También en la zona están asentadas numerosas comunidades indígenas como las Yekuana, Sanema, Pemón y Yanomami.
Implicaciones para las cuencas hidrográficas y los recursos hídricos
El AMO se circunscribe en un ~70% dentro de la cuenca hidrográfica del río Orinoco, donde se realizarán la mayor cantidad de aprovechamientos y un ~30% en la cuenca hidrográfica del río Esequibo. El río Orinoco con sus más de 2.000Km de longitud y con un caudal medio de ~30.000m³/seg ocupa el segundo lugar entre los ríos más caudalosos de Sudamérica y el tercero del mundo, siendo superado por los ríos Congo y Amazonas. La cuenca hidrográfica del río Orinoco posee un área aproximada de 1.000.000 Km² abarcando cerca de un tercio del territorio de Colombia y un 70% del territorio de Venezuela. Algunos autores estiman un escurrimiento medio anual de 1.114.800.000.000 m³/año (Silva L. 2005); lo que representa más del 85% de los recursos hídricos superficiales de Venezuela.

La proyección de la poligonal del AMO abarca de manera parcial la parte baja de 7 subcuencas del río Orinoco y 2 subcuencas del río Esequibo, destacando la subcuenca del río Caroní, donde se genera cerca el 80% de la energía eléctrica que consume Venezuela con 6 centrales hidroeléctricas: Macagua I, II y III, Caruachi, Tocoma y la cuarta central hidroeléctrica mas grande del mundo, la Central Simón Bolívar (antes Raúl Leoni) con el Embalse de Guri que cuenta con una capacidad de almacenamiento de 135.000.000.000 m³, mismo que se ha visto afectado en años recientes por periodos de bajos aportes de agua producto de fuertes sequías y deficiente operación, que generaron racionamientos de energía eléctrica con cortes programados a nivel nacional.

Siendo el río Orinoco la mayor y más estratégica reserva de agua del país ¿vale la pena arriesgar tal recurso?. El AMO ha despertado un fuerte rechazo tanto nacional como internacional por parte de organizaciones ecologistas y de protección del medio ambiente, a las cuales se suma la opinión de la mayoría de expertos y académicos en las diversas ramas de la ciencia.
La constitución del Arco Minero del Orinoco busca una suerte de «diversificación del extractivismo», ante la imposibilidad de diversificación de la matriz productiva venezolana. Francisco Javier Ruiz, 2018.
Ambición, ilegalidad y corrupción: factores clave en un ecocidio
“La sed por el oro, nos dejará sin agua” es una de las consignas más representativas de la lucha de las comunidades de América Latina en contra de la mega minería, usada para recalcar las diferencias morales o éticas entre el beneficio económico y el agua, la riqueza versus la vida. No existe una minería ecológica, toda actividad extractivista genera impactos negativos en el entorno, pero existe una marcada diferencia en la magnitud de los impactos producidos por operaciones mineras ordenadas, tecnificadas, ajustadas a controles y la minería que se viene ejecutando en el AMO en Venezuela. La minería ilegal al sur del río Orinoco no es cuento nuevo, los denominados “Garimpeiros” tienen décadas minando oro y piedras preciosas en la región, incluyendo los parques nacionales.
Actualmente en el AMO no hay empresas mineras reconocidas a nivel mundial, ni existe un desarrollo de infraestructura para el procesamiento de material. El régimen venezolano ha diseñado una estrategia basada en empresas mixtas donde siempre contará con la mayoría accionaria, entre las que se puede mencionar: Empresa Mixta Minera Ecosocialista Oro Azul, Empresa Mixta Minera Ecosocialista Parguaza, S.A, Empresa Mixta Ecosocialista Siembra Minera, Compañía Anónima Militar de Industrias Mineras, Petrolíferas y de Gas, entre otras. Sin embargo, las actividades en terreno son llevadas a cabo por mineros “artesanales” organizados en las denominadas “cooperativas” o “sindicatos” que son liderados por grupos armados con la complicidad de funcionarios del régimen que exigen una especie de impuesto o vacuna a los mineros a cambio de protección, generando un ambiente de conflictividad entre grupos rivales dando lugar varias masacres que han ocurrido recientemente en la disputa por el control de territorios.

Las minas son abiertas sin cumplir con ningún tipo de regulación o criterio técnico, empleando motores con bombas hidráulicas para desprender el sustrato y procesarlo de manera rudimentaria generando gigantescos cráteres, deforestación y la contaminación de los cuerpos de agua por el uso de sustancias químicas tóxicas. Al no estarse tomando medidas regulatorias el impacto ambiental y el área afectada es casi imposible de estimar, además las condiciones de seguridad dificultan la entrada de expertos a la zona y la ejecución de estudios de valoración por lo que se está dando un ecocidio silencioso.
Se estima que la deforestación causada por la minería ilegal en la región sea de 1.100 km² al año. Manifiesto de Guayana sobre el Arco Minero.
Las consecuencias no se hacen esperar.
Las dificultades para acceder a las zonas afectadas impide en gran medida la valoración de daños al ambiente, sin embargo existe consenso en la comunidad científica y expertos de Venezuela en que los principales efectos serán:
- Pérdida de diversidad biológica y alteración de la cadena trófica;
- Incremento de la deforestación e intervención de grandes áreas de bosques y hábitats de especies vulnerables como el Manatí, Nutria Gigante, Caimán del Orinoco, Mono Araña y Tortuga Arraú;
- Mayores presiones para las áreas protegidas y parques nacionales, incluyendo el Parque Nacional Canaima (declarado Patrimonio de la Humanidad por la UNESCO);
- Erosión, perdida de suelos e inicio de procesos de desertificación;
- Mayor sensibilidad de la zona a los efectos de sequias y del cambio climático;
- Deterioro de la calidad del agua proveniente del escurrimiento superficial y afectación de acuíferos;
- Alteración de los procesos de regulación hidrológica de las cuencas afectadas;
- Bioacumulación de sustancias contaminantes como el mercurio en la biota y concentración en los sedimentos y lechos de los ríos;
- Azolvamiento de los causes de ríos, delta, vasos de almacenamiento de embalses y disminución de su vida útil y;
- Posible contaminación del Delta del Orinoco, Océano Atlántico, Golfo de Pária y Mar Caribe, con implicaciones a nivel regional.
A la tragedia ecológica se le suma la dimensión humana por el riesgo para las comunidades indígenas ante los efectos adversos en la salud por la actividad minera, la trata de personas, prostitución y opresión de los habitantes y trabajadores de las minas. De acuerdo a una investigación llevada a cabo por la Universidad de Oriente (UDO) citada en un reportaje del diario El Nacional “estudio hecho a petición de la ONG indígena Kuyujani en 2011, señalaba que 92% de las etnias Yekuana y Sanema en la cuenca del Caura presentaban niveles de mercurio por encima de lo recomendado por la Organización Mundial de la Salud” por lo que ya en la zona se presenta una importante contaminación que esta afectando la salud de las comunidades y que con el AMO aumentará; el mismo reportaje señala que “la Organización Panamericana de la Salud indica que los casos de malaria en Venezuela se dispararon hasta llegar a 319.765 afectados en 2017. Las cifras del año anterior ya habían registrado un récord, pues se contaron 240.613 casos”, la malaria es una enfermedad endémica de las zonas tropicales boscosas y su repunte en Venezuela esta asociado al incremento del número de personas internándose en la selva para trabajar en minas del AMO.
Resulta muy dificultoso poder predecir en que se convertirá el AMO, debido a la volatilidad y conflictividad de la situación social, política y económica de Venezuela, en el contexto actual los escenarios son poco alentadores. Sin embargo, cada día son más las organizaciones y los interesados que alzan su voz por la protección de una de las reservas de agua dulce más grandes del mundo, el sur del Orinoco.