La Autoridad Nacional del Agua (ANA) y la Superintendencia Nacional de Servicios de Saneamiento (SUNASS) tienen un objetivo común: lograr una eficiente gestión de los recursos hídricos para el desarrollo sostenido del país. Con agua suficiente y segura para todos los peruanos y las diversas actividades económicas, el PBI y la calidad de vida aumentará, y la pobreza se reducirá inexorablemente en el Perú.
La ANA está en un proceso de reestructuración (que debe superar el tecnocratismo incidiendo en una gestión ecosostenible y humana del agua) y de modernización (a iniciado el Proyecto de Modernización de 10 Consejos de Cuenca de Recursos Hídricos, y el fortalecimiento institucional de sus 85 órganos desconcentrados) Ha logrado recientemente el ISO 27001:2016 antisoborno (en Logística y Tesorería) y el ISO 9001:2015, por la calidad en el control de vertimientos de aguas residuales tratadas. Pero no podrá cimentar su autoridad y autonomía si no es adscrita a la Presidencia del Consejo de Ministros, por el carácter transversal y estratégico del agua.
Por su parte, la SUNASS ha obtenido el ISO 9001:2008 por calidad en el pago de aporte por regulación, e inaugurado 24 sedes desconcentradas. Los dos mayores desafíos de su nuevo presidente Ivan Lucich Larrauri son: 1. mejorar la eficiencia en la gestión de las EPS y hacer realidad al 2021 la ampliación de la cobertura del servicio de agua potable del 94,4% a nivel urbano, al 100%; en el rural, de 71,2%, a 84,6%. En alcantarillado, de 89%, lograr la cobertura al 100% en las ciudades. En el sector rural, es más difícil: de 24,6%, la meta es alcanzar el 70%. Ojo, que nuestro compromiso con Naciones Unidas, y los Objetivos de Desarrollo Sostenible (ODS) es proporcionar al 100% agua para todos los peruanos en el 2030. De ello, depende nuestro ingreso a la Organización para la Cooperación y el Desarrollo Económicos (OCDE)
2. Recuperar y conservar las fuentes naturales, de donde se proveerá de agua a los que no la tienen. Para esto, la SUNASS recurrirá a los Mecanismos de Retribución por Servicios Ecosistémicos (MRSE); mientras en el Congreso de la República se debate proyectos para la intangibilidad de las cabeceras de cuenca, de donde nace una fuente natural de agua. La ANA alista la metodología de identificación y delimitación, correspondiente, a presentarla en agosto próximo. Y facilitando las cosas, se acaba de promulgar la Ley Marco de Cambio Climático, que subraya la mitigación y adaptación en las cuencas hidrográficas, protegiendo, restaurando y gestionando “sosteniblemente el ciclo hidrológico y los sistemas hídricos existentes en las cuencas hidrográficas del Pacífico, Atlántico y Titicaca, a través de una gestión y ordenamiento del territorio que prevea su vulnerabilidad ante los efectos del cambio climático, y que garantice el derecho al agua.”
Ambas instituciones –que deberían celebrar una alianza estratégica‒, en un tácito reconocimiento a su gestión, han recibido la visita de una importante delegación de Honduras (autoridades, empresarios, políticos y especialistas), que ha destacado los avances en la gestión del agua, por encima de otros países sudamericanos, y cuya experiencia quieren aplicarla en su país.
(Publicado en diario Expreso (Lima-Perú) el 30.05.2018)