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La contaminación de las aguas tras caer el Imperio Inca

Sobre el blog

Luis Luján Cárdenas
Sociólogo y Periodista, Magíster en Administración, especialista en Comunicación para el Ecodesarrollo, articulista en diversos medios escritos de Perú.
  • contaminación aguas caer Imperio Inca

Son escasos los estudios e investigaciones ambientales en el Perú, producto de una deficiente educación ―entre otras causales― que data desde hace mucho tiempo. Esta es una de las principales razones que derivan en gobiernos que dicen que gobiernan cuando no conocen la realidad en sus múltiples expresiones sociales y ambientales.

Por esta razón, es meritoria la labor ―en medio de devaneos, cambios e incertidumbre política―que desarrolla el Ministerio del Ambiente - MINAM desde que fue creado en el 2008, siendo su primer ministro el científico peruano Antonio José Brack Egg, hijo de inmigrantes alemanes y austríacos. Hoy el Premio Nacional Ambiental lleva su nombre.

Bueno, el MINAM hace seis años publicó el libro ‘Historia ambiental del Perú. Siglos XVIII y IX’, cuyos autores ―, a los que felicito― son: Julio Díaz Palacios y Martín Arana Cardó, del Ministerio del Ambiente; Juan Torres Guevara, Universidad Nacional Agraria La Molina; y Sandro Patrucco Núñez-Carvallo, de la Pontificia Universidad Católica del Perú. (Les paso el link para que lo descarguen gratuitamente).

Esta meritoria obra nos permite conocer información por demás interesante y que nos permite derrumbar viejos paradigmas, actualizar nuestro conocimiento y adoptar mejores decisiones en torno al rescate, conservación y preservación del ecosistema nacional.

La Historia Ambiental del Perú nos dice claramente cuándo y cómo se inició un proceso de contaminación sistemático y permanente del agua y su entorno natural, con efectos socioambientales que hasta hoy persisten y se agravan vergonzosamente por ineptitud política y la permisividad ciudadana por débil educación y cultura cívica y ambiental.

Los antiguos peruanos fueron conscientes de conservar el equilibrio natural sociedad-naturaleza, y por lo tanto su quehacer diario fue amigable y hasta venerable con el medio ambiente. Los conquistadores europeos, rompieron ese equilibrio embriagados por el mercantilismo, la acumulación de riqueza y poder.

Los incas vieron con terror e indignación esa cultura extraña occidental, que si bien trajo la modernidad, fue con muchos vicios sociales, que atentaba contra sus dioses, su forma de vivir, costumbres, creencias religiosas, sus lazos íntimos con el agua, la tierra, los bosques, el mar y los apus. Muchos se resistieron heroicamente a este choque cultural, por lo que en numerosas partes del país aún subsiste rezagos sociales de respeto a todo lo natural que nos rodea, pero son ignorados, desplazados y marginados por la clase dominante, que aun piensa y actúa como hace cinco siglos, increíblemente.

Contaminación de la aguas

El estudio de 464 páginas ―que debería servir de libro de cabecera de los estudiantes―, en su página 141, ‘Contaminación de las aguas’, se lee: “la contaminación del agua por efecto de la explotación minera durante la Colonia tuvo tres procedencias: las aguas de mina, las aguas del procesamiento y los efluentes domésticos de los centros mineros.

En relación con las aguas de mina, también llamadas ‘aguas de copajira’, refiere que la contaminación se producía por el contacto del agua de escorrentía con las zonas mineralizadas expuestas, frecuentemente con pH bajos y con altos contenidos de sales de cobre, hierro y otros elementos. Hoy en día, se les conoce como los drenajes ácidos de mina, los que finalmente discurren hacia los cuerpos de agua superficiales.

Es importante tener en cuenta que para el periodo 1750-1850 uno de los problemas tecnológicos más frecuentes en los centros mineros, como Huancavelica, Cerro de Pasco y Hualgayoc, fue el anegamiento de los socavones. Sobre las minas de Cerro de Pasco, Contreras refiere: “El típico problema de anegamiento de las labores que agobió constantemente a los mineros durante el Virreinato fue enfrentado por el minero José de Maíz, quien abrió un túnel de drenaje en 1760. Parece ser que este fue el paso decisivo para la expansión de la producción” (2010, p. 120).

Estos datos indican que, además de la contaminación de las aguas superficiales, también se generó un proceso de contaminación de las aguas subterráneas.

Respecto de la contaminación de las aguas como parte del procesamiento de los minerales, Serrano refiere que los cambios tecnológicos introducidos, como la amalgamación en cajones, incrementó la contaminación de la aguas “por el vertido de las colas del tratamiento o beneficio de los minerales (se trata de sólidos en suspensión muy perjudiciales) y por el vertimiento del azogue empleado en la amalgamación” (2005, p. 88). El lavado de minerales se realizaba bien en canaletas o en tinas. En ambos casos, el método consistía en separar la plata del mercurio y de las colas mediante el lavado con agua; esta agua de desecho era vertida directamente a los ríos y quebradas”.

Este pequeño texto del libro nos muestra el inicio de la actividad minera en gran escala con procedimientos que lamentablemente hasta hoy se emplean dañando seriamente las fuentes naturales de agua, ya sean ríos, lagos, lagunas, humedales, e incidiendo y alterando la vida y la salud de las comunidades aledañas. Los relaves mineros, con alto contenido de metales pesados nunca han sido preocupación de gran parte de las empresas ni de gobierno alguno. Actualmente, según el MINEM existen 1363 unidades mineras en el país y más de cien empresas dedicadas a esta actividad, donde son muy pocas las que realizan una minería responsable.

Estas malas prácticas extractivas se han prolongado por 500 años, “perfeccionándose” con el sistema liberal, la propiedad privada, el libre mercado, la industrialización, el consumismo y la globalización, aunque la tecnología verde, nuevas fuentes de energía limpias, la economía circular, reformas del marco normativo, movimientos ambientales y nuevos estudios harán cambiar poco a poco esta tendencia.

Lo cierto es que libros como ‘La Historia Ambiental del Perú’ del Ministerio del Ambiente informan, sensibilizan, conciencian y forman cultura ecológica, que aunque lentamente provocará efectos sociopolíticos importantes y sustanciales que cambiarán nuestra historia. La investigación y su divulgación es sumamente necesaria.